En días recientes logré conversar con varios comerciantes de Tocuyito y Campo Carabobo, y pude constatar un importante malestar por la voracidad fiscal que muestra la Alcaldía del municipio Libertador. Para probar esto, me mostraron, por mencionar un ejemplo, recibos de pago de Iagesam (Instituto Municipal de Gestión Ambiental) de enero de 2022, cuando cobraron al cambio en dólares a tasa oficial 7 dólares, y el de un año después, enero de 2023, al cambio en dólares a tasa oficial pasaron a cobrar 40 dólares. Además, hay que resaltar que estos impuestos aumentan todos los lunes en virtud del aumento del petro, es decir, si usted pide su deuda un día jueves, ese monto solo es válido hasta el viernes. Aunado con ello, existen trámites obligatorios de renovación anual como la Licencia de Actividades Económicas, Visto Bueno y Permiso de Funcionamiento Ambiental, Certificación de Uso para Expedición de Patentes, Permiso de Bomberos, Pago de Publicidad, multas y sanciones por cualquier atraso, etc., algo que hace menos atractivo económicamente al municipio.

Hay tanta preocupación entre los comerciantes que han solicitado al alcalde Oscar Orsini una reunión con todos los contribuyentes para que pueda discutirse la viabilidad de la actividad comercial ante semejante incremento de alícuotas y trámites onerosos. Lamentablemente, la respuesta del señor alcalde ha sido 1) solo atender las inquietudes de los comerciantes de forma individual, 2) exigir el pago de tributos tal como sucede en Estados Unidos o Europa y 3) la excusa ideológica de que las sanciones que producen la crisis financiera también afectan al municipio y, por tanto, todo reclamo o solicitud de explicación puede ser constitutivo de violar el derecho a la paz y ser penado por la “ley del odio”.

Hay que hacer algunas precisiones al señor alcalde con el respeto y sindéresis que nos ha caracterizado en nuestras distintas posiciones públicas, primeramente, su cargo proviene de la elección popular, por tanto, es un funcionario y además es responsable ante los ciudadanos de su gestión. Eso significa que debe rendir cuentas al soberano. Si los comerciantes se quejan, con razón, de los excesivos impuestos, lo razonable es hacer de conocimiento público el presupuesto municipal, los créditos adicionales aprobados y la estructura de costos de los servicios que presta el municipio a fin de estimular una sana cultura tributaria y la confianza pública. Sin transparencia administrativa es muy difícil pedir confianza, al contrario, la opacidad genera un ambiente de duda sumamente corrosivo.

Usted, señor alcalde, no ha hecho de conocimiento público el presupuesto municipal y, por ello, comete una falta grave en sus deberes. Según cálculos conservadores llevados a cabo por gente muy competente, el municipio tiene 6.800 Licencias de Actividades Económicas, y si calculamos este ingreso por el mínimo tributario, es decir 50 dólares (lógicamente hay contribuyentes que pagan más), eso nos da 340.000 dólares al mes, más lo recaudado por el pago de aseo, aproximadamente 88.400 dólares al mes, entre ambos conceptos, se alcanzan los 5.140.800 dólares anuales.  Si agregamos 278.256 dólares por el Uso Conforme, 544.080 dólares por Bomberos, 544.000 dólares de ambiente y 554.000 dólares por renovación de patente, más 120.000 dólares de publicidad, obtendremos una cifra, muy conservadora,  que pasa de los 7 millones de dólares, a los cuales deberíamos sumar los ingresos por concepto de multas, sanciones, vehículos, permisos de construcción, etc. Es posible que el presupuesto municipal estime los ingresos por recaudación fiscal alrededor de los 8 o 9 millones de dólares.

Con semejantes ingresos, ¿los ciudadanos no tendrían al menos el derecho de preguntar en qué se gasta?, sería muy difícil responder de forma llana ¿cuánto  le cuesta un camión de asfalto y, por tanto, saber ¿cuánto puede gastar el municipio en el impostergable mantenimiento vial? O ¿cuánto cuesta la restitución del servicio de agua con la reparación de los 100 pozos que permanecen dañados en el municipio? ¿Por qué sentir temor a reunirse con todos los comerciantes? ¿Acaso no ha calculado que atender de uno por uno a los representantes de 6.800 Licencias de Actividades Económicas implica una gran pérdida de tiempo considerando que todos tienen los mismos problemas?

Usted ha dicho que desea que el pago de tributos se efectúe con la misma naturalidad con que ocurre en Estados Unidos o Europa, pues bien, imitar a las naciones del primer mundo debe ser una labor completa, no por partes. En el primer mundo se pagan impuestos, pero también las autoridades rinden cuentas y si una autoridad electa no es transparente con los gastos es destituida. Por otra parte, no hemos recibido noticias de que en el primer mundo se recolecte la basura con camiones de estaca, con recolectores que pidan propina o “algo pa’ los frescos” o que sus rutas sean esporádicas e irregulares. Si vamos a imitar al primer mundo cobrando, pues también es correcto imitar en transparencia y en eficiencia.

Si ante las críticas, fundamentadas o no, se responde con expresiones altisonantes, que rayan en la amenaza abierta, hablando de “ley del odio”, el respeto de la ciudadanía se diluye. Usted mismo, con su inapropiado lenguaje, deteriora la magnanimidad del cargo que ejerce. El respeto se gana, no se exige endilgando a los críticos expresiones como “chismosos”, “pavosos” o “políticos”. Recuerde, el cargo de alcalde es un mandato que tiene fecha de inicio y fecha de culminación, unas veces se está arriba y otras se está abajo, al menos recuerde que muchos comerciantes que hoy se sienten decepcionados con sus actitudes han construido este municipio con décadas de trabajo duro, nacieron aquí y serán enterrados aquí. Al menos comprenda que siendo usted una novedad entre los libertadorenses, debe el respeto propio que los visitantes por lo general muestran a los residentes. ¡Mosca! ¡Mosca con la opacidad, alcalde! Que nada entre el cielo y la tierra permanece oculto eternamente.

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@rockypolitica


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