Te veo enfadado, ¡muy enfadado!, tanto que estás quemando contenedores e incluso coches y con ello destrozando las calles de tu ciudad y lo que es más importante, la paz y la tranquilidad de tus conciudadanos.

Te veo enfadado, tanto, que sales con la cara tapada a la caza de todo aquel que lleve una bandera que no es del color de la tuya. Te veo tan enfadado, que escupes e increpas a los hombres y las mujeres que trabajan por mantener la seguridad y el orden. Tan enfadado, que cortas carreteras y vías públicas, que impides a muchos cientos de personas acudir a sus trabajos y cortas las vías de comunicación de tu ciudad, lo que hace que no se pueda salir, pero tampoco se pueda entrar.

Tan y tan enfadado estás, que has dejado a una mujer embarazada llorando horrorizada en un atasco de 50 kilómetros que provocaste con tu enfado. Iba a dar a luz a su hijo y estaba atrapada.

¡Qué enfadado estás! Tanto, tanto, que tu enfado ha bloqueado las vías de evacuación del aeropuerto y ha fallecido un hombre al no haber llegado al hospital a tiempo.

Oigo que tu enfado es muy serio y grave, “estás oprimido”. Tienes 19 años y estás oprimido. Tu vida es imposible. Tienes una casa cálida donde vives con un entorno familiar razonablemente estable, tienes comida todos los días, una sanidad pública estupenda -la mejor del mundo probablemente-, una educación pública que te permite estudiar lo que quieras y donde quieras, un plato de comida y cena, ropa a elegir, ordenador en tu mesa de casa, teléfono móvil, dinero de bolsillo para moverte con libertad por todo el mundo… Pero estás oprimido, y eso, eso no puede ser.

Te diría que reflexionases un poco y te preguntases en la soledad de tu alma, sin voces contaminantes a tu alrededor: “¿Qué me oprime? ¿Quién me oprime?”.

Puede que lo que te oprima es una idea, un sentimiento compulsivo que viene de muy lejos en el tiempo y que algunos han mantenido en sus corazones haciendo que pase de generación en generación. Un sentimiento que vivió y creció fundamentalmente entre la burguesía de tu tierra y que anidó en su rencor y en la promesa de que algún día se haría lo que para ellos era su prioridad y su razón de ser: que Cataluña no fuese una parte de España. Y ese razonamiento se ha alojado en ti como un parásito que te come el alma.

Creo que te han engañado con la historia, la cual se ha salpicado con ese sentimiento y ese rencor. Pero ese, estimado joven,  ya no es tu tiempo. Tu presente es otro, tu mundo es otro.

Mira dentro de ti y sobre todo mira hacia delante. Hoy en día vosotros, los jóvenes, sois apátridas, sois pacifistas, sois globales. Os comunicáis de otra manera y vuestros elementos para comunicaros y vuestras conversaciones trascienden todo tipo de aduana. Vuestro lenguaje es diferente, vuestra ansia es la paz y la sostenibilidad del planeta ¿Qué haces, pues, ahí tan enfadado enarbolando un sentimiento opresivo que a ti no te oprime ni en lo más mínimo?

Rebélate siempre, ¡pero siempre!, ante aquello o aquellos que te quieren manipular y hacer de ti el instrumento para la defensa de sus sueños, los cuales te son ajenos y tienen olor a naftalina. Tu mundo es otro. Tu mundo está al frente, tú lo construyes. Ábrete a tus coetáneos y congéneres y lucha por lo realmente importante, “el planeta”, la justicia social, la sostenibilidad, la paz.

Observa desde el silencio y el sosiego de tu alma. No dejes que nadie te arrebate tu discernimiento, no seas un borrego tras la manada.

No hay ningún Estado opresor que te hace vivir peor. Observa e interpélate. Las cosas no son idílicas, hay mucho que mejorar, pero no permitas que te hagan mirarte el ombligo ni creerte superior o inferior a nadie.

Aquellos que entienden la política como su “modus vivendi” hacen de ella una religión. Por ello deben de adoctrinar a las mentes desde las aulas con el fin de subsistir y traspasar el canal del tiempo, si no, morirán sus egos y el de sus ancestros, en definitiva, su razón de ser.

Jove estimat, la vida es un sueño, vívelo lúcido.

Todo mi cariño.

 

Publicado en el Diario Menorca de España


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