Efectivamente, ese día, votaré por Venezuela, la tierra donde nací, crecí y estoy envejeciendo. Acudiré a votar persuadido de la enorme responsabilidad que debemos asumir como ciudadanos para procurar, con todos los medios a nuestro alcance, que Venezuela, al igual que todas las naciones de la Tierra, tenga el derecho y la posibilidad de construir un país distinto al que tenemos. El derecho de vivir y crecer en una nación en la que no predominen la inescrupulosidad en el manejo de la cosa pública, el oscurantismo ideológico, la tristeza ciudadana, la mentira, el autoritarismo, la intolerancia, la corrupción, el abuso y la violación sistemática de la Constitución. Por el contrario, los venezolanos nacidos y por nacer deben tener un lugar donde vivir que les ofrezca un porvenir, que les ofrezca posibilidades de ser lo que ellos quieran ser, sin imposiciones ni amedrentamientos de ninguna clase; un país con perspectivas, viabilidad y luminoso futuro. Por eso, hay que salir a votar para demostrarle al mundo y al régimen que deseamos que en los estados de nuestro país gobiernen personas comprometidas con la democracia y que, con la fuerza de los votos que los respaldan, contribuyan a la restitución de las funciones conculcadas a la Asamblea Nacional, a que el CNE establezca un calendario electoral creíble y válido para todos, que el régimen  libere a los presos políticos, que asuman en sus regiones la atención prioritaria a la crisis humanitaria que padecemos. Con nuestra presencia en los centros de votación ratificaremos el ejercicio del derecho que tiene todo venezolano de transitar hacia el porvenir por un camino de progreso, paz y modernidad. Ese día, estaremos dando un importante paso hacia la construcción de una nueva Venezuela y sentando las bases del legado que dejaremos a nuestros hijos y nietos: un país viable, un futuro mejor, una sociedad justa, equitativa y armoniosa.

Los votantes, al ejercer el sufragio asumimos la responsabilidad de recrear nuestro propio orden como sociedad, ese, que ha estado a punto de perderse durante la tenebrosa noche «chavo-madurista»; se trata de reconstruir pacientemente los principios y valores democráticos tan golpeados y vituperados durante los largos 18 años en que estos energúmenos gobernantes han detentado el poder.

La unidad de pensamiento y acción de la disidencia nacional frente a la burocracia enquistada en el poder, ha sido la clave para crear una posición política y psicológica dominante, de forma tal que el resultado de nuestras marchas, sacrificios y votos tengan un desenlace previsible y conveniente para el devenir futuro del país. Eso ha venido ocurriendo en Venezuela y la angustia por el creciente rechazo internacional y las derrotas políticas que está padeciendo el régimen conmueve a los acólitos del gobierno, ellos saben que irremisiblemente se han de ir, expulsados por nuestros votos y por nuestra voluntad de no soportar más tiempo el estado de cosas que vive el país por la insensatez, ineficacia e intransigencia de quienes detentan el poder.

Nuestra masiva concurrencia a votar demostrará que, en efecto, Maduro y todo lo que él representa se tienen que ir. La mayoría de los venezolanos, así lo demandamos. Ellos y Maduro no son opción para el presente y mucho menos para el futuro de esta Nación. Maduro, se irá como llegó, sin pena ni gloria. Maduro es lo malo, lo inconveniente y lo que no queremos para nuestras vidas. Es la negación de lo que merecemos como país, es el pasado, es la nada. Maduro no tiene el derecho de comprometer el futuro de la juventud venezolana. Definitivamente, Maduro no merece ni puede gobernar a Venezuela, los crasos errores de sus ejecutorias así lo demuestran. El 15-10 exigiremos que se abra, de una vez por todas, el proceso para el cese de Maduro y su espurio gobierno; que, por la fuerza de nuestro compromiso con el cambio y de nuestra determinación de terminar con la pesadilla chavo-madurista, obtengamos entonces la certeza de alcanzar nuestros objetivos y así contribuir a la grandeza de Venezuela.  Asistamos multitudinariamente a votar, continuemos en el esfuerzo de echar del poder a quien no debe estar al frente de los destinos del país, pongamos fin a esta descabellada aventura de un régimen que medra en la improvisación permanente, un régimen que no tiene norte ni destino.

Estos son los tiempos y la oportunidad para la definición y la reafirmación de nuestras creencias y convicciones e imponerlas al oprobioso régimen que nos asola. Así ha de ser y así será por nosotros y por Venezuela.


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