Está llegando lo que nos decían: interacción total con los ordenadores que son la “inteligencia artificial”.

Estamos ya en los prolegómenos de lo que es “conversar” con las “cosas” (llegó el IoT Internet of Things) que permite, en algún momento, indicarle y conversar con tu heladera y ver qué productos necesita surtir; conversar con tu ordenador y ver qué tareas pendientes existen y además que te den las posibles ideas y soluciones. Ahora ya empezamos a chatear con la IA para ver diversas opciones de solución a determinados problemas. Estamos, entonces, interactuando con una entidad no humana para tomar ciertas decisiones que, en algún caso, podrían afectar a la sociedad. Desde las formas de construcción de edificios, el análisis contable de las empresas hasta proyectos de micromedicina y operaciones de alto riesgo en donde la inteligencia artificial sabrá si no orientarnos dirigirnos totalmente.

La IA es un concepto que pasó del cine a la realidad. Pronto van a manejar aviones, sistemas de defensa, complejos sistemas de transporte entre ciudades y países y van a estar “al mando” de los sistemas de control de aeronáutica; de manera que sabrán qué aeropuerto opera y qué aerolínea vuela y qué tipo de combustible utiliza y cuál avión es más eficiente.

Desde el simple chat que hoy desarrollamos en nuestros ordenadores con una inteligencia artificial, que de paso está recogiendo todos los datos nuestros y metiéndonos en sus algoritmos de preferencias que permitirá a esta inteligencia conocer absolutamente todas nuestras movidas diarias: uso de email, chats, movimientos de cuentas de banco, vuelos en avión, carguío de combustible y tipos de alimentos y compras qué preferimos. Estamos entregando, voluntariamente, a la inteligencia artificial, diariamente una cantidad de datos que no sólo nos harán predecibles, sino que nos conocerán, ¡en nuestros más íntimos secretos!

Quizá está llegando ese momento, sórdido, de la película Wall-E (2008) en donde los pasajeros de esa nave intergaláctica (que eran todos humanos con sobrepeso) eran capitaneados por una supercomputadora o “inteligencia artificial” y el comandante de esa nave intergaláctica era, también, un obeso humano. Esto porque los humanos habían abandonado, hace muchos años atrás todas las tareas y obligaciones y se dedicaron a descansar, contemplar imágenes digitales y a “vivir” si es que eso se puede llamar vivir: dado que la inteligencia artificial ordenaba a una serie de máquinas y robots a realizar todos los trabajos: desde barrer o limpiar, cocinar, conducir o pensar. Todo está bajo dirección, control y organización de una inteligencia artificial que, supuestamente, está a “nuestro servicio”.

Quizá ese futuro distópico va a llegar en algún momento: ya habrán masivamente vehículos eléctricos no tripulados, drones al servicio de carga, aviones sin necesidad de pilotos y guerras sin humanos, sólo máquinas operando y humanos detrás de un tablero y ordenador viendo, ni siquiera dirigiendo, porque las movidas en guerra, en negocios, en la industria, en grandes plantas y fábricas serán siempre determinadas por el mejor algoritmo de eficiencia dictado por la IA.

La película Yo Robot (2004) nos muestra que los humanos dejamos de hacer 90% del trabajo y estos trabajos, desde los más sencillos, son desarrollados por supercomputadores que dirigen robots con similitud humana.

A ese punto de la evolución estamos llegando con el reciente y novedoso chat que se puede realizar con la inteligencia artificial. Estuve llevando a cabo varios chats y ciertamente la lógica con la que los algoritmos responden es precisa. Les falta el tacto humano, pero son fríos en datos y cifras que nos dejan pasmados.

¿La inteligencia artificial llegará a dominar el mundo? A partir de un simple chat podemos decir que sí. Esperemos que ese dominio del mundo, de nuestra raza humana, sea en positivo y no genere los desperfectos ni intentos de desaparecernos porque los humanos somos llenos de fallas y no tenemos la pureza de los datos y la frialdad de los números de la inteligencia artificial exige en sus análisis. Ya la seria de películas Terminator (1984) y sus secuelas nos muestran ese lado de la moneda: qué ocurriría si en un momento equis de la historia que se viene la IA toma “consciencia” de su propio ser y existencia y de su poder de manejo y empieza a decidir que le somos “residuales” o “irrelevantes”. Sobre este punto podemos llegar a debatir días y días.

De momento la inteligencia artificial nos sirve para seguir creciendo en nuestro desarrollo personal y seguir investigando, viendo las mejores formas de hacer que el humano tenga mejores datos a la hora de la toma de una decisión, mejores argumentos precisos y herramientas que nos permitan construir sociedades más modernas y con más tiempo libre para disponer.

Y por si acaso, esta columna es -todavía- realizada por mí. La próxima pediré al chat IA que elabore una columna sobre un tópico específico, de los que suelo tocar, y de seguro habrá algún resultado quizá mejor y más depurado de lo que suelo escribir.

@BorisSGomezU


El periodismo independiente necesita del apoyo de sus lectores para continuar y garantizar que las noticias incómodas que no quieren que leas, sigan estando a tu alcance. ¡Hoy, con tu apoyo, seguiremos trabajando arduamente por un periodismo libre de censuras!