Tal como era de esperarse, la presencia de la señora Bachelet en Venezuela fue objeto de controversias previas y posteriores. Oficialistas y opositores proclaman que la visita les favoreció, para lo cual utilizan frases más o menos descontextualizadas de la funcionaria internacional mientras los sectores más radicales de uno y otro lado naturalmente encuentran insatisfactorio el resultado del viaje.

La primera crítica se centra en que Bachelet visitó a Maduro y por tanto le dio legitimidad y algo del aire que el usurpador necesita. Analicemos.

Acnur (Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados), tal como su nombre lo indica, es uno de los brazos de la ONU y dicha organización mundial no reconoce al gobierno (e) de Guaidó sino al de Maduro. Tan es así que quien representa a Venezuela allí es  el chavista Samuel Moncada, conocido más por sus dotes de “bully” que de diplomático. Siendo ello así y de acuerdo con las reglas vigentes desde siempre, solo por invitación del Poder Ejecutivo puede llegar una delegación internacional con la garantía de todas las inmunidades. Para la ONU el presidente es Maduro y fue él quien invitó. Cierto es que eso le da un poco de oxígeno, pero sin eso doña Michelle no podía pisar suelo venezolano.

Hay que estar claro –mal que nos pese a muchos– que la señora Bachelet no vino ni podía venir a Venezuela vistiendo la franela de la oposición ni tampoco la del gobierno. Ella vino en condición de funcionaria internacional con el mandato de observar sin prejuicio oficial previo y con el compromiso de elaborar un informe objetivo posterior expresando sus apreciaciones y formulando las recomendaciones que tenga a bien.

Dentro de ese marco la señora Bachelet pidió y obtuvo garantías de moverse ella y su equipo a los lugares de su elección, sin aviso previo y con toda libertad. Sin duda, pudo haber ido a más lugares de los que visitó pero en tres días (tiempo pautado para la estadía) ella visitó lo que estimó pertinente en su criterio y no lo que el gobierno violador y usurpador le señaló. Una persona que ha sido dos veces jefe del Estado de uno de los países más democráticos del continente no ha de ser una tontica que la meten en un carro y le dan un tour arreglado.

La visita obviamente incluyó los contactos con Guaidó & Cía y la escucha de los testimonios de violaciones que consideró adecuados para hacerse una impresión que le permita elaborar su informe. No olvidar que ella vino con dos funcionarios de su agencia que además permanecen dentro del país con total libertad de movimientos para desgracia de los usurpadores.

Para quienes creen o afirman que la orientación socialista de la doctora Bachelet puede nublar sus opiniones, basta recordar que hace apenas pocos meses ella mandó un grupo de avanzada previo a su visita que le proveyó información suficiente para que preparara y diera a conocer un informe muy desfavorable para los “revolucionarios” de la usurpación. Lo menos que los venezolanos podemos hacer ahora es esperar hasta el próximo  5 de julio o días subsiguientes para enterarnos del contenido del informe.

Por lo que se anticipa será demoledor para Miraflores, aunque no debe descartarse que pueda incluir críticas a la oposición cuya buena intención este columnista avala sin reservas, pero que no por eso está exenta de algunos errores como se ha venido destapando.

Como cierre nos permitimos expresar nuestra opinión afirmando que Maduro y secuaces habrán dado por cumplido un trámite cuya presión ya les resultaba irresistible y que harán caso omiso de las críticas y recomendaciones que se formulen. Para muestra basta tomar nota del insólito y fallido intento el pasado día miércoles, apenas ida Bachelet, de secuestrar la comitiva del presidente (e) a plena luz del día y en medio de la autopista Francisco Fajardo sin que ninguno de los grupos del poder asuman o acepten la autoría.

En resumen: ¿pasará algo? No. Pero allí queda una prueba más en el expediente que la justicia nacional o internacional revisará algún día. Téngalo por seguro, aunque los tiempos de la política internacional no sean tan veloces como nos gustarían.

Quienes crean que tienen la fuerza para provocar un desenlace anticipado: bienvenidos sean pero… como no parece haberla,  pues habrá que seguir construyéndola desde la calle y la resistencia, no desde la impunidad de los teclados que alimentan las redes sociales.

 


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