Pocas veces analizamos cómo influyen en nuestra vida las distintas etiquetas que hemos forjado, las cuales son producto de nuestros autojuicios, que representan una gran carga. Estos los vamos fortaleciendo de manera que se vuelven dañinos, hasta un punto en el cual coartan y limitan en muchos aspectos la independencia que deseamos, restando fuerzas a nuestro bienestar y al logro de las metas propuestas.

Es necesario tener en cuenta que las ideas y conceptos presentes en nuestra mente son la base de creencias arraigadas y conforman etiquetas que se hacen reales, las cuales se nutren de opiniones y puntos de vista. Las mismas son asumidas como ciertas sin verificar su validez y autenticidad. Esas interpretaciones se convierten en una falsa creencia que nos atrapa y aceptamos de manera voluntaria.

Por otro lado, producto de estos pensamientos establecidos surgen los estereotipos, los cuales son asumidos como un patrón verdadero por todos sobre cómo  somos,  la manera en la cual actuamos, incluso el modo en el que lucimos. Se hace frecuente que la formación de esos esquemas comience cuando somos muy pequeños y vulnerables.

Los autojuicios consisten en la concepción de ideas exageradas, prejuicios que tenemos sobre nosotros mismos generados como un formato en las personas, así como en la sociedad en general. Son modelos o imágenes que se atribuyen de manera preconcebida, no siempre acertadas, por lo cual deben ser bien manejadas para que no nos cause un impacto negativo, pues sin duda nos afectan.

Generalmente representan creencias sociales establecidas sobre modelos que suelen ser erróneos y que tienden a herir la susceptibilidad de los individuos, pues pueden disminuir el nivel  de autoestima y amor propio.

Así mismo, desde que somos niños nuestra conversación interior refuerza pensamientos que nos impactan, conviven con nosotros y repetimos hasta el cansancio sin cuestionarlos, convirtiéndose,  además,  en muy difíciles de combatir. También simbolizan una manifestación verbal de las etiquetas, a través de las que estamos efectivamente reforzando una forma de ver el mundo, reduciendo nuestra visión y condicionándola, con base en esa fracción de la realidad.

Del mismo modo, es relevante combatir el impacto que tiene el poder de las palabras, las cuales, si son negativas, nos pueden hacer mucho daño. En la gran experiencia que representa nuestra vida debemos tratar de evitar esos conceptos perjudiciales, pues las etiquetas preconcebidas  se fortalecen tanto que nos limitan.

Por esta razón, se hace oportuno cambiar esos patrones mentales que nos atrapan y abrir las puertas a la posibilidad de ser libres.


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