En el Centro Goethe de Caracas tuvimos ocasión de analizar la influencia del cine alemán en la cultura global, con un panel integrado por la documentalista Nadja Smith, el crítico Luis Bond y la profesora Malena Ferrer, a propósito del cierre de la temporada de premios y el inicio del Festival de Berlín, una parada obligatoria en el calendario de la producción y difusión mundial de contenidos alternativos.

Fue un evento organizado por el emprendimiento de Qué Leer y celebrado en la biblioteca del instituto, a sala llena.

Nadja Smith explicó la orientación editorial del certamen teutón en los últimos años, destacando la diversidad de la programación. De acuerdo con la interpretación de la autora extranjera, cada año la competencia fílmica adopta una agenda determinada, a tono con las inquietudes y preocupaciones del momento.

Por eso el Oso de Oro recayó sobre filmes iraníes de protesta como el caso de Una separación y Taxi to Teheran, ambos dedicadas a diseccionar el malestar cultural de los ciudadanos en un país fragmentado, censurado y cercenado por la política del estado. Maduro es socio de los ayatolás y comparte su visión despótica del poder.

Por su parte, Luis Bond ponderó la vigencia de un puñado de largometrajes oportunos en Venezuela: La caída, La ola, Good Bye Lenin y La vida de los otros, ampliamente comentados en diversos foros de la capital criolla para conjurar los demonios sueltos del fascismo, el socialismo, el mesianismo, el totalitarismo y el nazismo.

Antes de Jojo Rabbit, la industria germana revisó el pasado de forma crítica y dramática, en busca de una respuesta y solución ante la vuelta de los relativismos, de las laxitudes posmodernas, de las ideas populistas, de los símbolos de Hitler y de las doctrinas del comunismo.

Las películas estudiadas brindan anticuerpos que le permiten al espectador protegerse de las influencias negativas de los proyectos demagógicos que actualmente se viralizan por el planeta, sembrando caos y destrucción, tal como vimos en Chile y Latam.

De igual modo, Malena Ferrer presentó un menú de tres opciones que fortalecen los valores de la libertad de pensamiento, según la inspiración de la llamada “Escuela de Berlín”, cuyos pilares son Toni Erdmann de Maren Ade, Barbara de Christian Petzold y En los pasillos de Thomas Stuber. Un fenómeno que cuenta con un sólido star system que catapulta la fama del Joaquín Phoenix de Europa, Franz Rogowski, y de la musa de la corriente femenina, Sandra Huller, actriz que domina los registros de la tragedia y la comedia sin perder gracia y elegancia en la pantalla.

Gracias  a los oficios del Goethe, de la embajada teutona, del Circuito Gran Cine y del Trasnocho Cultural, hemos podido disfrutar de la mayoría de los títulos recomendados por los docentes invitados de la Universidad Monteávila y la UCAB.

El público tomó la palabra al final de la reunión, contrastando saberes en un ambiente de paz y concordia.

Escuchamos las intervenciones de la doctora Andrea Rondón, columnista de El Nacional y miembro de Cedice, así como atendimos a las justas reflexiones de Sashenka García sobre la capacidad de discernimiento, apertura y conciencia que ofrece el hecho de entregarse al hábito de la investigación.

La racionalidad y la ilustración ciertamente produjeron fracasos históricos evidentes. Pero el método científico, los libros y las cintas están ahí para que aprendamos a no repetir los errores de antaño, bajo otra óptica más cercana, empática y respetuosa.

María Alejandra Bello, Melissa Nahmens y Victoria Jansen garantizaron una organización de altura que nos transportó a una ciudad más humana y amable que merecemos.


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