Continúa en el escenario social y político venezolano el qué hacer frente a la consulta electoral que ha organizado el gobierno para el 6 de diciembre de 2020, fecha escogida unilateralmente para renovar la Asamblea Nacional, cuya composición política ha sido favorable a la oposición en estos últimos cinco años.

Convocatoria sobre la cual hay todo un conjunto de opiniones: en torno a su muy discutida legalidad, a sus posibilidades de desarrollo en el tiempo, pero muy particularmente al espacio posible para su realización democrática.

Hoy nos detenemos en la situación social en la cual transcurre la vida diaria de los electores, que no son otros que los ciudadanos que nos encontramos atrapados y abrumados por un verdadero paquete de carencias que parecieran elaboradas para castigar a la población.

Basta observar el desarrollo de la campaña electoral gubernamental ya en marcha, para apreciar el monstruoso ventajismo presidencial, el cual utiliza discrecionalmente los múltiples recursos del Estado: el dinero, la información, las comunicaciones, el transporte, e incluso las armas y la violencia.

Cuando examinamos la realidad en la cual se debate nuestra población, carente de capacidad adquisitiva suficiente para normalizar su desempeño, sobreviviendo con salarios ultramiserables, ausente de comunicaciones básicas para desenvolverse con relativo éxito en cualquier compromiso personal o político.

Y si a esta complicada y limitada existencia le incorporamos algunas de las restantes “plagas de Egipto”, como lo es la aún no controlada inflación ahora dolarizada, que devora los centavos que recibimos como salarios, retroceso que nos conduce a la Venezuela de las Casas muertas, a la realidad de la nación empobrecida de las primeras décadas del siglo XX.

La ausencia de gas y electricidad, inexplicables carencias que han vuelto a llevar al “monte” a nuestras mujeres a buscar la leña indispensable para cocinar, borrando criminalmente el progreso en las condiciones de vida de los ciudadanos, particularmente de nuestras madres, esposas e hijas.

Al paquete neoliberal madurista, necesariamente debemos incorporar un extraordinario e indeseado, pero importante y determinante factor, como es el de la pandemia creada por el coronavirus, cuya presencia ha colocado en riesgo vital a nuestra población.

No tengo la menor duda de que para la mayoría aplastante, sobre 90% de nuestros ciudadanos, su principal preocupación es sobrevivir, por lo que sus esfuerzos cotidianos están dirigidos a logarlo, la creciente agitación de nuestros pueblos del interior, presentes en los estados Yaracuy, Lara, Bolívar, Anzoátegui, Sucre, Nueva Esparta, son un claro indicador del ánimo y la voluntad de nuestros compatriotas.

En un ambiente como el actual, caracterizado por extraordinarias y múltiples limitaciones, tanto económicas, como sociales y políticas, cuya gravedad y magnitud nos han colocado en el dilema de sobrevivir, distraer a la comunidad en una consulta electoral es mucho más que un grave error, es una imperdonable estupidez.

 


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