En mi andadura por Italia… constato que el índice de lectura de los italianos se ha incrementado durante el confinamiento a causa del covid-19. La lectura, junto con la televisión y hablar por teléfono, es una de las actividades que más ha ayudado a los ciudadanos a sobrellevar la cuarentena. Y a mí también me beneficia leer en libro de papel, que continúa siendo el soporte principal de lectura en todos los grupos de edad, actividad que ayuda además a comprender el mundo que nos rodea y que contribuye a tener una actitud más abierta y tolerante.

“La princesa está triste… ¿Qué tendrá la princesa?”, de “Sonatina”, el poema de Rubén Darío y hete aquí que parafraseando al poeta nicaragüense me digo: La diáspora está triste… ¿Qué tendrá la diáspora?

Calculado un éxodo de entre 2 y 3 millones de venezolanos en 2017, votamos otrora en la consulta del 16 de julio 693.789; mientras que en 2020 se estima que hay 5.448.441 emigrados, vale decir, casi el doble y de estos, entre el 7 y el 12 de diciembre, manifestaron su voluntad 844.723. Si bien en términos relativos la presencia internacional fue de 150.934 almas más que participaron con entusiasmo hasta en el último rincón del mundo, por ejemplo, Ushuaia-Argentina, sin rendirse (Gracias, thank you, grazie, mulțumesc, obrigado, Je vous remercie, شكرا, grazzi), en términos absolutos no es lo suficientemente estimulante, pues proporcionalmente debió haber sido al menos el doble (1.398.578), o casi. ¿Dónde están hoy ese casi medio millón de personas que no se manifestaron? ¿Por qué?

La mayor crisis migratoria en la historia de América Latina ha sido generada por un Estado fallido, el venezolano, que niega a su población el acceso básico a alimentos, agua, electricidad, gas y asistencia médica, en cuanto estratagema política e ideológica de control social para mantenerse en el poder. Según Acnur, la Agencia de la ONU para los Refugiados, hay 68,5 millones de personas desplazadas en todo el mundo, 5% son venezolanas. Pero detrás de los números, hay vidas, personas que están cruzando a países vecinos como Colombia, Panamá, Perú, Ecuador, Brasil, Argentina y Chile en condiciones humanas terribles. Y ni se diga de los balseros venezolanos que naufragan, reciente y tristemente los de Güiria, ahogados buscando libertad, incluso niños.

Albricias por tanto a la fiscal de la Corte Penal Internacional, Fatou Bensouda, quien anunció que “luego de haber llevado a cabo un examen preliminar sobre el caso Venezuela, ha encontrado fundamentos razonables para creer que al menos desde abril de 2017 autoridades civiles, miembros de las fuerzas armadas e individuos a favor del gobierno (del país caribeño) han cometido crímenes de lesa humanidad”.

Al igual que las comunidades judías, cubanas, africanas, sirias, con este éxodo masivo los venezolanos hemos estado aprendiendo lo que significa ser parte de una diáspora.

Ergo el poder de convocatoria de la diáspora debería ser un elemento clave del éxito en cualquier evento contra el dictador que nos tiene en condiciones tales. Al final, todos los venezolanos, fuera o dentro del país, nos volcamos en estos esfuerzos por el mismo motivo: que las cosas cambien lo más pronto posible.

Lo cierto es que nuestra diáspora es una tragedia. Nunca, en más de 200 años y pasa de historia, tuvimos una situación como la señalada. ¿Será que los venezolanos de la diáspora se sienten solos en su tragedia? ¿Resignados? Cierto es que los cuerpos consulares y diplomáticos del régimen en el exterior, obviamente, no ayudan a sus conciudadanos. ¿Desalentados?

La diáspora venezolana cuantificada al 2020 es equivalente a la de Siria, luego de 8 años de guerra feroz, solo que nuestra desventura ha ocurrido en menos de un lustro, sin que hayamos enfrentado ninguna guerra, sino el impacto de un malísimo gobierno. Maduro ha provocado una diáspora mayor que la que produce la guerra en Siria. Y entonces, ¿cómo es que en la oportunidad de manifestarse contra él hay inacción de una parte de la diáspora? ¿Habrá excusas? Que si el asunto tecnológico, que se caía la plataforma o funcionó a medias, que era lento el proceso ¿Y…?

Este evento fue de la sociedad civil, unidos para la salvación común, una iniciativa más jurídica y cívica que partidista, apoyada, sin embargo, por el actual Parlamento y tren de diplomáticos y directores de comunicación interinos (sin sedes ni presupuestos en su gran mayoría) del presidente Juan Guaidó, en el exterior, requeridos a movilizar, estimular, la diáspora, junto con los voluntarios, en cada uno de sus países, sin mayores recursos cara al viento para atraer e informar a todos y cada uno de los que desilusionados tiran la toalla facilitando la victoria al adversario por forfait, estando prohibido el rendirse.

Incluso teniendo que convencer a nuestros extremistas descreídos, que con sus posturas in extremis se aproximan extremadamente (disculpen la redundancia a propósito), sin quererlo, al usurpador, quienes, por cierto, habrían podido elegir “No” (que hubo algunos) y manifestarse, sin necesidad de descalificar públicamente la consulta ni a sus autores. Nadie es indispensable, pero todos somos necesarios.

Considerando que, con esta rebelión democrática, se golpeó fuerte al régimen estando con la ley y la Constitución… ¡La suerte está echada! Los macizos y exitosos resultados de la participación, en general, son un espaldarazo al futuro.

Así lo expone hoy Enrique Colmenares Finol en rueda de prensa dando cifras definitivas y las acciones que hay que seguir para acatar el mandato de la consulta popular.

Ahora es un nuevo momento, un compromiso nuevo, en el que a ciudadanos y, sobre todo, líderes opositores unidos, todos, toca accionar con firmeza y claridad la estrategia. “El optimismo es la esperanza que conduce hacia los logros” (Hellen Keller).

No se debe, ni se puede nunca abjurar a la libertad de pensamiento y expresión. Nunca, por ningún motivo, no obstante, puedo comprender la desesperanza de muchos compatriotas, le temo a la resignación. Siempre aferrarse al pensamiento que “lo mejor está por venir”, aunque se esté triste como la princesa a la que hace referencia Rubén Darío en su poema “Sonatina”.

Para todos y cada uno: serena Navidad y un venturoso 2021.

@CarlosOmobono


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