Nikolai Ivanovich Vavilov fue detenido y condenado a muerte

El conocimiento científico se produce cuando los resultados son compartidos y se pueden replicar las experiencias con iguales resultados. Ambos aspectos son de orden mundial, los avances se difunden por todo el planeta y los experimentos se pueden repetir donde se tengan las condiciones y capacidades. Allí no intervienen fronteras y no deberían interferir las ideologías políticas ni los credos religiosos. La idea es que los progresos científicos, sobre todos aquellos vinculados a las necesidades básicas de la humanidad, deben ser aceptados y aprovechados como hechos demostrados que son.

Nikolai Ivanovich Vavilov nació a finales del siglo XIX y ya era un destacado genetista y políglota cuando la revolución bolchevique llegó con sus promesas. Vavilov la percibió como la oportunidad que permitiría aplicar sus conocimientos y desarrollos para mejorar la producción agrícola mediante la generación de semillas que produjeran cultivos más resistentes a las plagas y al clima.

Durante los primeros años, gracias a su reputación y el decidido apoyo de Lenin, fue nombrado director de la Oficina de Botánica Aplicada con un ingente grupo de personas a su cargo distribuidos en todo el país y representó numerosas veces a la Unión Soviética en encuentros internacionales. Su plan se basaba en los postulados de Darwin de variación natural y selección natural y requería de al menos diez años para lograr su máximo desarrollo.

Si bien los agricultores de todo el mundo ya habían aprendido a seleccionar los granos de aquellas plantas que ofrecían un buen rendimiento y mejor sabor, sin embargo, con el paso de los años los diversos cruces ocasionaron que otras características fundamentales, como resistencia a las plagas y capacidad de adecuarse a los cambios climáticos, se fueran perdiendo y así cada cierto tiempo se generaban unas caídas importantes en las cosechas con las consecuentes hambrunas para la población. Vavilov se había percatado de ese fenómeno y decidió ubicar las diversas especies inalteradas en su lugar de origen y aprovechar su carga genética para recuperar las características perdidas mediante los cruces. Es así como sectorizó el mundo en función de los cultivos y visitó 64 países para recolectar sus semillas. Los desarrollos realizados por Vavilov lo convirtieron en uno de los primeros científicos en reconocer la importancia de la diversidad genética.

Por otra parte, Trofin Lysenko era un técnico agrícola que se había vinculado con éxito a Vavilov en su plan, llegando a ser un personaje conocido. Paulatinamente fue medrando posiciones dentro de las organizaciones políticas hasta ser un favorecido del régimen de Stalin, que había comenzado tras la muerte de Lenin en 1922, y con el transcurso de los años, logró ocupar un cargo superior al de Vavilov. Fue entonces cuando comenzó a mostrar su rencor hacia aquel y manifestó que las semillas soviéticas eran superiores a cualquier otra y se adaptarían a cualquier entorno sin ayuda de otras, iniciando un ataque contra el “reaccionario, burgués, idealista y formalista” Vavilov. Su plan se basaba sobre los equivocados postulados de Jean Baptiste Lamarck, pionero de la evolución, pero cuyas hipótesis carecían de base científica y fueron sustituidas por la Teoría de Darwin. De esta forma desarrolló un modelo genético contrario al ya establecido y comprobado que consideraban una expresión “capitalista y burguesa”.

Lysenko logró que su plan fuese aceptado, al punto que Stalin en 1929 declara que la visión del partido era superior a la ciencia y por lo tanto se debía actuar de manera inmediata en el campo en lugar de continuar con el desarrollo de la teoría. Como necesitaban darle un nombre ruso al plan, reinterpretaron a conveniencia el trabajo del biólogo Iván Michurin y así, el nuevo modelo se conocía como michurinismo y apuntalaría la enorme hambruna que mató a millones de personas.

En marzo de 1939, Vavilov declara públicamente: “Iremos a las pilas, seremos quemados, pero no nos retractaremos de nuestras convicciones… digo lo que sé sobre la base de una amplia experiencia. Esto es un hecho, y retractarse de él porque alguien que ocupa elevados puestos lo desea, es imposible”.

Tres años antes había comenzado la época del terror dirigido por Stalin. No pasaría un año desde las declaraciones de Vavilov para que fuese detenido y enjuiciado mediante acusaciones imaginarias de espionaje, sabotaje y destrucción. En julio de 1941 se le condenó a muerte, aunque al año siguiente se le conmutó la pena por 20 años de trabajos forzados en el gulag de Saratov. Las terribles condiciones del campamento provocaron que, en menos de un año, el hombre que había luchado por lograr una mejor alimentación de su pueblo, muriera de desnutrición aguda.

En 1948, el gobierno soviético ratificó mediante decreto, que los únicos postulados que deberían enseñarse eran exclusivamente los de Lamarck. Hubo que esperar hasta 1964 a la caída de Khrushchev, para que el nuevo gobierno denunciara a Lysenko. Casualmente, China con su revolución comunista, adoptó los principios establecidos por su camarada ruso. Eso debió colaborar de alguna forma con la gran hambruna que mató a millones de personas en el Gran Salto Adelante.

Rechazar un desarrollo científico ampliamente beneficioso para las personas, por el solo hecho de provenir de alguien que no piensa igual, es un error. Cuando la decisión afecta a millones de personas y produce innumerables muertes, es un crimen.

La ciencia no se decreta, se comprueba.


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