La historia contemporánea ha demostrado que el capitalismo, con algunas temporales excepciones, ha estado en control del petróleo desde el mismo momento en que devino en uno de los factores geoestratégicos contemporáneos. La Standard Oil Company, fundada por el codicioso John D. Rockefeller, fue en su tiempo la más grande corporación capitalista del mundo. La empresa y su dueño acumularon una enorme riqueza bajo la estrategia de acosar y comprar las refinerías de sus rivales hasta consolidar un control de la casi totalidad del mercado mundial.

Las prácticas de la Standard y Rockefeller mostraron al mundo el lado grotesca del capitalismo. En 1872, John D. Rockefeller libró lo que se conoció como la “guerra del petróleo”. Decenas de pequeños productores de petróleo en Ohio y Pensilvania se enfrentaron a una terrible propuesta de John D. Rockefeller, entonces de 32 años: vender sus pequeñas empresas o tratar de competir con la Standard y enfrentar la ruina. Una niña de 14 años, Ida Tarbell, hija de una de las víctimas, no entendió en ese momento el tormento de sus padres, pero nunca olvidó la “guerra del petróleo” que le permitió a Rockefeller ser propietario de 85% de las refinerías de petróleo de Cleveland y Pensilvania.

Casi 30 años después, Ida Tarbell, a partir de un modelo que hoy llamamos “periodismo investigativo” y un espíritu indomable, se lanzó contra el magnate Rockefeller y la Standard. Es probablemente el primer gran desafío de la historia de un periodista contra, no una poderosa corporación, la más poderosa del mundo. Con una serie de 19 artículos impresos en la revista McClure, entre 1902 y 1904, Tarbell revela todas las maquinaciones ilegales e inmorales a través de las cuales la Standard y Rockefeller logran el control absoluto del mercado energético de entonces. Tarbell desenterró documentos secretos con testimonios de empleados y abogados que sellaron el destino final de la empresa.

En 1911, la Corte Suprema de Estados Unidos sentenció que Ida Tarbell tenía razón y ordenó la partición de la Standard Oil Company. Del vientre de la Standard nacen lo que se conoce como las «Siete Hermanas”: Exxon, Mobil, Chevron, Texaco, Gulf, British Petroleum y Royal Dutch/Shell. Rockefeller aumentó su riqueza, con acciones en todas las siete hermanas, pero terminó mucho menos poderoso.

Ida Tarbell se convirtió en la periodista más influyente de la Edad Dorada del capitalismo y sentó las bases de las reformas políticas, económicas y legales que contribuyeron a regular, controlar y a penalizar la codicia desbocada de las corporaciones. La historia la bautizó la Era Progresista. “Nunca jugó limpio”, escribió Tarbell sobre Rockefeller “y eso arruinó su grandeza”.

Medio siglo más tarde, dos periodistas y dos rotativos se enfrentan con la misma bravura de Ida Tarbell, al presidente y al gobierno de Estados Unidos, y como Tarbell, ganan. Richard Nixon, como Rockefeller, tampoco jugó limpio. Hoy, los mismos rotativos, The New York Times y The Washington Post, han colocado a un presidente contemporáneo en un enorme atolladero penal, donde aún se encuentra. Es el poder de los medios en un sistema de libertades públicas.

La resaca petrolera

Casos como el de Rockefeller lo llama Daniel Yergin, una autoridad en energía y geopolítica llama, el “alienante proceso de intoxicación petrolera”. La intoxicación petrolera del Sha de Irán, la describe así: “Era evidente que Irán no podía absorber el vasto crecimiento de los ingresos petroleros que inundaron al país. Los petrodólares dilapidados en proyectos extravagantes o de corrupción generaron un caos político. Las importaciones crecieron exponencialmente mientras la producción agrícola declinaba. La electricidad nacional no podía satisfacer la demanda y los apagones se sucedían uno tras otro en todo el país. Nada de esto era consistente con la proclamada ambición del Shah de convertir al país en un poder mundial a través de lo que el Sha llamó la Revolución Blanca”.

¿Suena familiar? No hay probablemente un solo país petrolero gobernado por un autócrata que no haya seguido este idéntico patrón.

Una intoxicación semejante condujo a nuestro aciago comandante Hugo Chávez a tantas desmesuras. En 2010 anunció en Damasco: “Siria y yo construiremos un nuevo mundo”. La intoxicación se repite con el presidente de Irán que siguió a la caída del Sha, Mahmoud Ahmadinejad. Devenido en un gran aliado de Chávez anunció “el fin del imperialismo”. Súbitamente los precios se desplomaron y estos autócratas, a quienes la abundancia de petróleo y precios les había hecho creer que poseían un don geoestratégico singular, no entendían lo que estaba ocurriendo. En medio de la resaca petrolera cayeron en cuenta que aquella absurda noción de construir un nuevo orden internacional o cambiar el mundo porque administraban mucho petróleo, se había evaporado.

¿Han aprendido la lección los nuevos autócratas petroleros emergentes? Claro que no, el petróleo parece contener contiene fluidos extraños que trastocan la mente de mentecatos políticos y les inflama la megalomanía sin misericordia.

La borrachera petrolera de Putin

Rusia es uno de los 3 mayores productores de petróleo del mundo y Putin, como Chávez y tantos otros en su tiempo, está persuadido que es un don celestial. La arrogancia, combinada con una gran incompetencia, impulsan a Putin a invadir Ucrania y continuar la obra de Pedro el Grande. Putin, como cualquier Chávez de las estepas, intoxicado de petróleo y gas, subestimó a Ucrania y sobreestimó a sus propias fuerzas en una aventura de la cual ya no podrá salir sino derrotado. La guerra, como sostiene el Instituto de Estudios Estratégicos de Londres, es una prueba definitiva de recursos, liderazgo y voluntad de una sociedad con las grandes cualidades que tiene el poder. El mini Zar de Rusia no parece haberlo comprendido.

El resultado de sus errores, de acuerdo con los expertos militares, pueden ser resumidos así:

  • Según el ministro de Defensa del Reino Unido, Ben Wallace, Rusia “perdió estratégicamente” la guerra en Ucrania y es ahora una “potencia disminuida”.
  • El almirante sir Tony Radakin, comandante de las fuerzas armadas británicas, dijo a PA Media que el presidente Putin había utilizado 25% del ejército de su país y sólo había logrado «pequeñas» ganancias. “Rusia ya nunca tomará el control de Ucrania. Estratégicamente ha perdido”.
  • Chris Tuck, profesor de estudios estratégicos del King’s College de Londres, le dijo a la revista Fortune que, aunque las fuerzas rusas han tenido algunos éxitos tácticos limitados, estratégicamente la invasión ha sido «un desastre para Putin y Rusia».
  • Jonathan Eyal, director de investigaciones estratégicas de defensa del Royal United Services Institute aseguró que “es obvio que Ucrania no recuperará el control de todo su territorio, pero seguirá siendo un estado independiente y lo que es más importante, seguirá desafiando la influencia rusa en la región”.
  • El pasado jueves el Senado de Estados Unidos aprobó la inclusión en la OTAN de Suecia y Finlandia. Esto significa que esta alianza militar occidental se extenderá 1.340 km a lo largo de la frontera con Rusia, otro desastre estratégico para Putin, impensable hace sólo unos meses.

«Como en la famosa película de El Mago de Oz -observa Yergin- «el Sha descubrió que no era más que un simple mortal». Hugo Chávez lo descubrió, igualmente Muammar Gaddafi, Saddam Hussein, Suharto… y pronto, si es que ya no lo sabe, lo sabrá Vladimir Putin.

[email protected]


El periodismo independiente necesita del apoyo de sus lectores para continuar y garantizar que las noticias incómodas que no quieren que leas, sigan estando a tu alcance. ¡Hoy, con tu apoyo, seguiremos trabajando arduamente por un periodismo libre de censuras!