Constituciones de Venezuela. De 1811 a la fecha, en 210 años, Venezuela ha tenido 24 Constituciones. Relacionando ambas cifras obtenemos un promedio de vida de 8,75 años por Constitución. La que más tiempo ha durado es la de 1961, la anterior a la actual, la del período democrático que se inició el 23 de enero de 1958 con la caída de la dictadura de Marcos Pérez Jiménez. Duró 38 años, de 1961 a 1999. La actual, la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, que de ahora en adelante mencionaremos por sus siglas CRBV, va para 22 años y Dios quiera que no rompa el récord de la anterior.

Eficacia de las Constituciones nacionales. Las Constituciones venezolanas, unas más, otras menos, han sido incumplidas por los gobiernos que las promulgaron. En parte, ello explica la escasa duración de las mismas. La más acatada, según opinión generalizada, ha sido la ya mencionada de 1961. Tal hecho pareciera afirmar lo dicho anteriormente: fue la más duradera por haber sido la más respetada. Sin embargo, eso no vale para la CRBV que ha sido la más incumplida y va para 22 años de existencia, dos veces y media el promedio nacional. La explicación de esa aparente contradicción estriba en el cambio de fondo sufrido por la Fuerza Armada Nacional como resultado de la acción realizada en su seno por el grupo de militares golpistas de 1992 que la enajenaron política e ideológicamente..

La Constitución Bolivariana. De todas las Constituciones nacionales la CRBV ha sido la más alabada, trajinada y editada. Chávez la portaba siempre consigo en el bolsillo superior de su americana o guerrera, según se vistiera de civil o militar y la esgrimía en todas sus apariciones públicas, mostrándola y afirmando que era la mejor del mundo. Le advertía a la oposición que dentro de ella todo estaba permitido, pero fuera de ella, nada. Le tomó tanta confianza que terminó llamándola “la bicha”. Pese a todo, se puede demostrar que Chávez no se apegó para nada a la CRBV. De Nicolás Maduro no vale la pena ni hablar. Para él, sencillamente, la CRBV nunca ha existido.

Un conocido abogado venezolano, profesor de Derecho Constitucional, presentó en televisión una prueba irrefutable de lo que acabamos de decir. Pidió a la entrevistadora, una comentadora política muy conocida también, que cerrara los ojos, abriera la Constitución al azar, con un dedo marcara un sitio cualquiera en la página abierta y leyera en voz alta el artículo que ocupaba ese lugar. Repetida la operación varias veces, y sin mayores comentarios, quedó demostrado en forma fehaciente, por la evidente disparidad entre el texto constitucional y la realidad nacional, la absoluta invalidez de la CRBV.

Por la brevedad de este escrito, no podemos profundizar más en el punto anterior, por lo tanto, concluiremos el mismo examinando el Preámbulo de la CRBV que contiene la declaración de principios del proyecto chavista o de la “revolución bolivariana”. Allí se lee, desbrozando el abundante follaje de la exposición, que el fin supremo de la nueva Constitución es “refundar la República para establecer una sociedad democrática, participativa y protagónica… en un Estado de justicia, federal y descentralizado, que consolide los valores de la libertad, la independencia, la paz, la solidaridad, el bien común, la convivencia y el imperio de la ley”.

Basta leer esa declaración y cotejarla con la realidad para darnos cuenta de que ese proyecto no ha ido más allá de las palabras. ¿Dónde está la “sociedad democrática”, si los  principales partidos políticos de oposición están suspendidos o intervenidos y sus legítimos dirigentes inhabilitados, silenciados o exiliados; si la única Asamblea Nacional con mayoría opositora fue arbitrariamente invalidada; si el referéndum revocatorio del mandato de Maduro que pudo haber evitado la culminación del desastre nacional fue impedido; si las últimas elecciones de alcaldes, gobernadores, presidente de la República y Asamblea Nacional fueron manipuladas, llevadas a la abstención y capturadas por el régimen? ¿Y dónde está el “Estado de justicia, federal y descentralizado, garante de la libertad, la paz, la solidaridad, el bien común, la convivencia  y el imperio de la ley”?

Terminamos este artículo recordándoles a los legítimos dirigentes de la oposición venezolana que tienen la última oportunidad de unirse, guiar acertadamente al pueblo en su lucha por su liberación y salvaguardar sus nombres para la posteridad.

 


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