“No puede uno producir alimentos con miedo: con miedo a no tener seguridad jurídica ni seguridad personal; con miedo a no poder conseguir insumos, con miedo a que se vayan a perder las cosechas”. Esas palabras las dijo hace dos semanas el presidente de la Federación de Ganaderos de Venezuela, Armando Chacín. Pedía entonces al régimen, antes de reunirse con diputados a la asamblea que fue supuestamente elegida el 6D, que le ayudaran a generar un clima de confianza.

Al día siguiente varios de los agremiados y otros representantes del sector ganadero se reunieron con la Subcomisión de Seguimiento y Sistematización de las Propuestas de la Comisión Especial para el Diálogo, la Paz y la Reconciliación Nacional, presidida por el diputado Ricardo Sánchez. Sí, todo ese rimbombante nombre para hacer absolutamente nada.

Ni Sánchez ni el otro parlamentario presente, Antonio Benavides, se preocuparon en hacer promesas, de acuerdo con lo que reseña de la reunión la página de Venezolana de Televisión. Por lo que se puede deducir de lo que escribieron los periodistas de los medios chavistas, la función de esta subcomisión con nombre tan largo es sencillamente de lleva y trae. Escucharon a los productores y dijeron que iban a comunicarle las propuestas al presidente de la asamblea del PSUV -no se le puede llamar nacional- que también encabeza la dichosa comisión de diálogo.

¿Y cuál fue ese resultado después de dos semanas de esperar que algo resolvieran los parlamentarios del régimen? Ya lo dijimos unas líneas arriba: ¡nada! El vicepresidente de Fedenaga, Luis Prado, ha tenido que salir a denunciar que más de 85% de la maquinaria productiva del sector está paralizada por falta de diésel. ¡Todavía! ¿Qué hizo la subcomisión? ¿Son conscientes de la gravedad de lo que plantean los ganaderos?

Es posible entender que el asunto de la pandemia y los reclamos por las vacunas tengan ocupados a los ocupantes de Miraflores. Pero el hambre de la gente también es una prioridad. Los puestos de trabajo que se pierden, las semillas, los animales. Está visto que el régimen no es capaz de gobernar o por lo menos de atender dos asuntos a la vez. Sobre todo cuando crean ellos mismos la crisis, porque para eso sí cuentan con buena asesoría.

La escasez de gasoil tiene semanas y se ha advertido de las nefastas consecuencias de no solucionarla de manera permanente, pues la mayoría de la agroindustria trabaja con este combustible. También el transporte lo requiere. No puede haberlos tomado por sorpresa. Es fácil pensar entonces que si no tienen ya dinero para importar comida y no dejan que los productores hagan lo suyo, lo que quieren es que la gente se siga muriendo de hambre.

Es un círculo vicioso diabólico al que están sometiendo a los venezolanos: mientras más hambre, más débil: mientras más débil, más expuesto al covid-19; mientras más expuesto a la enfermedad, menos medicamentos y menos vacunas. Esto es un exterminio sistemático que ellos quisieran aplicar solo a los opositores, pero está visto que esta enfermedad no sabe de colores -imposible tildar el madurismo de ideología- y los rojitos están tan expuestos como el otro 80%.


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