Aunque son muchas las cosas que dicen los políticos y poco lo que hacen, conviene tener en cuenta algunas propuestas. El anuncio realizado hace unos días por el presidente Nayib Bukele sobre la construcción de una ciudad financiada enteramente por criptomonedas y asentada en El Salvador, no ha pasado inadvertido.

En estos tiempos en los que los bancos parecen querer ejercer más control sobre nuestro dinero y el mundo quiere abrirse hacia nuevas formas de libertad financiera, la creación de la primera Bitcoin City reabre el debate del papel que tendrá la moneda digital en el futuro de la economía mundial.

No falta quien diga que es un proyecto inviable teniendo en cuenta la situación económica y social de nuestra región, en la que una parte importante de los sectores populares, o no tiene acceso a la tecnología o no saben cómo usarla. Antes de que se conociera la noticia de la creación de esta ciudad, el Fondo Monetario Internacional (FMI) dio la recomendación a El Salvador no usar el Bitcoin como moneda de uso legal por la alta volatilidad de los precios, entre otros aspectos que siguen generando inquietudes.  Actualmente en los países no hay una supervisión estricta en las operaciones que se realizan con estas monedas digitales, por ello, y al margen del proyecto de Bukele, desde el principio ha existido la preocupación de que los malos  utilicen las criptomonedas para blanquear dinero y para financiar actividades criminales. No obstante, esto no parece mermar el empeño del mandatario millennials en construir la Bitcoin City, en la que supuestamente el único impuesto que se tiene previsto cobrar será el IVA, para financiar los bonos emitidos y poder realizar su construcción y el pago de los servicios.

Se calcula que la infraestructura pública de la obra podría superar  los 15.000 millones de euros. Parece un proyecto posible, pero también es una inversión arriesgada teniendo en cuenta que se emitirían millones de dólares en bonos a 10 años, una previsión que en estos tiempos modernos en los que constantemente todo cambia diametralmente de un momento a otro supone un elevado riesgo. A pesar de  toda la incertidumbre en torno a la ciudad Bitcoin, es innegable que la iniciativa, rompe con la pasividad y mediocridad que rige la política latinoamericana, que ha estado en la mayoría de los casos en manos de gobiernos anacrónicos y nefastos, como el de Nicolás Maduro, cuya propuesta estrella es la bolsa del CLAP.

Está previsto que la ciudad se construya en el departamento de La Unión y que utilice energía geotérmica proveniente del cercano volcán de Conchagua, de esta manera se podrá generar la electricidad para la minería de la criptomoneda. El presidente además anunció que otorgará la residencia permanente e inmediata a los emprendedores criptográficos

Aunque no se sabe si la Bitcoin City logre cristalizarse tal como su ideólogo la ha visualizado, el proyecto anida la esperanza de quienes ansían un paraíso lleno de oportunidades de riqueza. No en vano el diseño y construcción de esta metrópoli  tiene la forma de una moneda

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