Celebramos ahora doscientos años del hecho de armas más significativo de la guerra de independencia -la Batalla de Carabobo- lamentablemente en medio de una profunda crisis social, política y económica. La efeméride, desde luego, debe celebrarse por todo lo alto como evento que marca un punto de inflexión en la contienda bélica en territorio patrio, contribuyendo a modelar la Venezuela independiente que, de manera accidentada, se abrirá paso a partir de 1830 cuando se separa de Colombia la grande y hasta el presente. El magno evento se produce, además, en medio de una terrible pandemia que ha enlutado a muchos hogares y profundizado las diferencias entre quienes se suponen hermanos y herederos, de aquellos aguerridos hombres que en Carabobo humillaron al ejército del rey.

Difíciles circunstancias que, de cualquier modo, no impiden el festejo y los discursos grandilocuentes, dejando de lado el análisis y la sería reflexión, estas últimas tareas que precisamente han servido de motivación a la Academia de Historia del Estado Carabobo, junto a la Universidad de Carabobo, la Cámara de Industriales del Estado Carabobo, la Cámara de Comercio de Valencia, la Cámara de Comercio de Puerto Cabello y la Asociación Cultural Valores Porteños, para promover un ciclo de charlas virtuales bajo el título de Carabobo: Bicentenario de una Gesta Histórica, organizado entre el 20 de mayo y el 24 de junio. Se trató de un modesto esfuerzo para conocer y profundizar acerca de un episodio que, como lo afirma el historiador Germán Carrera Damas, aunque destacada batalla no es más que la culminación de un buen trecho de la historia de Venezuela, en la que Simón Bolívar y quienes junto a él combatieron, tuvieron que revisar sus propios criterios, replantearse la situación general de la guerra, concibiendo los instrumentos requeridos para alcanzar sus objetivos.

Y es que, al margen del hecho de armas mismo, no puede estimarse en su justa dimensión aquella victoriosa jornada sin abordarse los antecedentes y las consecuencias, ello en boca de los expertos. Así, a lo largo de varias semanas, escuchamos al Dr. Cipriano Heredia explicar por qué Carabobo empezó en Trujillo, donde el Libertador y el general Pablo Morillo firman el armisticio (1820) y terminó en Puerto Cabello, cuando se produce la toma de la Plaza Fuerte por los patriotas al mando del Gral. José Antonio Páez (1823); el Dr. Luis Heraclio Medina, miembro correspondiente de nuestra academia, habló de los mitos y curiosidades que rodean al evento, brindando detalles sobre los primeros monumentos y celebraciones, algunos de los héroes que participaron en ella y la presencia de las mujeres; el Lcdo. Víctor Mata se refirió a la música por aquellos tiempos, brindándonos un panorama universal y nacional para concentrarse en la música militar y los cornetas Juan de Dios Agraz y John Hill, así como la afición de Bolívar por el baile; y el Lcdo. Ulises Dalmau, cronista no oficial del municipio Libertador de Carabobo. abordó la figura del Tnte. Pedro Camejo, el célebre Negro Primero, haciendo algunas precisiones sobre la posible localización de sus restos que, en todo caso, parecieran no estar en la Iglesia de Tocuyito. Correspondió al Dr. Fernando Falcón, recientemente designado Individuo de Número de la Academia carabobeña, exponer sobre la Campaña de Carabobo tema que como historiador y militar retirado abordó con arreglo a los postulados de la nueva historia militar, de la que es su iniciador en nuestro país, brindado detalles sobre la concepción general de la guerra a partir de 1820 y útiles conceptos como la maniobra por líneas interiores, líneas exteriores y las diversiones, todos movimientos que terminan acorralando al general Miguel de la Torre y sus tropas en la sabana de Carabobo. Finalmente, la clausura del ciclo de charlas estuvo a cargo del Dr. Gonzalo Pulido Ramírez -autor del libro De Carabobo al Cerro de la Mona (2014)- quien ofreció una nueva visión acerca del hecho conmemorado que comenzó calificando como la batalla mejor planificada y conducida durante la guerra de independencia, y de la que brindó con fundamento a la metodología que aporta la nueva historia militar, novedosos detalles, ignorados por otros historiadores en el pasado, relacionados con las armas, banderas y uniformes utilizados, aportando además nuevos elementos sobre el terreno en el que se desarrolló la acción y la táctica empleada.

El bicentenario, ciertamente, invita no solo a la reflexión sino también a la búsqueda de la verdad histórica, más allá del edulcorado relato de Eduardo Blanco en su Venezuela Heroica, y los empeños de otros por convertirlo en una victoria contra el imperialismo y silenciar la figura del general Páez, tarea revisionista que por fortuna también asumieron la Academia Nacional de la Historia e importantes universidades. Más complejo que la búsqueda de la verdad, sin embargo, resulta las interpretaciones sobre la significación de la magna fecha que, indudablemente, quedarán abiertas y condicionadas por las ideologías.

En fin, pudo ser una celebración de muchos y para el reencuentro, pero la ocasión terminó siendo otra batalla, esta vez de ideas y palabras. Una interrogante, por demás recurrente, seguirá avivando la discusión e invitando a la profunda reflexión: ¿Se selló realmente la independencia en Carabobo?

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@PepeSabatino

 


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