Tal cual como si se tratara de un álbum de Panini, de esos en que una y otra vez se repiten las barajitas en ese frustrante intento de llenarlo con todos los jugadores y selecciones, nuevamente el desgobierno recurre al recurso de la omisión legislativa previsto en el artículo 336 numeral 7º de nuestra Constitución, para la designación de nuevos rectores del Consejo Nacional Electoral, esta vez con la complicidad de los actores de la llamada “mesita”, Claudio Fermín, Timoteo Zambrano, Rafael Marín, Felipe Mujica, el pastor Bertucci y Segundo Meléndez, quienes en estricto apego a lo que ha sido su línea de conducta pública de los últimos años, han hecho comparsa a la estrategia que se teje desde Miraflores, donde con una mera simulación de las formas, se atropella y pisotea la justicia.

La primera barajita salió en 2003, cuando con el juego trancado y ante la imposibilidad de acordar el nombramiento de los nuevos rectores del CNE en el seno de la Asamblea Nacional de entonces, la Sala Constitucional del TSJ con ponencia del magistrado Cabrera y a solicitud del siempre nefasto Hermann Escarrá, declaró la omisión legislativa que dio pie a que luego del ultimátum se nombrara no solo a tres rectores principales, sino a que además el propio TSJ definiera la directiva y hasta al consultor jurídico que poco después, con un infame dictamen, liquidó bajo el argumento de las firmas planas a la legítima solicitud de referéndum revocatorio de ese año, que llevó luego al reafirmazo y al referéndum de agosto de 2004. Allí, por cierto, bajo el imperio de la omisión, debutó Jorge Rodríguez, designado además como presidente de la Junta Nacional Electoral, quien aún con poco tiempo en el cargo demostró que nunca debió ser árbitro de la voluntad del pueblo, y de allí que sin duda su nombre fuese una de esas piedritas que impedía llegar a un acuerdo en el foro legítimo para la designación de dichas autoridades, pues la elección de un árbitro con tan obvia y vehemente parcialidad, es por decir lo menos la antítesis del juego democrático.

La segunda estampita la jugó el desgobierno en 2005, cuando amparados en la sentencia de omisión legislativa de 2003, y esta vez sin guardar ninguna forma, siquiera con relación a la instalación del comité de postulaciones y bajo la excusa de la renuncia de dos de los rectores principales, Carrasquero y Zamora, procedieron a la reestructuración de la directiva, designando a Jorge Rodríguez como presidente, premiándole por su “impecable” manejo del revocatorio de 2004, incorporando además a dos de los suplentes como principales, que es donde por cierto ascendió Tibisay Lucena, y nombrando también a nuevos rectores suplentes. En fin, una obscena maniobra amparada en una sentencia de la Sala Constitucional del TSJ, contando con la infame participación del magistrado Jesús Eduardo Cabrera, en contubernio con el plan diseñado en Miraflores.

La tercera carta se la jugaron el 26 de diciembre de 2014, cuando haciendo uso de su maligna e ilimitada creatividad, desde el desgobierno se inventaron nada más y nada menos que esta vez la propia Asamblea Nacional, por intermedio de su entonces presidente Cabello, pidiera al Tribunal Supremo de Justicia que declarara su propia omisión, reconociendo así su incapacidad de alcanzar un acuerdo para la designación de los nuevos rectores del CNE. Fue allí cuando se concretó el ascenso de Rondón, quien pasó de funcionario de carrera en el ente electoral a rector principal, y donde se ratificó a Lucena y Oblitas para un nuevo período, prescindiendo como siempre de toda forma, y torciendo la interpretación de la ley a su simple y llano parecer.

Con toda la historia descrita que precede a esta nueva sentencia 0068-2020 de la Sala Constitucional del TSJ, no hay sorpresa alguna en que se declare nuevamente la omisión de la Asamblea Nacional en la designación de las autoridades del Consejo Nacional Electoral, y más bien el asombro proviene de que aún contando con ese adefesio que mal llamaron ANC, hayan demorado tanto en hacerlo.

Lo importante en este nuevo caso que sucede a toda esta trama de omisiones históricas en cuanto a la designación de los árbitros de la voluntad popular, es que en esta ocasión la imposibilidad del acuerdo en el foro legítimo que es la Asamblea Nacional es un hecho artificial creado forzosamente por el desgobierno, que desde la mismísima instalación de la primera directiva de la legislatura electa en diciembre de 2015, inició la socavación de la mayoría calificada ganada legítimamente a pulso por la entonces unida y cohesionada oposición. Así, entre el primer paso que fue la impugnación y consecuente desincorporación de los diputados electos por el estado Amazonas, la persecución e inhabilitación de diputados, la declaración de desacatos, y la aparición de misteriosos y verdes maletines, se construyó cuidadosamente la liquidación funcional de nuestro Parlamento.

Los precedentes del caso no son nada alentadores para el futuro, pues el comportamiento de la dirigencia opositora no ha sido precisamente rebelde frente al nombramiento de tantas directivas del ente comicial derivadas de la declaratoria de la omisión legislativa. Ya en 2020, en este nuevo episodio más parecido a una trampajaula que a cualquier otra cosa siquiera similar al juego democrático, ceder y aceptar que la designación de los rectores sea nuevamente por vía directa a través del TSJ sería el equivalente a un acto de rendición y sumisión a la voluntad del desgobierno, y la historia es bien clara en identificar las consecuencias de rendirse. Adelante entonces ciudadanos diputados en el legítimo ejercicio de sus funciones y lejos de caer en el juego de las negociaciones oscuras, procedan a denunciar, rechazar y condenar con vehemencia esta nueva arremetida. Fermín, Zambrano, Marín, Mujica, Bertucci, Meléndez y otros tantos que les acompañan en su connivencia con el desgobierno, que es el auténtico responsable de toda la novela, son el bagazo del cultivo de los valores democráticos que se construyeron con ahínco en el siglo pasado en Venezuela, y es esa la conducta que debe evitarse a toda costa para alcanzar el objetivo de reconquistar la libertad.

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@castorgonzalez


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