La opresión de las masas, es patrimonio universal de los uniformados y de quienes siempre han pretendido mantenerse en el poder. El absolutismo mesiánico de poseer armas para reprimir no tiene ideología. La ambición de ser un eterno gobernante no es patrimonio de izquierda ni de derecha. Y lamentablemente los uniformados siempre se han hecho cómplices de la barbarie, desde aquellos tiempos memorables del imperio romano, cuando mataban cristianos por defender una cruz.

Los señores de la guerra, con la derecha insaciable, dieron al traste con los derechos humanos de Salvador Allende, Víctor Jara, y tantos en Chile. La voz de Neruda se silenció para siempre por la vergüenza de tanto oscurantismo. La hermana república de Colombia ha vivido el yugo de las armas de los supuestos idealistas de izquierda -sufriendo un pueblo, torturas secuestros y miseria-. Cien Años de soledad, realismo mágico o magia maligna de los socialistas armados.

Son las armas y quienes portan uniformes y sin criterio, el enemigo a vencer. Ellos son la mala noticia que debemos execrar, junto con las dictaduras de ambas manos. Autoritarismo que integrado con esa lacra de la ambición, y germinando continuamente, concluye en la raíz de todos nuestros males: la corrupción.

Somos los civiles, con formación, con disciplina, cumpliendo las leyes, y comprometiéndonos con el futuro, quienes construiremos una nación libre y para todos. Seamos una buena noticia.

Seamos esos venezolanos decentes, de obra y de pensamiento. Transformémonos en esos ciudadanos que la patria necesita. Seamos una sola familia, cumplamos con nuestro deber de extirpar el tumor de la ignorancia colectiva. Esa es nuestra verdadera garantía y el único camino, que nos liberara del autoritarismo del Estado, y de ese usufructo de las armas, que en paralelo con el abuso de poder, siempre anda en su compañía.

“Se busca la semilla del saber para reforrestar a Venezuela».


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