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Dando continuidad a esta serie de artículos donde a modo de apretada síntesis exponemos el por qué es positivo y en qué medida indispensable que se impulsen las elecciones primarias, en las circunstancias que ha sufrido Venezuela, en el espectro de los partidos, movimientos y los que se autodenominan dirigentes políticos de Venezuela. Hoy nos toca el momento de reflexionar sobre el diciembre de 2015, año clave para lo que pudo ser el comienzo de la salida democrática a la crisis del país.

Como se recordará, en las elecciones parlamentarias de 2005 la mayor parte de la llamada oposición partidista decidió no participar debido a la imposición de normas electorales que abolieron prácticamente la representación proporcional de los distintas expresiones políticas minoritarias. Según un método de fragmentación en circuitos de electores donde el ganador se lo lleva todo, en cada uno de ellos la representación proporcional de poblaciones votantes por otras opciones quedaban prácticamente anuladas, sin representación alguna. Esa fue la realidad de retrotraernos a modos antidemocráticos que se creyeron superados.

El cambio para 2015 fue la búsqueda inteligente de cohesionar a la alternativa política para que nuestra lucha electoral y política pudiera derrotar al llamado socialista Polo Patriótico. Todos aquellos venezolanos leales a la nación, entre los que me encuentro, nos dimos a la tarea de difundir la necesidad de lograr la selección por primarias en los circuitos y llegar a pactos de cohesión en las listas para que los partidos de la alternativa democrática presentaran una fórmula unitaria ante los aquejados dolientes de cada región, estado por estado, municipio por municipio, ciudad por ciudad de Venezuela.

El método partidista-clientelar se impuso nuevamente:

Junto a los intereses de los grupos crematísticos y de ambición de lujuria pura y dura de manejo del poder, por el poder mismo, los partidos se entendieron para lograr una fórmula de bloque alternativo al régimen. Así en prácticamente todas las circunscripciones los partidos impusieron sus acuerdos de interés con sus representaciones por encima de verdaderas venezolanas y venezolanos independientes, honestos, profesionales capacitados, que merecían contarse o ser acogidos en las fórmulas de acuerdos. Luego se cosecharían, como lo hemos vivido en todos estos largos siete años, el surgimiento de traiciones, alacranes, camaleones y bichos demás crustáceos.

Se reiteró ese modo sectario, y más que ambicioso, desleal para con las figuras representativas de una Venezuela decente, mucho más plural, meritocrática, profesional y laboriosa. Así se vio cómo en el Táchira impusieron candidaturas importadas a parlamentarios, como la de un joven de Caracas por encima del exgobernador “Cura Calderón”. En Lara igualmente desconocieron el liderazgo del ya diputado larense Eduardo Gómez Sigala para traer un hombre venido originalmente de AD-Cumaná, que pasó de ser de Un Nuevo Tiempo como diputado por Miranda y de precandidato perdedor a alcalde de Baruta pasó a reubicarse en Lara de la mano de Primero Justicia; repetimos, desconociendo el trabajo con reciedumbre que había desarrollado un Eduardo Gómez Sigala al enfrentar la tiranía. En Caracas, ante la candidatura independiente de quien les suscribe este artículo, la cual ganamos llamando a primarias del circuito de El Recreo, se desconocía para imponer al autodenominado vitaliciamente secretario general de la “AD de Ramos” que más bien tiene parecido a los espantos salidos de las película de mafiosos, como las estrenadas en aquellos tiempos del AD de Carabobo, desde donde los Celli lo corrieron.

Sabiéndome a nivel de opinión pública en desventaja para enfrentar en solitario las mafias en que se habían convertido nuestros partidos venezolanos, decidí renunciar a ser candidato principal y buscar una vía para hacerme acompañar en el enfrentamiento al régimen, pero sin dejar de denunciar el cómo se estaba degenerando el tejido democrático de la base democrática partidista del pueblo venezolano: sus otrora partidos con honorabilidad. Entonces, le solicité una reunión, a la que accedió amablemente, y así visité en su hogar a esa gran periodista y mejor venezolana llamada Nitu Pérez Osuna, para pedirle que participara en las elecciones junto a mí para enfrentar a Ramos, pero apoyando la tarjeta de la Unidad excepto en esos tres circuitos del Táchira, Lara y Caracas, para sentar el precedente. Nitu decidió no participar de tal modo, y surgió de modo casi mágico la propuesta de que fuera Berenice Gómez “la Bicha”, de la cual tuve el honor de ser su compañero de fórmula en el circuito 3 de Caracas, lo cual llevo más que como un recuerdo como una suerte de victoria moral del deber ser frente a la ignominia.

Como se sabe hoy, lo que fue el gran triunfo electoral de las elecciones parlamentarias del año 2015 hoy es la expresión del rotundo fracaso de ese modo prostituido, tendencioso y pusilánime de hacer politiquería partidista en Venezuela. Ahora toca luchar por deslindar en las elecciones primarias quién es quién en la alternativa, no al “maduro” sino al “podrido castrochavismo”, en medio de las más abyectas figuras de corruptos de la oposición y del régimen, su simulando con infinito cinismo frente a un pueblo hambreado, en una actuación digna de premios de la Academia de Hollywood, deseo porque se combata la corrupción…

[email protected]/gonzalezdelcas


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