En Wikipedia encontramos una reseña sobre Carlos Rangel (1929-1988) que es un tanto escueta. Ahí se indica que fue periodista, académico, diplomático, figura de la televisión y uno de los principales difusores del liberalismo en Venezuela. También se dice a vuelo de pájaro que realizó estudios en Caracas, Nueva York y París; que ejerció algunas funciones diplomáticas; que tuvo importantes desempeños en el campo periodístico y en la televisión; y que publicó dos libros (Del buen salvaje al buen revolucionario y El tercermundismo) que fueron traducidos a varios idiomas, entre ellos el francés y el inglés. Finalmente señalan que algunos de sus artículos fueron publicados póstumamente en un texto titulado Marx y los socialismos reales y otros ensayos.

Creo que su personalidad e impecable desempeño justifican una biografía, a la par de esas mismas a las que nos tienen acostumbrados los escritores ingleses y norteamericanos sobre sus figuras más representativas. Tendremos que esperar a que salgamos de la revolución bonita, y a que nuestra economía muestre signos estables de recuperación, para que ese proyecto pueda hacerlo realidad algún ensayista venezolano con apoyo del sector público o privado.

Mientras aguardamos por tan importante acontecimiento, es pertinente dejar registro de algunos de sus puntos de vista, extraídos de los dos primeros libros arriba mencionados, y cuyo propósito no fue otro que generar en el lector una mejor comprensión de Latinoamérica y el tercermundismo que aún mantiene plena validez y vigencia.

De su primer gran éxito editorial publicado en 1977, que intitulara Del buen salvaje al buen revolucionario y cuyo prólogo fue escrito por Jean-Francois Revel, tomamos cuatro memorables comentarios:

  • De hecho, Argentina, Chile y Uruguay fueron durante el siglo XIX y hasta 1914 los países latinoamericanos con mayores contactos con Europa, comerciales y de otra índole, y están obviamente entre los países latinoamericanos más adelantados. Lo mismo México, cuyo desarrollo relativamente muy satisfactorio está obviamente vinculado a su proximidad y complementariedad con la economía de Estados Unidos. Lo mismo Venezuela, la cual sin el petróleo descubierto y comercializado por los norteamericanos, los ingleses y los holandeses, estaría hoy por hoy más o menos en el nivel de Honduras.
  • Sarmiento, lo mismo que Bolívar, es uno de los contados latinoamericanos que han llamado al pan pan, y al vino vino (y por eso los nacionalistas y fascistas argentinos lo consideran un traidor, y exaltan a Rosas). No idealiza al indio, ni al gaucho, ni al folklore (…) No considera que ser nacionalista sea afirmar que los defectos de su país sean virtudes, y defectos las virtudes de los otros países.
  • Al rechazar el Premio Nobel en 1964, Jean-Paul Sartre creyó justo y necesario incluir en su renuncia, dirigida a la Academia Sueca, una referencia a los heroicos guerrilleros (comunistas) y al horrendo gobierno (social-demócrata) de Venezuela, el cual había cometido el pecado de primero resistir a la tentación de declararse solidario en palabras y en actos con la Revolución Cubana (…) y luego defenderse de un asalto insurreccional tanto más injusto cuanto que Venezuela acababa de inaugurar una etapa de libertades, de reformas populares y de medidas de soberanía económica, tales como la promoción de la OPEP (…) y el establecimiento de una empresa petrolera nacional.
  • Porque, lo mismo que Porfirio Díaz, Fidel Castro es un auténtico caudillo latinoamericano, y además, lo mismo que Porfirio Díaz, un caudillo consular, agente de una potencia extranjera, en este caso la URSS (…) y a cuyo apoyo (…) debe su estabilidad en el ejercicio de un poder personal y despótico.

De su segundo trabajo, titulado El tercermundismo, extraemos otros cuatros párrafos remarcables:

  • “He visto el futuro ¡y funciona!”. Esta exclamación extática del norteamericano Lincoln Steffens, allá por 1920, expresa cabalmente la inmensa esperanza que la primera mitad de nuestro siglo invirtió en el socialismo, una vez establecido que un gobierno de ese signo había logrado entronizarse en la vasta Rusia.
  • Sesenta años más tarde las cosas se presentan de muy distinta manera. El socialismo (…) ha obligado a un número cada vez mayor de gente reflexiva a concluir que no funciona, o por lo menos que funciona de manera harto distinta a lo que prometía (…) la Unión Soviética ha reconocido haber sufrido (…) una tiranía de una inhumanidad e ignominia sin precedentes.
  • En resumen, la realidad soviética aparece hoy (y esa revelación es aceptada hasta por algunos partidos comunistas de Occidente), como una mezcla de odiosa represión política e ideológica con pobre rendimiento económico, en lo interior; y de brutal y voraz imperialismo, en lo exterior.
  • El auge del tercermundismo es uno de los hechos centrales de la historia actual, y uno de los más ominosos. Por todos lados nos acosa la evidencia de que la adopción del socialismo conduce al reforzamiento monstruoso del Estado, al acorralamiento y eventual asfixia de la sociedad civil, al autoritarismo y finalmente al totalitarismo.
  • Sugiero una detenida y profunda reflexión de mis lectores sobre lo antes tratado.

Concluimos nuestro artículo de hoy con unas referencias necesarias. Aunque muchos sueñan con salir lo más pronto posible de la actual experiencia revolucionaria, son pocos los que tienen conciencia de que la lucha no termina ahí; la reconstrucción será un proceso que tomará su tiempo. Con todos sus defectos, una democracia conocida es siempre mejor que una revolución por conocer; salvo Cuba, Nicaragua y Venezuela, América es un continente donde aún impera la democracia. Los comportamientos que se observan en los gobiernos de México y Argentina, así como el viento fresco que ahora impacta a Lula da Silva en Brasil, no implican propiamente cambios revolucionarios o transformaciones políticas de envergadura. Esos tres países están muy lejos de transformarse en colonias de Cuba, China o Rusia. Lo mismo aplica en el caso de nuestra hermana Colombia.

@EddyReyesT


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