Genera contrariedad y molestias cuando se fija posición clara, convencida,  argumentada y radical sobre tópicos controversiales y sobre las falsedades de los que viven y actúan administrando y manipulando las necesidades y expectativas de los más vulnerables. Sin embargo: «Aunque se sienten a murmurar de mí… Dichoso el que camina en la ley del Señor» (Salmo 118)

Del expediente Venezuela sea oportuno caracterizar en resumen el padecimiento complejo de carácter humanitario de los venezolanos:

i) La falta de autonomía de los poderes del Estado que afecta la institucionalidad y la gobernabilidad; ii) La pobreza, desigualdad, y falta de acceso a servicios básicos); iii) El poder adquisitivo negativo y el poder de compra agravante; iv) La proliferación de estructuras monopólicas y oligopólicas de naturaleza “heterodoxa”; v) La implementación del “marxismo cultural” que atenta en contra del sistema de valores morales y éticos de la sociedad; vi) la violación sistemática de los derechos humanos; vii) La creciente corrupción; viii) Los desequilibrios macroeconómicos recurrentes; ix) La potencial condición de hambruna ; x) El abandono de la infraestructura económica, social y política (capacidad productiva, aparato agrícola e industrial, vías de comunicación, sistema eléctrico, plataforma hospitalaria, base educativa, etc.); xi) La destrucción del aparato productivo nacional; xii) La consecuente “megahiperestanflación” (inflación, desempleo, estancamiento) y exponencial devaluación, dentro de una espiral decadente e involutiva;  etc.

Moción uno:

De acuerdo con la subvalorada data oficial que hace mención al  Índice Nacional de Precios al Consumidor, el salario mínimo de los trabajadores debería ubicarse en al menos los 176,5 bolívares, que sería el equivalente al que regía en Venezuela para finales del año 2007. Sin embargo, el salario equilibrado para hoy en día (es decir, manteniendo la misma relación con el tipo de cambio de diciembre  2007) debería ser 1.284,14 bolívares o 286 dólares. Pero también de acuerdo al verdadero INPC en función de la “megahiperestanflación” y la exponencial devaluación que han flagelado a la sociedad venezolana en pleno, dicha retribución mínima al trabajo decente alcanzaría el monto aproximado en este periodo a los 6.754,00 bolívares o 1.500 dólares. Nótese que el bono compensatorio de 10.000 bolívares aprobado para el personal jubilado a partir del 2018 por una parte representa prácticamente el salario mínimo que le corresponde a todos los venezolanos (artículo 91 de la Constitución). Por otro lado, ese supuesto beneficio partido en 12 cuotas, con el ritmo inflacionista que padecemos, representa para cada mes una porción inferior a la acordada.

Tal como fue mencionado previamente (incluso puesto a disposición), a través del Sistema de Información: Proyección y estimación IPAP (fundamentado en las Normas de Homologación, el SMV, el INPC real cotejado con el oficial, el tipo cambiario y distintas documentaciones oficiales como la Gaceta Oficial), es posible obtener referentes estratégicos (aproximados) de magnitudes afines a la estructura salarial indexada de los trabajadores universitarios y comunidad trabajadora en general. Es viable por ejemplo, tener el monto del salario del personal docente, administrativo y obrero de las universidades, así como un aproximado de la deuda contraída por el gobierno nacional, dado su incumplimiento de honrar el compromiso de reconocer y pagar lo relativo a las Normas de Homologación: que no prescriben y siguen acumulándose a favor de los trabajadores. (Ver texto expositivo anterior: ¿Se sabe cuál debe ser el monto del salario mínimo?

En síntesis:

“Free” (liberen) a salario mínimo vital de los trabajadores decentes de Venezuela, dado que el régimen gubernamental de Venezuela lo tiene secuestrado.

Moción dos:

En otro orden de ideas, existen impactos o externalidades negativas sobre el ambiente, el conglomerado social y el individuo mismo, que no son consideradas oportunamente debido a que se imposibilita su materialización de manera inmediata en términos monetarios: esto debido a la inmaterialidad o intangibilidad de las mismas. Empero, se dispone de criterios y mecanismos pertenecientes al ámbito de la economía ambiental y la valoración ambiental que proporcionan la metodología básica para cuantificación y monetización de tales efectos, porque lamentablemente lo que no se mide en términos de dinero carece de valor o importancia. Incluso cuando se logran internalizar dichas externalidades, es decir cuantificarla monetariamente, los costos de producción se ajustan más a la realidad, sincerando entonces de mejor forma las funciones de producción, demanda y oferta.

A propósito de lo anterior,  un problema que poco se denuncia y que está muy relacionado con las fallas e interrupciones en el fluido eléctrico, guarda relación con la proliferación de las plantas eléctricas domésticas en zonas residenciales, que representan factores de contaminación sonora y respiratoria, con graves consecuencias para la salud y por tanto de la vida: para el caso del ruido y los decibeles enfermizos, éstos sobrepasan los niveles de tolerancia.  No obstante, es tan grande el vacío de autoridad y ausencia de poder legítimo, que la impunidad en vulnerar los derechos humanos está a la orden del día. El uso de esas plantas eléctricas exige cumplir protocolos de salud, pero los organismos encargados guardan silencio cómplice…

“Los derechos de una persona terminan donde comienzan los derechos de otro ciudadano”. Entonces es humanitario que en el desempeño de cualquier actividad económica, se determine con mayor aproximación los daños sobre el ambiente en general  y las personas en particular.

Atmósfera espiritual:

El libro sagrado de los cristianos nos enseña y la física cuántica lo convalida, que nuestros sentidos con los cuales nos basamos para tomar decisiones, acordes al proceso de satisfacer el conjunto diverso e infinito de necesidades en el orden material fundamentalmente, y que a su vez  pueden obedecer a criterios hedonistas, utilitaristas y progresistas, que en esencia son diametralmente contradictorios a los principios y valores del modelo fundado por el cristianismo, están restringidos o limitados a un mundo materialista de tres dimensiones donde impera la ley o el principio de la escasez, que impide o no permite captar la coexistencia de otro completamente invisible e inadvertido: esto porque no se dispone del discernimiento de tipo espiritual.

Entonces, al menos desde una postura ontológica y axiomáticamente, la amenaza y debilidad existencial están basadas en la materialidad, al imposibilitarse la capacidad de captar y discernir todo lo involucrado con la espiritualidad, por lo que siempre es latente y evidente que por cualquier medio o mecanismo exista la posibilidad que prolifere la situación problemática afín a la: merma degenerativa, sistemática, inducida y deliberada en la satisfacción de las necesidades materiales y el acrecentamiento o agravamiento decadente e involutivo de la respectiva satisfacción de las necesidades espirituales: en lo intrapersonal, interpersonal y transpersonal.

Fuente: “Perspectiva Económica y Académica Contemporánea”. UNET. Años: 2018 al 2022. Pedro Morales. Postulante a Rector de la Universidad Nacional Experimental del Táchira (UNET)

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