Como dijo Lord Acton en 1887, “el poder corrompe y el poder absoluto corrompe absolutamente”. Para evitar ese abuso de poder, desde la antigüedad ha existido la separación de poderes, que busca distribuir los poderes a diferentes órganos, de modo que unos limiten los poderes de los otros. Hasta tal punto es importante la separación de poderes que se considera que si no la hay, no hay democracia.

La separación de poderes se originó en la antigua democracia directa ateniense, pues el poder se dividía en magistraturas que nacían de diversos procesos electorales o procesos por sorteo distintos y separados. La Heliea ejercía las funciones judiciales, la Boulé formulaba los proyectos de ley que eran votados por la asamblea general del pueblo (Ekklesía) y los Strategos ejercían las funciones ejecutivas militares.

En la República romana los cónsules eran los titulares de la potestad ejecutiva. Cada año los ciudadanos elegían a dos cónsules que servían conjuntamente. La potestad legislativa era ejercida por las asambleas directas romanas junto con el Senado.

Es de destacar que dos de las civilizaciones más avanzadas de la antigüedad aplicaron la separación de poderes en su sistema político, lo que nos muestra la importancia que puede tener en la sociedad un sistema que proteja a los ciudadanos del poder político.

Jonh Locke teorizó sobre la división de poderes en el Segundo Tratado sobre el gobierno civil en 1690. Pero fue el Baron de Montesquieu quien identificó tres poderes del estado: Legislativo, Ejecutivo y Judicial en El espíritu de las leyes en 1748. Según Montesquieu no debe haber ningún poder por encima de los demás, ninguno puede dominar ni ser dominado. Jean Jacques Rousseau, Alexander Hamilton y Thomas Jefferson también teorizaron sobre el particular.

El principio de separación del poder político en el Estado tiene su expresión más fuerte en la Constitución de Estados Unidos, redactada en 1787 y promulgada en 1789. Separa los poderes del Estado federal en tres ramas: Ejecutivas (el Presidente), Legislativa (el Congreso) y Judicial (las cortes federales). También incluye un sistema riguroso de controles y equilibrios. Si uno de los poderes se excede en sus atribuciones los otros dos pueden actuar contra sus acciones.

Al igual que Grecia y Roma, no es de extrañar que el país más poderoso actualmente lo sea, quizás, gracias a su democracia y a su aplicación de la división de poderes.

Otros países, por ejemplo, en Suramérica, con régimen presidencial no han aplicado un sistema de separación y equilibrio de poderes, por lo que uno de estos poderes ha sido preponderante sobre los otros, normalmente el Ejecutivo, lo que les ha llevado a periodos de dictaduras e inestabilidad.

En muchos países de Europa, como por ejemplo España, bajo la apariencia de una separación de poderes se esconde realmente una separación de funciones, ya que no existen elecciones separadas a los poderes Ejecutivo y Legislativo, ni equilibrio entre los poderes del Estado, lo que hace que, según dijimos anteriormente, no exista realmente una verdadera democracia, sino una oligarquía de partidos, donde las cúpulas de los mismos acaparan todo el poder político.


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