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El cambio climático es uno de esos temas de actualidad que genera calurosos debates entre posiciones radicalmente opuestas.

A nivel político y social nos encontramos, por un lado, a quienes aseguran que desconocer el cambio climático es un acto de “inconsciencia” y llaman a la acción urgente de gobiernos, instituciones y ciudadanía, y por el otro, a aquellos que lo desconocen y le adjudican la categoría de manipulación mediática, reduciendo el tema a una mera agenda oculta de grupos financieros, ideológicos y políticos.

En estas discusiones polarizadas, los argumentos se centran más en creencias arraigadas que responden a las diferentes preferencias políticas, ideológicas e intereses económicos de sus participantes, que en la evidencia científica.

Sin embargo, la ciencia es muy clara al respecto: es una realidad. En el terreno científico este debate ya ha sido superado, dado que existe un amplio acuerdo en cuanto al fenómeno denominado “cambio climático antropogénico”, es decir, al cambio climático cuya responsabilidad recae en la actividad humana.

El porcentaje de producción científica que intenta demostrar la negación de este fenómeno y su origen en la actividad humana se cifra en un escaso 0,7% de las investigaciones de los últimos 30 años, frente a un 63% de trabajos que lo apoyan.

Un estudio que cuantifica el consenso científico en torno a la responsabilidad del hombre en el calentamiento global actual

Un grupo de científicos unidos bajo el estudio “Cuantificando el consenso sobre el calentamiento global antropogénico en la literatura científica” quiso estudiar esta polémica desde la raíz, y en el año 2013 publicaron sus conclusiones: luego de examinar 11.944 resúmenes de artículos científicos sobre el cambio climático y el calentamiento global publicados entre 1991 y 2011, llegaron a la conclusión de que los textos que rechazan que exista un calentamiento global generado por el hombre “es una proporción extremadamente pequeña de la literatura científica al respecto”, representando apenas un 0,7% de estas investigaciones.

Este mismo grupo concluyó que más de un 63% de los artículos científicos apoyaba la idea de que el calentamiento global es causado por el hombre, y el porcentaje restante se divide entre los que no expresan ninguna posición sobre el calentamiento global antropogénico (35,5%) y los que no están seguros de la causa de este fenómeno (0,3%).

Puedes acceder a este documento pinchando aquí.

Dos advertencias de científicos del mundo a la humanidad

Además del amplio consenso entre la comunidad científica, también se han publicado varios manifiestos y comunicados públicos desde este sector, llamando la atención sobre el rumbo del cambio climático y pidiendo acciones urgentes.

En noviembre de 2017, 15.364 científicos del mundo, originarios de 184 países, firmaron un escrito titulado “Advertencia de científicos del mundo a la humanidad: un segundo aviso–haciendo referencia a la primera versión de este documento publicado en 1992 y firmado entonces por 1.700 científicos prestigiosos y de renombre–, en el que piden la planificación de la humanidad en torno al problema del cambio climático.

En el primer llamado, los firmantes reclamaron a la humanidad “frenar la destrucción ambiental” porque “se están forzando los ecosistemas de la Tierra más allá de su capacidad de soportar la red de la vida”. Señalan específicamente los daños a la capa de ozono, a la disponibilidad de agua dulce, la extinción de la vida marina, el incremento de zonas muertas en los océanos, la pérdida de masa forestal, la destrucción de la biodiversidad, el cambio climático y el crecimiento continuado de la población.

En el texto, establecen como necesidades imperativas la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero, de la deforestación, la eliminación de combustibles fósiles y la reversión de la tendencia de extinción de la biodiversidad, lo cual significa un gran cambio de nuestra forma de cuidar la Tierra y la vida sobre ella.

25 años después, en su segundo llamado, los científicos realizaron una evaluación a la respuesta humana desde entonces. Su veredicto es que “desde 1992, con la excepción de que se ha estabilizado la capa de ozono, la humanidad ha fracasado en hacer suficientes progresos para resolver esos retos ambientales previstos y, de manera alarmante, en la mayoría de ellos, estamos mucho peor que entonces”.

Sin embargo, señalan que es posible redireccionar el rumbo de las cosas actuando de manera decidida, mostrando como ejemplo de logros “la rápida reducción mundial de las sustancias que destruyen la capa de ozono”, “los avances para reducir la pobreza extrema y el hambre, la reducción de las tasas de fecundidad en muchas regiones mediante inversión en la educación de niñas y mujeres, la prometedora reducción de la tasa de deforestación en algunas regiones y el rápido crecimiento del sector de las energías renovables”.

Finalizan el manifiesto con una lista de recomendaciones que permiten una transición hacia la sostenibilidad, enfatizando la necesidad de que la sociedad civil ejerza la presión necesaria para que se implementen las políticas adecuadas.

Estas recomendaciones pasan por reducir el desperdicio de alimentos; promover un cambio hacia dietas con más vegetales y menos animales; fomentar la reducción de las tasas de fecundidad procurando acceso a la educación reproductiva y a servicios voluntarios de planificación familiar; aumentar la educación para la naturaleza al aire libre de la infancia así como un mayor aprecio por la naturaleza por parte de la sociedad; idear y promover nuevas tecnologías no contaminantes y adoptar masivamente energías renovables y, al mismo tiempo, eliminar progresivamente las subvenciones a la producción de energía con combustibles fósiles; asegurarse de que los sistemas de incentivos tengan en cuenta los costes reales que nuestro patrón de consumo imponen en nuestro medio ambiente; y calcular un tamaño de la población humana sostenible y científicamente defendible a largo plazo.

Puedes acceder a la segunda advertencia aquí, y en este otro enlace a su traducción al español.

Este documento, redactado por William J. Ripple, profesor principal de ecología de la Universidad Estatal de Oregon, es el artículo científico con más cofirmantes científicos y partidarios formales que se haya publicado jamás.

«Advertencia de los científicos del mundo sobre una emergencia climática» de 2019

Por otra parte, en 2019, en conmemoración del 40 aniversario de la Primera Conferencia Mundial del Clima realizada en Ginebra en 1979, se publicó en el diario BioScience una declaración de un grupo de más de 11.000 científicos de 153 países denominada “Advertencia de los científicos del mundo sobre una emergencia climática”.

Al principio del texto, enuncian que “los científicos tienen la obligación moral de advertir claramente a la humanidad sobre cualquier amenaza catastrófica”, por lo cual, “sobre la base de esta obligación y de los indicadores gráficos que se presentan a continuación, declaramos, con más de 11.000 científicos firmantes de todo el mundo, de forma clara e inequívoca, que el planeta Tierra se enfrenta a una emergencia climática”.

Aseguran que es equivocado centrar los debates públicos sobre el cambio climático sólo en la temperatura global, ya que es una medida inadecuada para captar la amplitud de los peligros reales que afronta el planeta. Por ello, presentan un conjunto de “signos vitales gráficos” del cambio climático para facilitar la planificación de políticas públicas y de medir la evolución de la situación, entre los cuales se encuentran el crecimiento de la población humana, el consumo de carne, la pérdida de cobertura de árboles, el consumo de energía, los subsidios a los combustibles fósiles, el aumento de pasajeros aéreos, el crecimiento del PIB mundial y las pérdidas económicas anuales debido a eventos climáticos extremos.

Pero, al igual que en declaraciones anteriores, se asegura que no es demasiado tarde y que hay indicadores alentadores que reafirman que de tomarse las medidas necesarias, se puede revertir el daño.

Concluyen que para asegurar un futuro sostenible, es necesario que cambiemos nuestra forma de vivir, lo cual implica importantes transformaciones en la forma en que nuestra sociedad global funciona e interactúa con los ecosistemas naturales.

Puedes acceder a este documento pinchando aquí.

Estudios sobre el fenómeno “negacionista” y la polarización dentro del debate sobre el cambio climático

Además del amplio consenso en el debate sobre el cambio climático antropológico a nivel científico, también es posible conseguir numerosos estudios e investigaciones sobre el negacionismo y la polarización alrededor de este tema.

María Ángeles Abellán, profesora de Sociología en el Departamento de Sociología y Antropología Social de la Universitat de València, califica como “negacionistas” a aquellos que atacan, con hostilidad y de manera automática, tanto a las evidencias científicas como a los investigadores reputados sobre el cambio climático. Se diferencia de estos a los “escépticos”, quienes no actúan intencionalmente, sino de buena fe, y no están cerrados a considerar las evidencias científicas que se les presentan.

En los estudios también se denomina como “industria de la negación” al esfuerzo concertado en difundir información errónea para engañar a una parte de la opinión pública. La desinformación o ‘fake news’ consiste en la estrategia para difundir, de manera deliberada, información no rigurosa que busca distorsionar la realidad, y de ese modo, modelar (manipular) la opinión pública, influir en las actitudes sociales y lograr imponer una matriz de opinión.

La consecuencia de estas campañas es una carga emocional negativa y tóxica que desprestigia la noción del cambio climático, a pesar de la numerosa e innegable evidencia científica, lo cual conlleva a la inacción en la búsqueda e implementación de soluciones en todos los niveles.

La solución al negacionismo del cambio climático antropológico, para la profesora Abellán, es la educación y la movilización de la ciudadanía en ejercer la presión necesaria para poner el tema del cambio climático en la agenda política.

Un movimiento de alfabetización climática, en el que se puedan adquirir las competencias básicas y herramientas conceptuales adecuadas, permitiría a la gente evaluar la información sobre el cambio climático y tomar decisiones informadas y responsables al respecto.


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