Con ocasión de nuestro artículo Crónicas y crónicos, en el que resaltamos el empeño de la Academia de Historia del Estado Carabobo de renovarse, sumando a los jóvenes de talento interesados en la investigación histórica para abordar los numerosos temas pendientes de estudio en la región, nos preguntaba en días pasados el divulgador Juan Carlos Rojas cuáles serían esos temas que hacen falta por ser investigados, interrogante que trataremos de responder a continuación, aunque le advertíamos que se trataba de una lista amplísima.

En el campo de catalogación y referencia, por ejemplo, urge el levantamiento y búsqueda de la bibliografía y hemerografía carabobeña, para colocarla al alcance de los investigadores, pues muchos títulos fueron de circulación local o regional y no se localizan en bibliotecas o repositorios documentales nacionales, corriendo así el riesgo de simplemente desaparecer de los registros. En otras palabras, no se conoce con certeza lo que se ha escrito en el estado, desde la aparición de la imprenta por estos lares. La Bibliografía del Estado Carabobo (1986), preparada por Josefina Fierro y Marcial Ramos Guédez, constituyó indudablemente un primer intento que, aunque parcial, puede servir de punto de partida para actualizarlo y ampliarlo. Don Luis Cubillán Fonseca, nuestro muy querido historiador, tiene un trabajo inédito al respecto que ojalá veamos publicado en el futuro.

Está pendiente, igualmente, hacer un profundo estudio de los periódicos de Valencia y otros municipios, ya que los Apuntes para la Historia del Periodismo de Carabobo (1949), de don Rafael Saturno Guerra, apenas proporciona una enumeración genérica de los muchos títulos que han visto luz requiriéndose, además, el estudio detenido de la actividad editorial y de imprenta. Entre los pocos estudios específicos, sin embargo, vale la pena mencionar el trabajo de Raúl Meléndez M., titulado La Prensa en Valencia y Puerto Cabello durante el gobierno de Cipriano Castro (2011). Los periódicos de Puerto Cabello, por el contrario, fueron cuidadosamente estudiados por Alí Brett Martínez en los años setenta, en su maravillosa obra El Periodismo y las imprentas de Puerto Cabello 1806-1945, con base a los fondos de la Hemeroteca Nacional y la Academia Nacional de la Historia. De manera tal que, a la fecha y con las excepciones del caso, el catálogo de la prensa regional es parcial y está ávido de exploración y ampliación.

Aunque Bret Martínez estudio ampliamente la imprenta en el puerto, más tarde revisada y complementada la información por el suscrito, en nuestra biografía sobre el impresor Juan Antonio Segrestáa (2018), la imprenta y la actividad editorial en Valencia todavía está a la espera de estudios pormenorizados, ya que los bibliógrafos nacionales como Segundo Sánchez, Grases, Febres Cordero y Castellanos, por citar algunos, cuando abordan el tema lo hacen de forma general. Así, poco se conoce sobre los talleres de Bartolomé Valdés, Juan De Sola, la Imprenta del Teatro de Legislación de N. Carrasquero, la Imprenta Colombiana de Santiago Morales, la Tipografía Mercantil de Chambón, la Tipografía Artística de Ramón Mijares, entre otras. Peor aún, mucho menos se sabe de la descollante labor de la Imprenta La Voz Pública (1875), de Francisco González Guinán y la Imprenta del London Bazar (1887) de Méndez Hermanos, que ejercieron una intensa actividad periodística y editorial en la capital carabobeña, y de la que existe valioso y suficiente material para iniciar su estudio. Finalmente, Carabobo está urgido de un Catálogo que compendie sus principales archivos e identifique  los documentos de interés, y de ser posible recoja la transcripción de, al menos, una selección de ellos. De nuevo, una herramienta para los investigadores, eso antes de que terminen por desaparecer.

En cuanto a las áreas específicas requeridas de investigación, faltarían líneas, especialmente, si nos preguntamos más bien sobre qué no sabemos de la región carabobeña. La música y el teatro son áreas virgenes, la prensa otra riquísima veta como ya lo mencionáramos, la tauromaquia otra. La historia del deporte, nada estudiada, la actividad industrial en Valencia y otros municipios, parcialmente tratada. El transporte terrestre y vías de comunicación, tímidamente tocados, la fotografía en Valencia inexistente, etc., etc. Hay dos viejas obras dignas de mencionar, estas son, Poetas y Prosadores Carabobeños (1955), con selección y prólogo de Luis Guevara y Enrique Grooscors hijo; y Génesis y Evolución de la cultura en Carabobo (1967), de Luis Augusto Núñez, que contienen mucha información general sobre algunas de estas áreas, pero sobre las que debe profundizarse con base a nuevas informaciones y fuentes. Carabobo ha tenido extraordinarios historiadores y cronistas -en el pasado y en el presente- nombrar algunos de ellos nos haría caer en lamentables omisiones, pero debemos reconocer que la atención ha estado más centrada en la crónica que en el ensayo, en la historia general que en la específica. Hay, finalmente, necesidad de acometer el estudio de la historia contemporánea en la región, tan huérfana de investigadores, con la honrosa salvedad de los trabajos del académico Armando L. Martínez, ya desaparecido, titulados La Región Valenciana un estudio histórico-social (2000), en colaboración con María de Castro Zumeta; ¿Qué es la Valencianidad? y otros estudios de historia regional (2003) e Historia de Valencia, Economía, Sociedad, Política, Cultura y Mentalidades (2012).

Se trata, desde luego, la nuestra de una caprichosa y muy subjetiva lista de áreas o líneas de investigación, susceptible de ser perfeccionada, y en la que la Academia juega un importante papel, así como la Universidad de Carabobo, cuya Maestría en Historia de Venezuela en nuestra opinión, ha estado tan ausente en el abordaje de estos grandes tópicos regionales.

No es, precisamente, por falta de temas que los jóvenes y nuevos cronistas deben preocuparse. Hay mucho qué investigar en esa rica cantera que representa el devenir carabobeño, exigiendo de aquellos que, además de presentar el dato bueno, inédito y de interés, validen la información, citen la fuente y la presenten en un texto bien y amenamente redactado.

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