La legitimidad de la protesta

Quienes protestan hoy en Venezuela están motivados por los bajos salarios, no es la típica protesta de años atrás, de presión política por la salida de Nicolás Maduro. Si bien es una necesidad inexorable, no es el elemento que mueve a la masa trabajadora en la actualidad. Venezuela y su política de miseria ha espantado a miles de profesionales de distintas áreas. Quienes resisten los embates de las malas políticas aplicadas aún poseen esperanzas de conquistar un cambio significativo que les permita una vida digna, y lejos de toda abulia, están negados a la posibilidad de abdicar, como cree la dictadura que sucederá.

Al paso del huracán que destruye el salario de los trabajadores y todo en su camino, cínicamente conceptualizan el ejercicio del poder desde una supuesta visión “humanista y obrerista”, la conmovedora realidad denota al mundo una gigantesca contradicción, imposible de asumir desde ningún punto de vista, la indignación desbordante produce la conjugación de toda la masa trabajadora, dejando de lado su identificación partidista, y sus afectos por el chavismo/madurismo u oposición y consagrarse a luchar por sus intereses laborales, que son el sustento de su núcleo familiar.

La población yace atribulada por la necesidad, han tenido que reinventarse la vida constantemente para sobrevivir. Casi 8 millones de migrantes contribuyen al sustento de sus familiares en Venezuela, pero la vida en otras naciones también tiene su dinámica y propias angustias, por ello quienes resisten la crueldad del sistema intentan superarse a sí mismos, vencer sus miedos y activar en la protesta social. Todo medio de lucha contribuye al desplazamiento de la fuerza de la tiranía, la combinación de la protesta social con otros factores de la vida política nacional dan a inferir la posibilidad de la ruptura de la burbuja, que han intentado posicionar para mantener el dominio de la población a través de la estrategia y la biopolítica que han desarrollado en ese contexto. Hoy toda su creación para el sostenimiento del poder se devuelve aceleradamente, un efecto bumerán que no puede ser calibrado por la naturaleza de las razones y las emociones que le preceden. Quizás la docente Elsa Castillo expresó la verdad en toda su dimensión cuando aseguró: “El miedo hoy se cambió de acera.”

La protesta debe aumentar

El despertar ciudadano debe adquirir mayor conciencia, las fuerzas políticas aunque debilitadas y cuestionadas por la mismas maniobras del régimen, también deben obrar para estimular el reclamo de la población ante el conjunto de irregularidades que someten al país al desasosiego. No solo son los salarios de la clase trabajadora, es la crisis de los servicios, el agua potable, el sistema de salud, la electricidad, el combustible, el transporte, la inseguridad, toda la estructura social está destruida, sobran razones para disentir y exigir en el marco constitucional la democratización del país.

Las negociaciones, como ocurren en los escenarios internacionales, con suficiente apoyo diplomático, deben continuar, pero negociar sin presiones es muy cómodo, para una tiranía que se le continúan generando concesiones, y aun así no ceden. Es hora de comprender que ninguna concesión es más atractiva que la preservación del poder, el aumento de la protesta social da la opción de negociar desde una posición de fuerza, y es allí donde se pueden producir los verdaderos cambios en el país.

La población no debe ser indiferente a sus propios clamores, razón tenía Antonio Gramsci, en aquello de Odio a los Indiferentes: “Creo que vivir quiere decir tomar partido, quien verdaderamente vive no puede dejar de ser ciudadano y partisano, la indiferencia es cobardía, no vida, por eso odio a los indiferentes”. Estamos quizás en el momento de mayor fragilidad en la historia oscura del régimen de nicolás maduro, para elevar el  tono de confrontación, la victoria es de quienes permanecen y jamás de los que retroceden.

@jufraga12


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