Con el fin del año se hace oportuno realizar alguna ponderación, así sea breve, de lo ocurrido en el entorno económico y empresarial, sobre todo por el hecho de que, al menos en Venezuela, el año cierra con un sabor agridulce y con varias incertidumbres en el camino. Pudiera afirmarse que esta última sentencia no ha sido única ni exclusiva del año 2022, y que, por el contrario, la incertidumbre y la inestabilidad parecen haberse adueñado del entorno económico venezolano desde hace varias décadas.

El 2022, sin embargo, fue un año de manifestaciones peculiares. Por primera vez en casi una década la economía venezolana volvió a dar signos de crecimiento en su producto interno bruto, y si bien el crecimiento es limitado e incluso sometido a numerosas consideraciones -en las condiciones actuales nunca debe sorprender que se dé la lamentable posibilidad de que haya un decrecimiento en la economía- lo cierto es que este cambio de tendencia dio pie a un debate bastante copioso sobre las causas que originaron este crecimiento, si este es sostenible y qué es realmente necesario para que Venezuela pueda enrumbarse hacia el derrotero de un desarrollo económico sostenido y aferrado a otro tipo de instituciones, más cercanas a la democracia.

Sobre este último punto, el democrático, también debemos detenernos. Todo parece indicar que, sujeto a una serie de negociaciones que se están llevando a cabo entre sectores del gobierno y la oposición, Estados Unidos y Europa pudieran hacer una serie de concesiones en cuanto al ámbito sancionatorio que afecta a Venezuela, lo cual, directamente, afectaría la producción petrolera del país, y otros potenciales servicios públicos -electricidad, agua, proyectos de infraestructura levantados con multilaterales- sujetos, claro está, al avance del camino democrático en el país.

No nos llamemos a engaño. En las condiciones actuales es imposible que Venezuela vuelva a tener un crecimiento económico de envergadura sin producción ni actividad petrolera. De allí que la reactivación de este sector sea vital. ¿Podrá darse dentro del marco institucional actual? ¿Es viable un giro de circunstancias? ¿Las negociaciones en México constituyen la punta del iceberg de algo más profundo o son simples cantos de sirena que terminarán en el vacío de las buenas intenciones?

En el ámbito empresarial, por primera vez en varios años se registró una transacción de envergadura en el área del private equity y M&A, como fue el caso de la operación de Ron Diplomático con la multinacional basada en Estados Unidos Brown-Forman. Se debe ser cauto al momento de evaluar esta operación. Sin embargo, las señales de que algo pudiera estar cambiando en el deprimido mercado venezolano no deben desestimarse.

No obstante lo anterior, el último trimestre del año empaña las manifestaciones positivas que se venían gestando, y la gran pregunta que debe hacerse es si este último trimestre reflejará el estado de la economía en 2023 o, por el contrario, se trató de una manifestación aislada temporal, una malcriadez de la facción ortodoxa intentando imponer su agenda para retroceder ante cualquier cambio de política que se estuviera gestando.

Si se llega a dar el primer escenario, nos espera un año 2023 muy negativo en términos económicos. Los índices de pobreza que habían retrocedido volverán a incrementarse, los mercados negros de alimentos (bachaqueros) proliferarán, se incrementará aún más el éxodo de compatriotas y quienes se aprovechan de los mecanismos de arbitraje cambiario estarán a la hora del día. Que no quepa duda que si esta es de nuevo la receta, estos serán de nuevo los resultados que se obtendrán.

Pudiera también suceder que incluso partiendo de la premisa en la que los reformistas tienen el control de la economía, su combustible se agotó, y con ello, cualquier profundización del proceso de reforma económica. Habrá que esperar y ver cuál es el resultado que se desencadena. Esperemos que no sea la vuelta al socialismo real, por el bien de todos.

Dicho esto, el 2022 fue un año de ambivalencias. Comenzó con vientos de cambio y cierra con los aires viejos y consabidos, acompañado de uno que otro destello de avance y evolución que no termina de deslumbrar del todo, que no destella y que se limita a iluminar una diminuta esperanza que no termina de cuajar. De entrar en juego las petroleras extranjeras occidentales, el 2023 pudiera ser el año consagratorio para afianzar el mercantilismo autoritario. La pregunta fundamental sigue en pie: ¿Es este el tipo de sociedad en el que la mayoría de los venezolanos quieren vivir? ¿Será viable el rescate de un sistema democrático con instituciones apegadas al Estado de Derecho? ¿Se viene, por el contrario, un nuevo proceso de retroceso? ¿Cómo queda Venezuela en el entorno geopolítico actual? ¿Es posible un cambio? Veremos. Entretanto, toca seguir aportando desde cada una de nuestras trincheras. Feliz año nuevo para todos los que leen estas líneas.


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