Carlos Canache Mata fue uno de los líderes históricos de Acción Democrática y protagonista fundamental de la democracia venezolana. Falleció el pasado viernes 25 de agosto en la noche, en Caracas. Se trata de una pérdida significativa para la política venezolana. Representó el talante ético, el coraje y el compromiso con un proyecto político que caracterizó a los adecos fundadores del “Partido del Pueblo”.

Perteneció a la generación del 45, integrada, entre otros, por Carlos Andrés Pérez, Luis Augusto Dubuc, Alberto Carnevalli, Leonardo Ruiz Pineda, Antonio Pinto Salinas, José Paz Galarraga, Ramón Escovar Salom, Doris Parra de Orellana, Octavio Lepage, Marco Tulio Bruni Celli, Domingo Alberto Rangel, Jaime Lusinchi, José Manzo González, José Ángel Ciliberto. (La generación del 58 es la del MIR). Fue uno de los mejores tribunos de esta generación y uno de los más longevos, junto con Marco Tulio Bruni Celli.

Murió en su casa de Alto Prado, rodeado de su esposa y de sus cuatro hijos, en el ambiente de sobriedad característico de la vieja estirpe adeca. Como dato anecdótico hay que decir que Canache Mata nació el 23 de septiembre de 1927, pero en su cédula –por un error burocrático– aparecía como fecha de nacimiento el 22 de agosto. En todo caso, murió poco antes de llegar a los 96 años de su vigorosa actividad política e intelectual.

Fue columnista de El Nacional desde la década de los sesenta con artículos semanales. Su inconfundible estilo estaba influenciado –al igual que Rómulo Betancourt– por la prosa de José Rafael Pocaterra: leyó varias veces Memorias de un venezolano de la decadencia. Su trabajo de mayor calado fue Rómulo Betancourt. Líder y estadista, en el cual Canache narra la vida del jefe adeco a partir de su propia mirada, tal como lo explica Ramón Escovar León en artículo publicado hoy en esta misma página.

Carlos Canache fue médico para complacer a su madre y abogado por un reto que le formuló en un debate parlamentario su amigo Pedro Pablo Aguilar. No ocupó cargos burocráticos, salvo la Secretaría de Gobierno de la Gobernación de Anzoátegui, porque fue un hombre de acción. Así lo demostró cuando ocupó los cargos más relevantes en Acción Democrática: secretario de organización, secretario general, jefe de la fracción parlamentaria y presidente del partido. Esos cargos los ejerció con autoridad y tolerancia.

A Canache se le puede culpar por no haber sido presidente de la República. Cuando se estudia la historia no se pueden hacer especulaciones: “qué habría sucedido si se hubiese hecho esto o aquello”. Los acontecimientos históricos son lo que son y no se pueden cambiar. Lo que se permite este editorialista es salirse de esa regla para afirmar que habría sido otra la historia si en lugar de Jaime Lusinchi el presidente hubiese sido Carlos Canache Mata. Pero esto no ocurrió y solo nos queda admitir la manera como ocurrieron los hechos.

De la colección de artículos que nos deja Canache Mata se evidencia su angustia por lo que ocurría en Venezuela y por la consolidación del proyecto autoritario militarista, y todo ante la fractura y peleas intestinas dentro de su partido. Acción Democrática fue capaz de escribir páginas notables de la historia política venezolana cuando el mando lo ejercían sus líderes históricos. El asunto cambia cuando se produce el quiebre del modelo político al amparo de la frivolización de la política. El debate ideológico es desplazado por la visión cortoplacista y cuando se impone la maquinaria y el clientelismo sobre la reflexión intelectual y la propuesta ideológica.

En uno de sus artículos de Canache, “El estadista, los principios, la decisión política” que dedicó a Virginia Betancourt, afirmó que “los políticos, si tienen la estatura del estadista, interpretan su tiempo y, a la luz de sus principios, toman decisiones llevados de la mano de lo alcanzable” (El Nacional, 4.05 2023). Pero lo trágico es que ahora el líder político, con talante de estadista, fue sustituido por el tuitero, que es incapaz de confeccionar un proyecto de país viable para Venezuela.  Ojalá que su pensamiento y su ejemplo de dignidad sirva para acicatear a la dirigencia opositora a rescatar la importancia de la unidad y mirar lo grande para lograr lo alcanzable.

Este editorial se publica a pocas horas del sepelio del gran líder adeco (que será hoy a las 3:00 pm en el Cementerio del Este, capilla VII) y en momentos en que su partido se acerca a un nuevo aniversario. Que lo aquí dicho sirva para recordar que Carlos Canache Mata, como actor y como testigo de la historia política, hablaba sin compromisos con el tiempo.

Todo esto evidencia que Carlos Canache Mata fue un político relevante de la historia contemporánea. Su espíritu conciliador y su energía intelectual fueron contribuciones relevantes a la consolidación de la democracia.


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