Esta semana Juan Guaidó anunció que se le iba a entregar un bono de 100 dólares a los médicos venezolanos, los recursos para esta medida se obtendrán de los activos de Venezuela “congelados” en Estados Unidos. Esta acción busca ayudar a los trabajadores del sector salud, quienes han estado al frente de la lucha contra el covid-19. Si bien esta acción tiene un objetivo positivo, lo cierto es que hasta ahora no se tiene claro a cuánto ascenderá el presupuesto total, cuántos médicos se beneficiarán e incluso el medio a través del cual lo recibirán, todos estos factores que deben ser previstos al pensar e implementar una política pública como esta.

La precaria situación de miles de venezolanos pudiera hacer pensar que cualquier ayuda que se dé es buena, sin embargo, eso es una simplificación peligrosa. Justamente ante tantas necesidades es fundamental hacer el uso más eficiente posible de los recursos, y para lograrlo la formulación de política públicas con base en criterios técnicos debe ser prioritario. En el caso de los bonos surgen varias preguntas: ¿será un bono único o recurrente?, ¿será solo para médicos o personal vinculado al sector salud en general?, ¿cuántas personas se beneficiarán?, ¿por qué no destinar esos recursos a atender a poblaciones vulnerables como niños desnutridos, personas de la tercera edad o emigrantes?

Toda política pública implica un costo de oportunidad (dejar de destinar recursos a otras acciones), por lo tanto, en la medida que sean más eficientes será mejor para el país. ¿Qué implica esa eficiencia? En primer lugar, atender a la mayor cantidad de personas con la menor cantidad de recursos posibles, pero también implica que haya un cambio de fondo y no solo una solución parcial o paliativa. En este sentido, un bono, en los términos planteados, parece más una medida paliativa que una solución de fondo, o al menos sostenible. Esto no significa que se debe descartar, pero sí significa que se debe evaluar con respecto a otras alternativas.

Con base en lo anterior, si el objetivo es dar una ayuda económica a las personas que trabajan en el sector salud, una acción que pudiera realizar la Asamblea Nacional como institución, y Juan Guaidó como presidente (e), sería crear una plataforma de captación de donaciones para el personal de salud. Una especie de GoFundMe, pero específicamente para este fin. Con una inversión mucho menor a la que implica entregar el bono se podría implementar un programa sostenible financieramente, y que además contribuye a fortalecer el tejido social. Además, de esta manera se estaría demostrando cómo puede haber acciones más innovadoras desde el sector público.

Un aspecto fundamental que debe abordar cualquier nuevo liderazgo en Venezuela es fortalecer la capacidad de generar políticas públicas innovadoras, con solidez técnica, que consideren eficiencia y equidad, y que sean transparentes. Aunado con ello, se debe superar el modelo de Estado paternalista y dar paso a un esquema en el que el Estado actúa como promotor y regulador, dejando que sea la propia sociedad civil la que actúe en la implementación de soluciones, además de darle el espacio suficiente para que desarrolle sus actividades privadas con la menor intervención estatal posible. Replicar el esquema de Estado paternalista sería un cambio de régimen, pero no de sistema.

Venezuela hoy tiene muchas carencias, las más evidentes son aquellas inmediatas relacionadas con salud, educación, alimentación, seguridad y muchas otras. Sin embargo, también hay serias carencias institucionales, que no solo pasan por la existencia actualmente de un Estado incapaz de cumplir con sus funciones, sino también con estructuras clientelares heredadas del modelo rentista. En el país es indispensable superar esas carencias a través de enfoques innovadores, aprovechar la situación del país como una oportunidad de “destrucción creativa”, para ello se requerirá ingenio, pero también capacidades técnicas.

@lombardidiego


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