Solo desde la oscuridad y pequeñez de un pensamiento copado de mentiras pudo haberse gestado en la psiquis de un Fidel Castro lleno de cobardía intelectual, y ante la evidencia del fracaso del comunismo mundial como fórmula para dar bienestar a las naciones, la creación de un foro de diseminación de ese cáncer ideológico llamado el Foro de Sao Paulo.

La búsqueda de nuevas formas que puedan ser exitosas en la administración de las complejas sociedades humanas, como fue ayer, es hoy y será siempre, solo se logrará a través de la afirmación de los dos pilares fundamentales que el Libertador Simón Bolívar categóricamente estableció en su discurso al Congreso de Angostura, el 15 de febrero de 1819:

“Moral y luces son los polos de una República, moral y luces son nuestras primeras necesidades”.

Dichos pilares nos dan hoy, a 189 diciembres de su fallecimiento físico en San Pedro Alejandrino, Santa Marta, territorio de nuestra amada Colombia, la luz necesaria para guiar nuestros pasos hacia la superación de la tragedia humana que nos ha costado la traición y la lujuria de unos cuantos pillos atrincherados en sus trampas de seducción y muerte.

De una supuesta lucha por una mejor sociedad del “socialismo del siglo XXI”, todo cuanto se ha permitido ocurra desde entonces, apoyados en la manipulación y complicidad de las élites de nuestras sociedades corrompidas, nos ha dejado una sola cosa irrefutablemente clara: sin luchar contra la narcotiranía no se superará la situación de inestabilidad de fondo que nos trajo hasta esta destrucción. Debemos hincar, en lo más profundo del lecho rocoso de la conciencia colectiva de nuestras naciones, la idea de lealtad y cohesión básica de una sociedad para consigo misma y con la naturaleza del Estado democrático de libertades y trabajo que premie al estudioso y trabajador, y castigue severamente al pillo, al flojo y al corrupto.

Para establecer un Estado eficaz, capaz de imponer la justicia sobre la criminalidad nacional y transnacional imperante, el Libertador en su comunicación fechada en Bogotá el 29 de febrero de 1828, nueve años después de Angostura, se dirige a los legisladores de la llamada Convención Nacional de Ocaña expresándoles:

“Legisladores. A nombre de Colombia os ruego con plegarias infinitas que nos deis, a imagen de la Providencia que representáis, como árbitros de nuestros destinos, para el pueblo, para el ejército, para el juez y para el magistrado ¡leyes Inexorables!”.

Dos años antes Bolivar veía venir la situación irregular de una lucha fratricida por el poder. El 16 de diciembre de 1826, en Maracaibo, proclamó:

“Ya se ha manchado la gloria de vuestros bravos con el crimen del fratricidio. ¿Era esta la corona debida a vuestra obra en virtud y valor? No. Alzad, pues, vuestras armas parricidas: no mateis la patria. Escuchad la voz de vuestro hermano y compañero, antes de consumar el último sacrificio de una sangre escapada de los tiranos, que el cielo reservaba para conservar la República de los héroes. Venezolanos, os empeño mi palabra. Ofrezco solemnemente llamar al pueblo para que delibere con calma sobre su bienestar y su propia soberanía. Muy pronto, este año mismo, sereis consultados para que digais cuándo, dónde y en qué términos quereis celebrar la Gran Convención Nacional. Allí el pueblo ejercerá libremente su omnipotencia, allí decretará sus leyes fundamentales. Tan solo él conoce su bien y es dueño de su suerte; pero no un poderoso, ni un partido, ni una fracción. Nadie sino la mayoría es soberana. Es un tirano el que se pone en lugar del pueblo: y su potestad usurpación. ¡Venezolanos! Yo marcho hacia vosotros a ponerme entre vuestros tiros y vuestros pechos. Quiero morir primero que veros en la ignominia, que es todavía peor que la misma tiranía; y contra esta ¿qué no hemos sacrificado? ¡Desgraciados los que desoigan mis palabras y falten a su deber!».

Al reproducir las anteriores palabras del Libertador Bolívar, ratificamos desde esta tribuna que nos ha permitido el diario El Nacional, el compromiso con los auténticos valores de la emancipación que nos legaron nuestros padres fundadores: Miranda, Bolívar y tantos otros. Grandes entre los grandes, compartimos con ustedes este sentido homenaje de admiración y respeto por la figura excelsa de nuestro Libertador Simón Bolívar a los 189 años de su partida física. ¡El rostro cierto, y no el impostor, de un verdadero Bolivar nunca devaluado!

Cátedra Internacional por la Libertad  Francisco de Miranda (textos tomados del Itinerario documental de Simón Bolívar, Ediciones de la Presidencia de la República de Venezuela, Caracas,1970).

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