La actuación de los aparatos represivos de la tiranía arrecia en 2020 en extrema gravedad. Inició con las tropelías cometidas el 5 de enero al impedir la sesión anual de designación de la directiva de la Asamblea Nacional. Con la intervención de la GNB, bandas armadas obligaron al Parlamento a sesionar en la sede del periódico El Nacional, a distancia kilométrica del Hemiciclo.

El 11 de febrero ocurrió un modus operandi similar. A la llegada de la gira global del presidente encargado al Aeropuerto Internacional de Maiquetía, los colectivos oficialistas planificaron un intento de linchamiento tanto de Juan Guaidó como de los periodistas que cubrían la noticia, con un saldo de decenas de heridos entre diputados, profesionales de medios de comunicación y resto de la comitiva.

Los sucesos del domingo 1 de marzo de 2020 en el sector La Paz de Barquisimeto, cuando colectivos oficialistas atacaron al presidente encargado y a asistentes al acto de protesta, con saldo de 6 heridos, uno de ellos de gravedad, reafirman el talante de un régimen huérfano de todo género de convivencia democrática, cuyo accionar característico es el terror como política de Estado.

Luego de cometidas las fechorías cumplen a cabalidad el guion preestablecido, de presentarse como inocentes palomas de la paz. Su versión ante los medios es que lo del 5 de enero fue el resultado de peleas internas de la oposición, luego lo del Aeropuerto en febrero resultó de la ira de los trabajadores de Conviasa, y lo más reciente de Barquisimeto fue un falso positivo.

Sin escrúpulo alguno y sabedores de la ira popular que los detesta en más del 85%, mienten descaradamente hasta el extremo de creerse la farsa que produce la ceguera y la soberbia del poder. Por tanto recurren a la violencia, la persecución, al encarcelamiento y tortura de militares y civiles que simplemente exigen vivir en democracia.

En definitiva el régimen ha llegado al punto de no retorno al punto de sacrificar todo capital político, ya que solo les interesa es el otro capital, el que por cierto no podrán disfrutar por el resto de sus vidas, ante el cerco que la comunidad internacional impone a las fortunas mal habidas, sobre todo las provenientes del saqueo de las riquezas de una nación.

Cuando me preguntan hasta cuándo durará esta tragedia, respondo que no hay fecha; solo la certeza de que al perder el tirano la sensatez política, acorta su tiempo en el poder, ya que los desenlaces de la historia no son análogos, la longevidad y permanencia de la Cuba castrista fue producto de la distensión de la coexistencia pacífica y la guerra fría del siglo XX, al mismo tiempo son referencia los finales de Kadafi en Libia y Hussein en Irak, quienes fenecieron sobreestimando sus ansias de poder. Otro caso fue el de Augusto Pinochet, quien se sometió a plebiscito en 1988, para así abrir la transición que determinó el retorno a la democracia en Chile hasta el presente 2020.

¿Habrá  posibilidad de redención de la tiranía imperante en Venezuela? No lo creo. Como aquel barco velero que se aleja paulatinamente de la ribera, dejará su estela como el capítulo más trágico y abominable de nuestra historia republicana que no deberá repetirse jamás, pues el noble pueblo venezolano merece sin manipulaciones subalternas lograr una verdadera democracia de respeto a la libertad, la condición de vida digna y a los derechos humanos.


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