Cada cierto tiempo la vida nos ofrece alegrías inesperadas. La lección que ha dado Barinas a los venezolanos ha sido ejemplar. Se trata, ni más ni menos, de un registro para la posteridad. En la elección del nuevo gobernador que se celebró el pasado domingo 9 de enero, ese bravo pueblo demostró que nunca debemos dar nuestro brazo a torcer. El triunfo se hizo realidad aunque un grupo importante de votantes (esos que comparten la absurda tesis de que no hay que sufragar mientras Nicolás Maduro  no entregue mansamente el poder) se abstuvo de participar. Nada que extrañar ante una práctica que cuenta con el apoyo de muchos de nuestros compatriotas. Es evidente que si una parte importante de esos abstencionistas hubiese cumplido con su deber ciudadano, la paliza a la dictadura habría sido monumental. La lección es propicia para que María Corina Machado, una líder política a la que nadie le quita lo bailado, arrime el mingo a la unidad de todos los demócratas venezolanos.

Es imposible obviar que los dramas en el campo de la política son consustanciales a todos los grupos humanos. La necesidad del líder ha marcado siempre su razón de ser: el “orden necesario” siempre termina girando alrededor de dicha figura. Pero la evolución de los tiempos ha hecho también lo suyo. Inevitablemente, por sus imperfecciones, las autocracias y las dictaduras se vieron compelidas a abrir el camino a las democracias; la experiencia que de allí ha emanado ha puesto de manifiesto que, a pesar de sus fallas, esa  forma de gobierno es la mejor de todas. Pero volvamos a Barinas.

No podemos perder de vista que lo ocurrido en dicho estado puede ser el inicio del proceso de cambios que los venezolanos y el mundo democrático reclaman sin más dilación. El régimen autoritario que arrancó con Hugo Chávez y que ha continuado Maduro, es simplemente inaguantable para la mayoría de nosotros. El solo hecho de que el Partido Comunista de Venezuela esté confrontado a la dictadura es obvia demostración de sus aberraciones.

No es mi interés caer en excesos, pero intuyo que lo acontecido en Barinas podría derivar en el inicio de nuestra nueva independencia. Si ello efectivamente es así, no deberíamos perder de vista lo señalado por el filósofo y economista británico John Stuart Mill (1806-1873) en su libro Del Gobierno representativo:

«Así, un pueblo preferirá un gobierno libre; pero si, por indolencia, o por ligereza, o por cobardía, o falta de espíritu público, no es capaz de los esfuerzos necesarios para conservarlo; si se niega a luchar por él cuando está directamente atacado… o en un acceso de entusiasmo hacia un individuo puede ser llevado a poner sus libertades a los pies de un grande hombre, o a confiarle poderes que le facilite trastornar las instituciones; en todos estos casos ese pueblo es más o menos inepto para la libertad».

No podemos albergar dudas sobre el camino que hay que seguir: la única manera de retomar la senda del progreso es suplantando al gobierno arbitrario y empobrecedor de Maduro por uno de derechos. Tenemos que rescatar la influencia motora de la cultura moderna. Nuestro país no se merece su condición actual de Estado fallido.

@EddyReyesT

 

 

 

 

 

 

 


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