«Codician terrenos, y se apoderan de ellos;

codician casas, y las roban.

Oprimen al hombre y a su familia,

Al propietario y a su herencia».

Miqueas 2:2

Antiguo Testamento

Como miembro del Comité Académico de Cedice Libertad e investigadora del Observatorio de Propiedad, también de Cedice Libertad, acostumbro anualmente a hacer un balance sobre la situación de los derechos de propiedad en Venezuela.

Cada vez que hago este balance puedo detectar un patrón o método particular empleado por el régimen para acometer el expolio (despojo de la propiedad sin las debidas garantías constitucionales). Desde el año 2005, como he dicho en otras oportunidades, puede identificarse perfectamente una política sistemática de destrucción de la propiedad en la que se evidencia variedad de formas de ataques a la propiedad.

En palabras de Bastiat, el expolio ha sido extralegal y legal a lo largo de décadas.

Pero el año que acaba de terminar no evidencia un patrón o método en particular. En el 2023 no existe un caso emblemático que refleje ese paso adicional o nuevo método del régimen como veíamos con el «Dakazo»; las tomas de los activos de compañías que cesaron sus operaciones en el país ante las enormes dificultades para hacerlo; las distintas campañas y operativos de fiscalización en época decembrina o electoral para aplicar el nefasto control de precios; entre otros.

Esto obviamente no significa que los ataques a la propiedad han cesado. A final del año 2022 y a lo largo de 2023 hubo noticias de fraudes inmobiliarios en los que participaron Notarios y Registradores.

Sin embargo, la ausencia de un caso emblemático, a mi modo de ver, evidencia algo peor.

Por una parte, es muy factible que la represión política que recrudeció en el año 2023 hizo que medios, víctimas e incluso organizaciones no gubernamentales se autocensuraran en la denuncia de los expolios.

Por otra parte, hemos normalizado y asimilado los distintos métodos de expolio y los ataques a la propiedad -como mucha de la resignación que se evidencia en otros aspectos de la vida- al punto de que el régimen no ha necesitado ser más creativo en este tema y se ha limitado a aplicar, como buen funcionario que sigue un protocolo, los métodos que le han resultado efectivos desde el año 2005.

Esto inmediatamente me hizo conectar con unas reflexiones del abogado Andrés Guevara que expuso en su cuenta en X –anteriormente Twitter-. Andrés, quien también es miembro del Comité Académico de Cedice Libertad, señalaba lo siguiente:

«Para la élite chavista, su mayor logro tal vez no sea la dominación del país ni el atrincheramiento por décadas en el poder. Es probable que su mayor conquista y aspiración (aunque no se declare siempre públicamente) sea su proceso de aceptación y «blanqueamiento social» por los sectores más tradicionales de la élite venezolana.

Así, pasados años y hasta décadas, el furibundo opositor con bandera de 7 estrellas que no se perdía ninguna marcha, hoy recibe en su casa al hijo de quien hasta hace nada era su adversario. Comparten los mismos colegios, clubes, restaurantes, hoteles, sitios de recreación.

Sí, todavía quedan algunos bastiones defendidos por el mantuanaje tradicional. Pero cada vez son menos.

Es probable que algo de ello se mantenga, como esas diferencias del «old money» vs. «nouveau riche», que de vez en cuando salen a flote entre los descendientes que llevan varios siglos en el país, y los de familias inmigrantes, especialmente europeos, que crearon riqueza después de la segunda mitad del siglo XX.

Pasó con el liberalismo amarillo, los andinos, luego los adecos y copeyanos. ¿Por qué no iba a suceder con el chavismo y su élite? Este proceso de blanqueamiento, aunado a la desmemoria y el pragmatismo, sirve la mesa para que más allá de cualquier transición política, la aceptación social sea una consigna hecha verdad, con consecuencias de importancia en la sociedad venezolana y su porvenir.»

Andrés exponía una consecuencia en lo social, luego de casi 25 años del régimen en el poder. Yo expongo en estas breves líneas la consecuencia en materia de derechos de propiedad, esto es, la normalización y asimilación de los distintos métodos de expolio empleados a lo largo de estos años.

Inicié con esta cita bíblica: «Codician terrenos, y se apoderan de ellos; codician casas, y las roban. Oprimen al hombre y a su familia, Al propietario y a su herencia».

Me atrevo a preguntar si también se apoderaron de nuestra alma y consciencia.

No me arriesgo al afirmar que este balance es bastante sombrío y pesimista, pero no por ello alejado de la realidad.


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