Estimado M. H. Otero:

El 2 de mayo del año en curso, el compatriota Orlando Ochoa-Teran publicó en El Nacional un articulo en el cual me menciona sin maltratarme («El delirio de los fanaticos sinceros»).

Pero ocurre que al articulo del señor Ochoa-Terán lo considero irrespetuoso e injusto con Gustavo Coronel, un venezolano de lujo, modelo de servidor público decente, cumplidor y eficiente.

Tildarlo de «fanático» (sincero o no), ademas de intolerante y odiador, constituye un despropósito lamentable.

Nadie se convierte en «fanático» porque con inteligente vehemencia exprese ideas distintas a las de uno.

En lo personal me consta que, como todo hombre culto y democrático, Coronel es un personaje autocrítico.

Además, tampoco se convierte en «fanático» quien sostenga que levantar sanciones a la narcodictadura sin lograr concesiones democráticas es un trágico disparate.

Con afecto,

Alexis Ortiz.


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