GDA | El Tiempo | Bogotá

Una de las consecuencias de la cuarentena es la abrumadora cantidad de temas que giran en torno a la pandemia.

Mi esposa y yo, artista y escritor, respectivamente, nos quedamos en casa sin sentirnos víctimas de un encierro, sino disfrutando al fin de un espacio perfecto, ideal para la creación. Ella dibuja más que nunca, dichosa de no tener que salir para ir al banco o a pagar los recibos. Ahora la ciudad respira una extraña tranquilidad y el canto de los pájaros remplaza el continuo ruido de los automóviles, buses, motocicletas, dejando para uno mismo el espacio perfecto de reflexión.

De pronto, entre tanto pensamiento y viendo la calle vacía, los comercios, cafés y restaurantes cerrados sin ser domingo, uno se pregunta dónde están los vendedores ambulantes que por lo general se encuentran a lo largo de la carrera séptima, muchos de ellos conocidos por mí. Aquellos que en circunstancias normales, cuando salgo en mi carro y me detengo ante un semáforo, se acercan para venderme flores y toda suerte de dulces. ¡El confinamiento parece haber acabado con todo!

Aunque el coronavirus parece haber encontrado en el gobierno su mayor enemigo, el presidente Iván Duque se destaca como uno de los mandatarios de América Latina que ha adoptado en su país las mejores decisiones contra la pandemia y ha dado un ejemplo de valor y mano firme frente a la adversidad.

Pero no todo invita a la calma. Se estima que en los próximos meses la pandemia alcanzará su máxima altura en la curva para empezar a descender. No obstante la excepcional labor de médicos y enfermeras, muchos hospitales estarán colapsados y pequeños negocios no sobrevivirán. Tal es la percepción que tienen los calificadores de riesgo.

Otros dos desafíos enormes para el país son la suerte de los migrantes venezolanos y la frontera con Ecuador. Tras la desastrosa situación de Guayaquil, muchos ecuatorianos buscarán refugio en Colombia. Aunque la frontera está cerrada, a lo largo de sus 586 kilómetros de extensión tiene 37 pasos irregulares que permiten un éxodo hacia Tumaco y otros municipios de Nariño.

Así mismo, el coronavirus no puede hacer olvidar un tema tan candente como el de Nicolás Maduro, por cuya captura Trump ha ofrecido 15 millones de dólares, al tiempo que ha ocupado el espacio marítimo de Venezuela con buques y aviones de guerra para evitar el paso clandestino de la droga. Por otra parte, el presidente encargado, Juan Guaidó, sugiere la salida pacífica de Maduro con el apoyo de países amigos de él, como Rusia o China.

«¿En qué momento se jodió Colombia?«. Cualquiera pensaría que este título catastrófico corresponde al drama actual. Pero no. El libro titulado así por la editorial Oveja Negra se refiere al nefasto 9 de abril que la semana pasada, por cierto, cumplió 72 años.

Yo solo tenía 16 años y estaba allí, en el sitio donde asesinaron al caudillo, por una infinita casualidad de la vida. Escuché los tres disparos que marcarían para el resto del siglo nuestro aciago destino. Vi al hombre de abrigo oscuro que caía en el andén. Segundos después, llegué al lugar donde yacía, tendido de espaldas, inmóvil, frente a la puerta de un edificio. Me incliné sobre él. Bajo sus espesos cabellos negros peinados hacia atrás, su cara de rasgos fuertes y mestizos parecía triste, casi amarga. La luz del día se congelaba en el brillo de sus ojos. Las pestañas le temblaban ligeramente. Era la única señal de vida que le quedaba.

Sí, era Jorge Eliécer Gaitán. Aquella imagen nunca he podido olvidarla.

Ahora, a mis ochenta y tantos años, creía haberlo visto todo. De repente el futuro se oscurece de la misma forma que aquel terrible 9 de abril de 1948. A partir de ese momento, nada sería como antes en Colombia. El mundo que hemos conocido las personas de mi generación no será igual después de lo que estamos viendo en países tan entrañables como Italia y España.

El planeta es escenario de nuestras profundas inquietudes. ¿Qué va a pasar en el campo económico, social y laboral? Asusta el desempleo. Ojalá que la unidad en el manejo de la crisis supere nuestras eternas pugnas políticas.

 


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