El Partido Popular de España ha pasado en una semana de una cierta atonía a la guerra civil y ahora prácticamente a la salida de la crisis con el triunfo de Ayuso y la derrota total de Casado. A la presidenta madrileña ya nadie la para, tiene detrás a la mayoría del partido, gran parte de la sociedad española e incluso la expectación de una parte del mundo. Si Casado no se va, vivirá un calvario, mientras no lo haga generará un considerable daño a su partido, al centro derecha español y, en general, a la sociedad española.

Como presidente del Partido Popular, Casado no lo ha hecho mal del todo, ha representado una tendencia moderada de centro derecha en línea con la mayor demanda social y política, es un buen orador, si no el mejor, de los actuales líderes políticos españoles.

Es uno de los pocos que hace brillantemente un discurso sin papeles en el parlamento español y suele ganar los debates con contundencia y claridad. Con Ayuso y con la guerra interna se ha equivocado radicalmente y por intereses internos partidistas ha puesto en riesgo a su partido y su propio futuro electoral.

Este hecho vale por sí mismo su inmediata dimisión. Hasta el expresidente José María Aznar, al que asesoré durante muchos años, ha criticado duramente los hechos y eso que Pablo Casado ha sido un político muy cercano a él y de su entorno político.

Ayuso ya ha ganado, solo a falta de la concreción de su victoria, y lo ha hecho como lo hizo Pedro Sánchez en el PSOE, desde la militancia y la sociedad. Hay quien piensa que el apoyo de la inmensa mayoría del PP y del centro derecha a la líder madrileña es producto de estrategias y maniobras políticas, nada que ver, es resultado de su liderazgo y del apoyo social y político que tiene dentro y fuera de su partido, incluso más allá de su tendencia ideológica.

Si observamos bien, el PSOE se ha quedado inteligentemente callado por temor a la victoria de Ayuso, que gana votos a su derecha y a su izquierda. Puede llegar a conseguir bajo su liderazgo y con la candidatura presidencial, la victoria para el Partido Popular en las elecciones generales de 2023. Si Casado no dimite inmediatamente, lo tendrá que hacer en los próximos días o semanas, pero,en cualquier caso, debe irse.

Es admisible que se critique a Ayuso por su ambición de poder y por aspirar prematuramente a liderar su partido, incluso al gobierno de España, pero eso es democrático y necesario en la lógica evolución de los anquilosados partidos españoles, en mayor medida del PP.En los tiempos actuales los partidos deben ser más abiertos y participativos.

La victoria de Ayuso es también de su equipo, de sus consejeros y asesores, entre ellos, de mi buen amigo Miguel Ángel Rodríguez con el que he trabajado codo con codo durante varios años.

Aunque Casado no hubiera cometido los errores mencionados, solo por dejar el testigo político a una líder más potente que él, con más apoyo electoral, debería dimitir. Con la suma de ambos hechos, su continuidad es injustificable.

Si se confirma esta segunda gran victoria contra pronóstico de Ayuso, no habrá nadie que la pare.


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