En mi andadura por Italia… como hijo de migrantes italianos que soy, en estos días me dedico a la lectura de Mi padre el inmigrante, autor Vicente Gerbasi, el poeta contemporáneo venezolano más representativo y brillante exponente de la lírica vanguardista.

Me da también por hablar con su hijo Fernando, excelente amigo y mejor diplomático (exembajador caraqueño en Colombia), ahora exiliado en España, para inquirirlo sobre la política exterior del presidente encargado Juan Guaidó y su canciller, Julio Borges.

—Es una situación surrealista para la diplomacia internacional que 60 países reconozcan a Guaidó y sus embajadores ad honorem –le digo–.

—58 países y 2 organismos internacionales –me precisa Fernando Gerbasi–, la Organización de los Estados Americanos y el Banco Interamericano de Desarrollo.

—Respecto a los países, República Dominicana y Panamá ¿recularon?

—Sí, pero por intereses creados. La versión que yo tengo es que el cambio vino a beneficio de la ganancia que aporta la autorización de vuelos Panamá-Venezuela y viceversa y Santo Domingo-Caracas recíprocamente. Desde estos aeropuertos respectivamente se distribuyen los vuelos internacionales, factor económico que prevalece sobre el hecho diplomático.

—En Italia hubo esperanza en el neo primer ministro Mario Draghi, ya que Giuseppe Conte y su estrellado Movimiento 5 estrellas (M5s), que sostenían una animadversión ideológica en reconocer a Guaidó, no controlan más el poder (incluyendo su Che trasnochado Alessandro Di Battista, quien se desvinculó del grupete). Sin embargo, con la ratificación del canciller Luigi Di Maio del M5s (que insiste e insiste), “es la misma vaica atravesando el río”, dependerá de cómo interactúe la diputada Mariela Magallanes, quien no es embajadora sino representante oficial de la Asamblea venezolana electa en 2015 y que, de cuanto la conozco, hará lo posible y lo imposible, haciendo pan con la harina que hay, por el bien de Venezuela aun con el pertinaz canciller dentro del recién nombrado diversificado gabinete.

—Respecto a Europa –añade Gerbasi–, Julio Borges, como ministro de Relaciones Exteriores de Guaidó, declaró que visitará en misión especial Estados Unidos y algunos países europeos y señaló algo, a mi juicio, muy interesante y es que a ellos les gustaría que Estados Unidos y Europa se consensuaran en el plan de acción que ellos van a presentar bajo la coordinación de Inglaterra (que tras el Brexit ya no es miembro de la Unión Europea), con la novedad de que Rusia representaría al régimen y eso podría llevar a una coordinación combinada internacional que incluya, además, Canadá y el Grupo de Lima como estrategia unitaria en tenaza –espero– con la táctica interna venezolana. Dicho lo dicho, supongo que esto llevaría a un proceso negociador para salir de Nicolás Maduro. Pero para actuar con fuerza hay que despartidizar la acción y acompañarla de una comunicación eficiente a través de los representantes de Guaidó, sencillamente comunicando un mensaje único a los gobiernos y, sobre todo, a los medios internacionales donde, al parecer, están un tanto desamparados.

Despidiéndome de él, puedo apuntar cuán importante es lo que expresa Gerbasi, toda vez que, aparentemente, el lobby y el rol de los medios de comunicación internacionales iniciaron con Luis Herrera Campíns, ya con la Embajada de Venezuela en París que manejaba para el tiempo un presupuesto de alrededor de 300.000 dólares mensuales, encomendando al periódico Le Monde diplomatique, a través de Ignacio Ramonet, para contribuir que los autoritarismos no se volvieran a presentar en Latinoamérica. Ramonet, quien hizo buen uso de parte de ese botín e, irónicamente, lo sigue haciendo ya que viene subsumido por los chavistas/maduristas loando los autoritarismos caribeños.

Irene Sáez, Miss Universo 1981, entró en política como creación del exgobernador copeyano de Miranda, Enrique Mendoza, en concordancia con algunos banqueros. Fue llevada de alcaldesa modelo de Chacao a pretender la Presidencia de la República venezolana con el apoyo condicional del partido verde de Herrera Campíns y Causa R (inexplicablemente, el diputado en exilio Américo de Grazia se quejó en Twitter hace poco –02/02/21– de que su partido Causa R fuese comodín de Guaidó ¡nojombre!). La idea era la bella Sáez de Chacao a Miraflores, cuando en verdad ganó su adversario, el feo teniente coronel Hugo Chávez, pero 3 meses después de fracasar en su intento de ser la primera mujer presidente de Venezuela, se hizo elegir gobernadora del estado Nuevo Esparta, la primera dama Marisabel de Chávez fue quien la propuso como premio de consolación, una vez terminado el período de gobierno la Barbie de hierro se retiró a vida privada.

Marcel Granier resumió la dicotomía esencial del poder en Venezuela con el titulo “La generación de relevo versus el Estado omnipotente”, atribuyendo la creencia de que lo distinto o novedoso tiene, necesariamente, que ser original y así, en aquel 1997, esa originalidad estuvo representada en Sáez, con el soporte comunicacional que se había empezado a gestar con Herrera Campíns y que incluyó a familiares como su hermana, Ligia Sáez, cual jefe de relaciones públicas y con la prensa de la Televen de los Camero.

Empero, en el transcurso de 1998 su popularidad se fue debilitando hasta cederle la posición de liderazgo a un súbito e inesperado gobernador del estado Carabobo, Henrique Salas Römer, de Proyecto Venezuela. Y así la contienda estaba dividida entre Salas Römer y Chávez. Por desgracia –reputo yo– ni con todo y el lobby de periodistas se pudo evitar la ascensión del teniente coronel, muchos editores y colegas de la profesión cambiaron de casaca pro-Chávez.

El conteo de los votos quedó en este orden: Chávez obtuvo 56,20% (un total de 3.673.685); Salas Römer 39,97% (2.613.161); Irene Sáez, 2,82% (184.568).

Entonces, los “colectivos” sustituyeron los lobbies periodísticos y en vez del pensamiento entró en campo la violencia.

¿Qué habría pasado si el ganador de la contienda electoral hubiera sido Salas Römer? Nunca se sabrá, solo podemos imaginar que se habría podido sortear el anatema chavista, porque nada es inevitable. Hoy en día podemos simplemente dejar de lado esta teoría caótica –una tragedia innecesaria, como la calificó en Expresión Libre Juan Pablo Guanipa, primer vicepresidente de la Asamblea legítima– y cada uno de nosotros, confiándonos del otro, apoyar la misión especial de Borges (2021), como ciudadanos de la diáspora venezolana convertirnos de manera combativa en vectores de mensajes útiles arrinconando cualquier filiación partidista (sin estrechar tesis egoísticas) para que, esta vez sí, seamos determinantes en bien de nuestra nueva historia como venezolanos libres y nación soberana.

La falta de comunicación deja demasiado espacio a la imaginación.

@CarlosOmobono

 


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