Quizá el alcalde (y su equipo), fruto del particularísimo 21N próximo pasado, supuso que la cosa quedaría en la estricta intimidad de la casa, bastando un antialérgico y un acetominofén para prever cualquier desliz viral tras un ligero dolor de cabeza. En cuestión de poco tiempo, Neomar Lander quedaría reducido a un dato lejano, desvanecido en horas del mediodía digital, permitiéndole lidiar con los asuntos administrativos de una inimaginable complejidad en el municipio que, muy antes, fue presagio de una candidatura presidencial, la cual no descarta para sí, y, muy ahora, se ha integrado a esa suerte de casino político que le permite al régimen rifar sus favores.

Caído en medio de las más encendidas protestas suscitadas por el socialismo que ha confiscado la centuria, el doloroso aniversario del mártir movilizó a un grupo de jóvenes que lo tributaron, honrando las paredes manchadas de gris con su nombre.  Apersonada la policía de Chacao para detenerlos dizque por lacerar un mural artístico al que, simplemente, no le dieron alcance, trastocados en vándalos, prontamente fueron entregados a las autoridades nacionales y, en medio del desasosiego, tardaron las injustas medidas cautelares, a lo sumo, por una falta que desmentiría con facilidad un novel estudiante de Derecho.

Diferenciándose de otras experiencias afines, allende las fronteras, la usurpación ha promovido y promueve individualidades, corrientes y fuerzas presuntamente alternas, e histriónicamente opositoras, a las que les ha faltado suficiente maquillaje. Un municipio distinto, pero referente de la ciudad capital, no podía ni puede ser la excepción, por lo que el amargo incidente que involucró a los valientes muchachos que claman por libertad, dejó notariado un hecho político que antes fue conjetura, pálpito e indicio: cuales prisioneros de guerra, la alcaldía los entregó como trofeo y como contraprestación.

Creyendo indiferente a todo el país que se extiende al sexto continente de nuestros desplazados y refugiados, la entrega fungió como una demostración de lealtad del socio confiable que es o puede ser, respecto al poder central del que espera una cabal comprensión y cooperación. Valga acotar, en algo comprensivo y cooperador con el tímido municipio que amenazó con desmembrar del estado Miranda, dócil con las directrices superiores en la infinita cuarentena de la separación de poderes y, negada la protesta en la jurisdicción, presumido acreedor de todo reconocimiento.

Lo peor es que la representación del consabido partido presupuestario, deriva infortunada de otro que sepamos, no lo ha tocado siquiera con el pétalo de una rosa pintada de azul, todo un motivo, ha mentido a la opinión pública – acaso – confiado en los ciudadanos que ya no serán jamás veraces, gracias al califato petrolero que absolutamente todo lo relativiza, conforme a sus más inmediatos intereses. Los reputó de vándalos, siguiendo la conseja del oficialismo que garabateó incansablemente cualquier rincón e intersticio de la ciudad capital, demandando la libertad de Alex Saab a los muy lejanos jueces que deben consultar un atlas para precisar mejor dónde quedamos, sin lograr la más modesta y espontánea movilización de sus partidarios en casa.

Y, peor aún, consumada la entrega, intentó desplegar una maniobra táctica que, de consumarse, hubiese sorprendido a Sun Tzu, obligado Lawrence Freedman a actualizar su historia militar, exigiéndole al poder central nada más y nada menos que la liberación de los muchachos. Siendo tan desenfada la imaginación, no es difícil  sugerir una llamada alegando el error y la inconveniencia política de las aprehensiones, luciendo obvia la respuesta de acuerdo con el lenguaje forense en boga: “indevolvibles”. Contestes con las reglas de un buen timbre maquiavélico, las coincidencias no se decretan y las alianzas saben mucho más de las cláusulas implícitas que las expresas en el desarrollo de un juego que reclama intuición y habilidad, probándose hecho por hecho, y convalidándose circunstancia por circunstancia; y si un actor no sirve al poder que le brinda el escenario, simplemente prueba con otro: más aun tratándose de un régimen y de una lógica de funcionamiento que no pasa precisamente por el meridiano de los principios y valores expresamente constitucionales.

La municipalidad que pretende los cambios de zonificación para anticiparse al poder central en el afán de implementar a su leal saber y entender el modelo chino, la que desoye las continuas denuncias sobre la tala de árboles, o la que  ha bañado el paisaje urbano de un gris de mal agüero,  se sintió ofendida con el recuerdo de Neomar Lander que notablemente cultiva la mayoría de sus ciudadanos. Llegará el día de unos comicios libérrimos que sinceren el liderazgo de una localidad que no podía ser ni es,  la excepción del drama que aqueja al país.

@luisbarraganj


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