Nuevas formas de entender el cine han surgido después del establecimiento de la cuarentena mundial, a través de diversas voces, plataformas y experiencias.

Las viejas usanzas corren el riesgo de perecer por el estancamiento de un sistema de producción, exhibición y distribución que tardó un siglo en perfeccionarse, para ser paradójicamente detenido por el influjo de una pandemia global.

Salas desiertas, rodajes suspendidos, estrenos pospuestos y salarios congelados reportan el saldo negativo de las últimas semanas en los portales especializados, como una señal de aviso ante un futuro claramente incierto.

Sin embargo, dentro y fuera del país, el arte audiovisual ha encontrado caminos alternativos para verse y desarrollarse, a pesar de las malas noticias.

En un gesto de solidaridad y desprendimiento, los creadores del país han liberado películas, documentales y cortometrajes galardonados en festivales extranjeros.

Es el caso de cintas recomendables como El vendedor de orquídeas, Antó, Venezuela es un desorden, Fuera del aire y Madame Cinema, filmes antes comentados y revisados en nuestra columna de El Nacional, un medio que ha reseñado el impacto del coronavirus en diferentes reportajes y artículos sobre largometrajes proyectados directo a Internet.

Recientemente tuve el gusto de conversarlo en un trabajo escrito por Yenderson Parra a propósito del lanzamiento de Esto no es un apagón, un documental que hice el año pasado en medio del blackout del país con amigos, periodistas, ciudadanos y críticos de cine.

Actualmente prolongo las investigaciones de aquel proyecto con la grabación de Venezuela en cuarentena, un relato de la primera a la tercera persona en el que busco abordar el lado humano y doméstico del encierro que vivimos.

Entiendo que el profesor y fotógrafo Rony Vivas se dedica a registrar su situación, de la misma forma, en el contexto de las semanas de paro obligatorio, con el objetivo de plantar cara a la crisis y contar una historia individual que abraza al resto de la comunidad.

Por su parte, los colegas de la diáspora responden desde sus espacios y lugares de creación, adaptándose a las circunstancias con dignidad, inteligencia, decoro y olfato comercial, pues al final del día el cine sigue siendo un negocio. Por tanto, la oferta gratuita de contenidos tiene un límite y no puede mantenerse como única propuesta del gremio.

En tal sentido, consideramos oportuna la decisión de publicar al servicio de los intereses del consumidor, bajo el criterio del formato “on demand”.

Un ejemplo de ello es la apuesta del realizador y amigo Jonathan Jakubowicz, quien permite adquirir la visualización de su película Resistance, tras el pago del equivalente a un boleto en Estados Unidos.

Así, espectadores y críticos se han acercado a su propuesta en la web, celebrando la iniciativa del realizador de Manos de Piedra por narrar el épico e inspirador drama de Marcel Marceau en tiempos de asedio nazi.

Ningún director y miembro del sector ha tirado la toalla, al contrario, hemos descubierto la fuerza de resiliencia que anida en el mundo de la cultura, para brindar soluciones, esperanzas y ejemplos concretos.

A diario, Luis Bond, José Pisano, Bernardo Rotundo, Hernán Jabes, Patricia Ortega, Malena Ferrer, Joe Torres, Claudia Lepage, Carlos Caridad, Carlos Daniel Malavé, Gustavo González, Augusto Nitti, Álvaro Cordero, Alejandro Bellame, Eduardo Sánchez Rugelles, Marcel Rasquín, Sócrates Serrano y un largo etcétera nos despiertan con sus mensajes de aliento, con sus emprendimientos, con sus observaciones, con sus consejos y sus sueños de continuar en la lucha.

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