En su libro Buscando a Dios en el universo, el profesor don Ramón Tamames intenta, entre otras cosas, acercarnos al debate sobre si es compatible la idea de Dios con la ciencia y su explicación del origen del universo, intentando responder a las preguntas ¿de dónde venimos?, ¿qué somos? y ¿adónde vamos?

En esta tarea, se afirma que es más fácil llegar a Dios a través de la ciencia que de la fe, y que ese enfrentamiento que parece existir entre ciencia y religión no es tal, pues, por ejemplo, un gran número de los científicos actuales se confiesan creyentes. También importantes científicos del pasado así lo hicieron, como Isaac Newton o Johannes Kepler.

También se manejan teorías como la de la casualidad o la de la necesidad en la creación del universo, afirmando esta última que el mundo fue creado, quizás, con el diseño inteligente, es decir, con la intención de una inteligencia superior que haría que el mundo fuera como es.

Algunos de los hechos que defienden que en la creación del universo tuvo que ver una inteligencia superior son, por ejemplo, la situación del sistema solar dentro de la vía láctea, en una zona protegida dentro del universo. O el hecho de que la Tierra se encuentre a la distancia justa del Sol para que se den las condiciones para la vida. O la función que realiza la Luna equilibrando los movimientos rotatorios de la Tierra, característica que no existe en los satélites conocidos en el universo.

Algunos de los conceptos que se manejan en este libro incluyen, por ejemplo, el del huevo cósmico. Este se refiere a la concentración de toda la masa y energía del universo en una sola estrella gigante en la que se produjo la explosión conocida como big bang. Es de resaltar que se apunta que en cierta mitología india se hace ya referencia a este huevo cósmico.

Saber lo que ocurrió antes del big bang sería imposible debido a la amnesia cósmica, que borra toda la información previa al mismo, y hace que nos tengamos que conformar con saber lo que ocurrió desde dicha explosión. Es posible, por ejemplo, que el fiat lux bíblico (hágase la luz) se refiriera a ese big bang.

También es interesante la teoría que afirma que después de un big bang se expandiría el universo hasta cierto punto en el que se volvería a contraer, llevando a un nuevo big bang. Esto implicaría que la historia del universo sería una sucesión de big bangs, que, quién sabe, podría alcanzar en algún momento el equilibrio. También pudiera ser que la serie de big bangs no fuera eterna, pues podría ser el universo cada vez más pequeño.

Se intenta responder también en el libro a la pregunta de si estamos solos en el universo. Según lo expuesto en el mismo, las más altas probabilidades son de que así sean pues sería muy extraño que en todo este tiempo no se haya recibido ninguna señal del exterior.

Este es un libro que a uno le aporta una gran cantidad de información sobre el estado de la ciencia relativa a la investigación del universo, desde lo más pequeño, con la física cuántica,  hasta, por ejemplo, el concepto omega, que señala el máximo desarrollo de consciencia del ser humano. Pero todo desde un punto de vista humanista que pretende enriquecer al lector y hacerle pensar sobre conceptos que le pueden hacer cambiar su concepción de la vida.


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