«I did something awful» (STEWIE GRIFFIN)

Ayer fue Black Friday. Para los hispanohablantes eso significa viernes negro. Claro que a nosotros nos suena fatal, como a tener un mal día, un día muy malo. Esto del Black Friday, B. F. (ojo al lenguaje oculto de las siglas B. F.) o viernes negro, señala el inicio de la temporada navideña de las compras. Los comercios ven aquí la oportunidad de bait o clickbait, uy, pero qué estoy diciendo, ven la ocasión de echar el anzuelo a los futuros B. F. compradores con precios tentadores. Ayer yo estuve en casa por la tarde y no pensé en el viernes negro. Por la noche a eso de las 9:00 puse el informativo y me enteré de la buena noticia de una tregua de cuatro días en la Franja de Gaza. Supe de que las huelgas de trenes habían sido desconvocadas. En las noticias trataron la llegada tardía del invierno y también dieron la noticia de que era Black Friday. Este día es importante en la cultura americana porque sigue al Día de Acción de GraciasThanksgiving Day– (ya estamos tardando en copiarlo) en el que los americanos dan gracias al cielo por las cosechas recogidas el año anterior y con la esperanza de disfrutar otra más el año próximo. En el resto del mundo hemos convertido el día siguiente al 23 de noviembre o al cuarto jueves del undécimo mes en el Viernes Negro. Como decía ahí arriba, estuve en casa viendo las noticias de las 9:00. La tregua de cuatro días al conflicto palestino-israelí resulta esperanzador porque la paz y el silencio suelen ser portadores de calma y reflexión. Quizás sean el inicio del fin de la guerra.

La cabeza va a su bola. Una noticia se come a la siguiente. Seguí viendo las noticias. Vi imágenes de la entrada torrencial de compradores a los grandes almacenes del Black Friday.  La gente corría al interior como sabiendo la pieza que quería cobrarse. Algunos reporteros dejaron pasar unos minutos para entrevistar con más calma a los cazadores compradores («Locura en en el Black Friday: decenas de personas hacen cola para conseguir muebles a un euro». Telecinco, 24.nov.2023)*. La cámara recogió a un muchacho parado junto a una estructura sencilla de madera con forma de estantería. Al parecer la oferta de esos almacenes consistía en publicitar el mensaje «40 muebles a un euro«. A este joven de dieciocho años le preguntaron qué era eso que había comprado y que no soltaba de la mano. La sinceridad del cliente me hizo reír cuando confesó al reportero que la verdad no tenía ni idea, pero que le parecía que podría servirle para algo.

Aunque parezca otra cosa, la idea de mi columna de hoy era, y sigue siendo, una crítica seria al abuso de anglicismos en nuestra lengua española. Hace días no daba crédito al cartel pegado en el edificio de Correos, Visit Correos. Me pareció una renuncia absurda al español elegir un verbo como visit para decir «visitar» que es lo mismo, solo que es coherente y está escrito en la misma lengua. Creo que sonaría mal decir en inglés «Buenos morning, amigo!». Podría haber escrito «Visite Correos», «Ven a Correos». La marca España no está protegida cuando se aplica un anglicismo innecesario. Es más, la marca España no está protegida cuando se la traiciona de esta manera.

Ayer, según parece, no fue viernes sino Black Friday. Hace unas semanas fue Halloween, cuando al día siguiente se conmemoraba el Día de Todos los Santos.  Dentro de tres semanas viviremos Christmas. No le extrañe. Muchas familias ya celebran Papá Noel (adoptando la versión francesa) en lugar de celebrar el Día de los Reyes Magos el 6 de enero. Los más listos celebran los dos.

Recientemente, un colegio de Murcia ha elegido un lema inglés para aclarar a los padres que dejan a sus hijos en la puerta del centro: Kiss & Go. Esa institución quiere evitar el caos circulatorio que se genera en la ciudad en las horas punta –rush hours-. Kiss & Go significa en lenguaje cool o chuli «da un beso y vete». Amable lector, no crea que quien firma este escrito está en contra del uso del inglés. Uno está desencantado con el desprecio a nuestra lengua española. Ciertas instituciones académicas deben guardar valores esenciales como el uso adecuado de la lengua en la que pensamos y hablamos. No tiene sentido que perdamos palabras y expresiones españolas por culpa de una moda, en este caso de una lengua de moda. Al final acabaremos hablando mal el español (además del inglés, claro).


telecinco.es/BlackFriday/Granada


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