Si bien es cierto que la victoria de Barinas es un enorme triunfo del pueblo, que significó la derrota del PSUV y la pérdida de la llamada “cuna de la revolución” de Chávez, también supuso una gran derrota para el primer vicepresidente del PSUV, quien insiste en presentarse como un defensor de Hugo Chávez y su legado, como elemento de chantaje para coexistir en la disputa del poder en el país.

El diputado Freddy Superlano, a quien en principio le arrebataron el triunfo, reveló en un  foro con el portal Analítica, moderado el Dr. Emilio Figueredo Planchart, exembajador ante la ONU durante el gobierno de Carlos Andrés Pérez, que el Estado Mayor de la revolución lo había contactado con mensajes claros de Jorge Rodríguez y del propio Nicolás Maduro, manifestando estar dispuestos aceptar la derrota desde el principio, argumentando que el obstáculo se presentaba en Diosdado Cabello.

Así que la nueva derrota de Barinas ensancha la brecha entre Nicolás Maduro y Diosdado Cabello, quien se reduce en todas las estructuras del poder en el país, desmoronándose sus dos grandes fortalezas: la FANB y el PSUV. La hábil política de Nicolás Maduro se distingue en su enorme capacidad de debilitar a todos quienes históricamente poseen credenciales desde el chavismo, la firme decisión es posicionar el madurismo como una gran fuerza nacional, con sus propias fuerzas y características. Se reedita la historia de Stalin, contra los esfuerzos realizados por Lenin.

Diosdado se ha desvanecido de los medios de comunicación, y deja por un momento de estar en el centro del debate, quizás por aquellas palabras: “No me voy de Barinas sino con una gran victoria”. Le tocó abandonar Barinas en un momento inesperado, al caer la tarde apenas, y ahora se excusa en brotes de ómicron, para ni siquiera realizar su programa Con el mazo dando. Estará evaluando control de daños para establecer una posición y línea comunicacional, con el cinismo que le caracteriza.

El cinismo y la mediocridad de ninguna forma le permitirá reconocer su derrota en Barinas, y la derrota del ala militar febrerista por la que tanto lucha que no muera, como una forma de mantenerse en el más alto nivel del poder en Venezuela; sin embargo, la jefatura de Nicolás Maduro, y de todos los miembros de su corriente sobre Cabello, luce evidente..Lo obligándo anunciar supuestas manifestaciones de COVID-19, dentro de su equipo de trabajo, teniendo así la excusa para ausentarse y recomponerse políticamente.

Maduro persigue a Cabello

Diosdado debe sentir honda preocupación por la determinación de coartar toda su fuerza en la enorme carga burocrática, política militar y financiera del país, toda su fuerza se diluye aceleradamente, mientras ni siquiera se atreve de ejercer ningún tipo de presión o respuesta a esta situación, quizás por el temor de considerarse una pieza de intercambio, que pueda ser sacrificada a los efectos de ganar tiempo o demostrar la firme decisión de establecer un acuerdo en un momento determinado.

El chavismo siempre ha logrado resolver sus conflictos, sin mayores escalas a la opinión pública, por los decibeles que alcanza la actual confrontación, que además es de muy vieja data, quizás por la difícil coyuntura que atraviesan a nivel político, donde todos a fin de cuentas negocian con organismos internacionales, y con Estados Unidos, su supervivencia. Cada uno ve en el otro un salvavidas para hacer resistencia y sobrevivir en las negociaciones de orden geopolítico que aparecen cada día con mayor fuerza.

Así que la confrontación más fuerte que se desarrolla en el país es entre ambos monstruos, hijos del mismo demonio.


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