Eduardo Fernández

Si los intransigentes hubieran ganado la Segunda Guerra Mundial, hoy no existiría Alemania porque hubieran quemado a todos los sobrevivientes y derrumbado toda edificación, pues tenían lo necesario para hacer estragos. Los venezolanos intransigentes no hacen el juicio de Nuremberg ni pueden hacer nada si no tienen recursos para tumbar al régimen; la intervención externa no funciona como en la época de la Guerra Fría, aparte de que la influencia externa habla tres lenguas.

Hay que recordar lo siguiente:

  • Chávez se alzó.
  • Chávez fue perdonado.
  • Chávez fue elegido presidente en limpia elección.
  • Chávez fue reconocido por todos los países, y promovido por el Grupo de Río, la izquierda europea, africana, asiática (no Oceanía por ser inglesa).
  • Chávez fue derrocado por golpe de Estado, pero salvado por Fidel.
  • Fidel fabricó a Maduro y se lo impuso a Chávez,
  • Chávez (coincidencia o no, azar o no) murió en los brazos angelicales de Fidel, que lo cuidó (si murió por enfermedad o por otra causa -eso- lo va a decir la historia).
  • Chávez (llevado de La Habana a Caracas muy enfermo) en muy breve cadena candidateó a Maduro (si lo hizo hipnotizado o no -eso- también lo dirá la historia).
  • Fidel hizo ganar a Maduro para que le regalara petróleo y dólares sonantes, pero no contantes por tantos años y los que faltan, porque de que va pa’ largo, va pa’ largo.
  • Y si va pa’ largo hay que hacer algo para cortarlo de cepa. Que Maduro y militares maduristas lo sepan.

Venezuela necesita coordinación (no se requiere unión sino reunión) entre no maduristas civiles y militares dispuestos para hacer borrón y cuentas nuevas. Aunque no está claro lo de «militares» porque la clave radica en la prevalencia de quienes tienen la sartén por el mango. Si la sartén está en manos de militares venezolanos, se puede concluir que la coordinación es factible y conducente al logro de un entendimiento venezolanista de transición (si la prevalencia militar depende de militares extranjeros, -eso- no es tratable en este escrito).

Pero hay que conseguir un cascabel y un gato. Se debe asumir que el doctor Eduardo Fernández está listo para engancharlos. Por lo que se escucha, a él le están sobrando aplausos en ambos bandos. Es de esperar que una vez elegida la Sra. Machado, los optimistas van a rodear al doctor Fernández para cooperar con el gobierno, a fin de acoplar a tirios y troyanos, dispuestos a lograr para Venezuela una vía que todos podamos transitar con cautela que nos ampare de incurables tropiezos. Si al doctor Fernández no lo rodean esos optimistas, muy improbablemente otro venezolano lo va a lograr y se puede perder el movimiento cívico que coopere con el nuevo gobierno para ayudar a que los venezolanos podamos tragar o escupir la porquería atapuzada en nuestra garganta cívica y no sigamos atorándonos sin poder esputar algo viable que nos ayude a reconstruir a Venezuela.

Desgraciadamente, Venezuela tiene el peligro de continuar en la actual situación si la sartén militar está en manos de militares no venezolanos. Pero también el nuevo gobierno venezolano puede tener el respaldo de un nuevo partido gigante, presidido por el doctor Fernández: el Partido Transigente Unido de Venezuela (PTUV).


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