Los sismos del 24 y el 28 de noviembre de 2018 en el estado Trujillo se cebaron en el municipio Monte Carmelo, donde afectaron más de una decena de viviendas, así como la iglesia del pueblo, y hasta perturbaron la paz de los muertos en el cementerio al remover cimientos y lápidas de las tumbas.

La inclemencia de los movimientos telúricos –de magnitud 5,6 y 4,4 en la escala de Richter, según el parte oficial– se replica desdichadamente en la impiedad del régimen, que después de más de un año no ha respondido al clamor de los afectados.

“Desidia con el templo y la población”, señala el padre José Rafael Salas Bencomo, párroco de Nuestra Señora del Carmen, lugar de culto en una obra de estilo colonial que también constituye un patrimonio cultural y turístico del municipio.

Por si fuera poco la displicencia del alcalde local, otros representantes oficiales acudieron a Monte Carmelo dos días después del primer temblor. El gobernador Henry Rangel Silva fue una semana después, y de paso se molestó porque el sacerdote criticó la demora.

El párroco y Evelinda Cadozo Parra, de la Fundación Monte Carmelo, se reunieron el 20 de septiembre de 2019 en Caracas con el ministro del Despacho de la Presidencia, coronel Jorge Márquez Monsalve, y el mes siguiente con autoridades nacionales y estadales en Trujillo para tratar el problema. Pero aún no hay un estudio serio.

El informe de Protección Civil del 28 de noviembre de 2018 indica que el templo requiere un estudio “a la mayor brevedad posible, dada la amenaza que representa la estructura en el entorno, considerada no apta para el cumplimiento de sus funciones”.

La antigua iglesia de púlpito magnífico, con sistema en parte monolítico no muy tradicional, fue afectada considerablemente. Los daños –como se observa en su interior– están por doquier.

En el reporte de 2018, Protección Civil recomienda asesoramiento técnico calificado para determinar si la estructura puede ser rehabilitada, preservando su estilo colonial, “o demolida en su totalidad”.

“En este pueblo cada casa tiene su historia”, dice Cardozo Parra. Como la que alberga el Sistema Nacional de Orquestas y Coros Juveniles e Infantiles de Venezuela, Núcleo Antonio Anselmi Berti, en honor del fundador a finales del siglo XIX de la Banda Filarmónica de Monte Carmelo. No quieren viviendas prefabricadas que alteren la tradición.

Salas Bencomo insiste en que el gobierno se aboque a la necesidad del templo, sitio de encuentro espiritual, y sobre todo que atienda la situación de los más afectados por los temblores con viviendas dañadas o que fueron derrumbadas. Su prédica reivindicadora parece inquietar a Rangel Silva.

Paulita Torres, de 79 años de edad, encarna el desamparo en un precario rancho de latas que un sobrino le levantó donde era su casa en la avenida 1. Allí cuida de su hermana María Victoria, de 94 años, que padece alzhéimer. “Voy a la alcaldía y me dicen que no hay cemento”, cuenta.

En la Casa de la Cultura de Monte Carmelo, improvisada capilla del pueblo histórico enclavado en una meseta rodeada de montañas, elevan preces para que cese la calamidad. Encendidos bucares en las faldas de los montes parecen simbolizar la esperanza de buenos frutos en este centro agrícola.


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