«Personality has power to uplift, power to depress, power to curse, and power to bless» (PAUL P. HARRIS) 

La gente de buena fe escasea, la gente canalla no tanto. Desgraciadamente hoy, la mayoría de nosotros no cree en muchas cosas. Desconfiamos de las intenciones del prójimo. Nos cuesta pensar que alguien pueda comportarse casi como un hermano sin pedirnos nada a cambio. En una sociedad noble y desinteresada, simplemente buena, no tendría que preocuparnos la mentira, el engaño ni la trampa. La persona bien educada en casa y en la escuela reconoce a los niños y a los mayores como seres vulnerables que aprende a cuidar y respetar. No querrá que nadie les haga daño. De no existir esta educación, la sociedad tendrá que soportar a gente salvaje. Conviene aclarar que salvaje no significa libre y sin ataduras. Salvaje quiere decir, según la RAE, «no domesticado» cuando nos referimos a un animal. Claro, se puede argumentar que el animal domesticado no es libre. De acuerdo, no es libre, pero tampoco está solo en el mundo ni ostenta la monarquía absoluta para comer todo lo que quiera, robar un helado en la calle, leer un periódico, vivir en una casa que no ha construido él mismo, generar basura y dejarla en cualquier lado…

Otra acepción de «salvaje» es «feroz». Entiéndase «bruto». Leemos también: «primitivo o no civilizado». Otra más: «falto de educación o ajeno a las normas sociales». Y otra: «cruel o inhumano». Sea como sea, no gusta asumir a una persona capaz de molestar a otra, un abusón, un acosador. Alguien que se aproveche de la fe ciega de una mujer mayor para quitarle lo que ha guardado con el paso de los años quizás para sus hijos o sus nietos. Cualquier hombre -o mujer- bien nacido no admitiría el comportamiento de un estafador . En la prensa leemos el caso de la estafa hecha a una mujer de 80 años por un hombre conocido de la familia («Condenado por estafar casi 300.000 euros a una mujer haciéndose pasar por Dios, Jesucristo y la Virgen» / María Tapiador. 20minutos, 6.07.2023)*

La buena fe de la anciana -que curiosamente se llama Esperanza- la llevó a entregar a un estafador grandes sumas de dinero pensando que era a Jesucristo a quien se lo entregaba para un denominado Banco del Cielo. Afortunadamente (supongo que aquí valdría decir también gracias a Dios), los hijos de la mujer se dieron cuenta de que algo raro le estaba pasando a su madre cuando retiraba tanto efectivo de la entidad bancaria de siempre para pasarlo al Banco de Nunca Jamás y pusieron un punto de cordura en la escena.

Querría destacar dos cosas. En primer lugar, la importancia de la fe, la buena fe, frente al papanatismo o creer todo lo que venga acompañado de parafernalia religiosa sin cuestionar nada. La sociedad está compuesta de grano y paja y uno debe distinguir uno del otro. Una víctima merece respeto y asesoramiento para no volver a caer. Un estafador se merece el desprecio y el escarmiento, y tal vez en algún caso, piedad. En segundo lugar, el cuidado de las personas vulnerables, el hecho de estar a su lado hace que se descubran abusos. Si los hijos de esta mujer no hubiesen estado alerta, no habría habido esperanza para Esperanza.

* https://www.20minutos.es/noticia/5145127/0/condenado-por-estafar-casi-300-000-euros-una-mujer-haciendose-pasar-por-dios-jesucristo-virgen/


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