Tom Holland demuestra que puede ser algo más que el vecino más conocido de Nueva York en Cherry, lo nuevo de los hermanos Russo para Apple TV +. La película es la prueba de fuego para el actor y la demostración de que hay vida, más allá del traje del arácnido más querido del universo Marvelita. 

En una de las escenas de la película Cherry (hermanos Russo, 2021), la cámara enfoca el rostro de Tom Holland durante un largo minuto. Su expresión va de un horror absoluto al cansancio. Todo con apenas un par de gestos, los ojos entrecerrados y la boca apretada. ¿De miedo?, ¿de tensión?, ¿de furia? No es sencillo comprender lo que ocurre con el personaje de Holland en una película que apuesta a los matices emocionales. Pero el actor logra brindar una noción profunda sobre el mundo interior de su personaje. Sostiene la tensión interna que le sacude, a la vez que muestra el sufrimiento invisible que lleva a Nico Walker, veterano de guerra y criminal por necesidad, a enfrentar lo que sea que le depare su destino.

Sorprende la forma como los hermanos Russo logran que la obra semiautobiográfica homónima en que se basa la película adquiera una profunda dimensión trágica en pantalla. En su versión en papel, la historia del médico del ejército que regresa a la vida civil tiene algo de sórdida. El personaje se debate entre sus experiencias en Irak, un severo estrés postraumático y luego, la adicción a la heroína. El recorrido resulta escalofriante. Nico pierde no solo la vida tal como la conocía, sino que termina envuelto en una serie de situaciones criminales, que acaban por aplastarle y destrozar su cordura.

Para la adaptación cinematográfica, los hermanos Russo toman la inteligente decisión de enfocar la serie de desgracias que sufre el personaje, en la noción de la pérdida de su identidad. Holland (que luce irreconocible en el papel), imprime al Nico Walker cinematográfico una singular personalidad dual. De la fragilidad a la rabia, Nico parece incapaz de comprender la forma en que su vida se fragmentó, a partir de un suceso traumático. Los directores, una de las piezas centrales del Universo cinematográfico de Marvel, hacen gala en Cherry de un pulso dramático ejemplar. La película es un recorrido bien meditado a través de la oscuridad emocional, de un hombre que no logra recuperarse de sus heridas mentales.

Pero el guion (escrito a cuatro manos por Angela Russo-Otstot y Jessica Goldberg), reflexiona en especial sobre el mundo convertido en un enemigo invisible. El filme tiene mayor interés en mostrar la forma en que Nico percibe la pérdida de todo lo que consideraba valioso. No hace hincapié en detalles morbosos sobre la adicción o un cuadro psiquiátrico complejo. Todas las sombras en la vida de Nico se relacionan con un pozo profundo de desesperación, que Holland muestra con una actuación contenida y cuidadosa. Más allá de él, lo que le rodea parece conspirar de manera violenta para que el personaje se encuentre en medio de la disyuntiva de quebrantar la ley  – sus ideales –  o avanzar en alguna dirección en la penumbra. Y aunque la decisión parece obvia, los directores logran crear un ambiente claustrofóbico y angustioso que sostiene a la película hasta hacer creíble la forma en que el Nico se comporta.

Se trata de un personaje en especial complejo, porque en realidad no es un antihéroe al uso, sino una víctima. A la vez, se trata de un criminal que debe asumir el peso de la culpa de una manera racional. Todo mientras batalla como puede entre luchas morales y éticas, la adicción a la heroína y un cuadro psiquiátrico cada vez más complejo. Holland imprime una cierta fragilidad devastada a un hombre que termina por recorrer un trayecto angustioso hacia ninguna parte. Porque en realidad y de la misma manera que la novela, todo lo que Nico hace o decide, le encamina sin duda hacia un tipo de tragedia complicada de entender. El guion no apela a dramatismos, sino que enfoca su atención en cómo el personaje logra resolver la disyuntiva entre el bien y el mal.

Por supuesto, el punto más intrigante de la historia es el largo camino criminal que Nico recorre, en medio de su necesidad de expiación. La historia real incluye una sucesión de diez atracos bancarios que hicieron historia en Cleveland, en especial por haber sido cometidos en apenas cuatro meses. Los Russo logran imprimir el mismo aire vital y frenético de sus películas más comerciales a un nuevo discurso más modulado.

El personaje va de un lado a otro en medio de una trepidante carrera contra el tiempo y la justicia. Los Russo beben de la tradición de las mejores Heist movie para crear una percepción de urgencia cada vez más desordenada. De la misma forma que Sidney Lumet en el clásico de 1975 Tarde de perros, los robos bancarios se resuelven en escenas emocionales y duras. Los directores encuentran un punto de evidente paralelo entre el mundo interior de Nico  –cada vez más devastado –  y la forma como la violencia se manifiesta.

Por supuesto, la rápida cada vez más extraña carrera criminal de Nico, se muestra como una serie de secuencias de acción de curiosa energía. Pero los Russo no olvidan que la película depende de la verosimilitud de su personaje. Y es entonces que Holland logra sostener sobre sus hombros, las líneas narrativas que se entrecruzan sobre este adicto, aterrorizado por su lento desplome y seducido por el riesgo. El resultado es una mirada doble no solo al hombre que empuña el arma, sino a los dolores mentales que le aquejan.

En ciertos puntos, es evidente que la película toma algunas de sus ideas del filme de 2002 Atrápame si puedes de Steven Spielberg. De la misma manera que el Frank Abegnale Jr de Leonardo DiCaprio, el Nico Walker de Holland es una figura elusiva. Una construcción que funciona sobre la emoción y se manifiesta en la necesidad de continuar a pesar del riesgo. Es eso lo que hace de Cherry una rarísima combinación de tono y ritmo que por momentos puede confundir, pero que al final resulta efectiva por el buen manejo del guion de sus puntos más complejos.


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