Para Hugo Chávez eran “lugares de perdición que solo servían para enriquecer a los burgueses”. El general Néstor Reverol dijo en 2011: “La revolución no va a aceptar que operen al margen de la ley estas organizaciones (casinos) donde violan la Ley contra la Delincuencia Organizada y que se convierten en centro de lavado de dinero producto del narcotráfico”.

Es verdad que en 10 años es mucha el agua que ha corrido y Venezuela definitivamente es otra, pero ¿por qué Nicolás Maduro se atreve a revertir una orden del fallecido presidente? ¿Estaban el comandante y Reverol equivocados? Sin saberlo, ya es un hecho: no es 1 ni 2 ni 3, son 30 los casinos que van a abrir en el país.

Ya para finales de 2020, y con el esplendor del Hotel Humboldt, el mandatario se sintió entusiasmado y adelantó su intención de olvidarse por completo de las directrices de su amado predecesor. En aquella oportunidad dijo que las apuestas se harían en petros, como buscando una manera de levantar del subsuelo la criptomoneda que él inventó.

Lo cierto es que el Casino Humboldt se inauguró, pero las apuestas corrieron en billetes verdes; incluso, se llegó a ventilar por las redes sociales que la entrada a la gran fiesta costó 100 dólares. Una vez más tratan de engañar a la gente, pero por más que intenten aclarar siempre oscurece, pues las intenciones de una medida como esta solo están claras para los beneficiarios de tan lucrativo negocio.

Hay algo positivo y es que las miles de personas que en 2011 perdieron sus empleos podrían recuperarlos, si es que aún siguen en el país. Porque si una cosa es cierta es que el cierre de los casinos no afectó en lo más mínimo el negocio del narcotráfico, que según las denuncias ahora opera en los estados fronterizos del país sin ningún tipo de disimulo y con protección oficialista. Mucho menos al lavado de dinero.

Son 30 casinos los anunciados y nos preguntamos: ¿Un país en crisis, con hiperinflación, con las instituciones educativas en ruinas, con los hospitales desabastecidos, con industrias paralizadas, donde el salario mínimo es inferior a los 2 dólares, es el idóneo para incentivar el juego? Vamos más allá, ¿para quién gobierna Maduro? Porque nada más ajeno que un casino para el venezolano que debe ingeniárselas para rebuscar un ingreso que le permita subsistir y comprar alimentos para sus hijos.

Quizás lo hace pensando en esos nuevos “burgueses” que no saben qué hacer con el dinero; o para dar la sensación de “normalidad” en un país depauperado y saqueado.

Nuestro caricaturista Pinilla tiene una buena interpretación, que no dista mucho de lo que pensaba el propio ministro Reverol cuando los prohibió y era el director de la Oficina Nacional Antidrogas.

¿Son los casinos centros de perdición o de salvación? Buena pregunta. ¿Quién se atreve a apostar por la respuesta?


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