Mérida es un estado y ciudad de Venezuela muy particular, en Mérida se respira no sólo el aire más limpio del país, seguimos disfrutando de un clima excepcional, un estado y ciudad segura, ordenada, su gente de gran gentilicio, además de Mérida atesorar un sitial de honor en la historia patria por sus próceres, sus personajes y laureados académicos. La impronta de la Iglesia católica y la Universidad de Los Andes son indiscutibles y eso se expresa en la esencia y sentido de nuestra ciudad, en nuestros hombres y mujeres, en sus académicos, en nuestros poetas, escritores, políticos y personajes.

Uno de eso personajes emblemáticos de nuestra urbe y que constituye aparte de una referencia espiritual, académica, religiosa y  humana, es nuestro querido monseñor cardenal Baltazar Enrique Porras Cardozo, quien además es Administrador Apostólico de la Arquidiócesis de Caracas, asimismo es el VI Arzobispo y Cronista de Mérida, Doctor Honoris en Filosofía Causa por la Universidad de Los Andes, Canciller de la Universidad Católica Andrés Bello de Caracas, un sinnúmero de cargos ejercidos en comisiones diversas en América Latina y Europa, y además me concedió el honor de ser el prologuista de mi último libro (2022) El Desconcierto de la Política. Los desafíos de la política democrática, en Amazon.

No es fácil escribir sobre los amigos porque así considero a monseñor Baltazar Enrique Porras Cardozo, su condición de pastor incansable en la causa de beatificación y canonización en marcha de José Gregorio Hernández es loable, los méritos humanos, espirituales, académicos e intelectuales abundan. Nuestro arzobispo y pastor con casi 80 años de vida y cuarenta y pico episcopales nació con un propósito como ha sido la vida sacerdotal cumplida con profunda entrega, debemos decir que Dios le ha dado una salud e ímpetu inquebrantable, no hay rincón de Mérida y Venezuela para no hablar de otras latitudes donde nuestro pastor no tenga presencia y actividad pastoral, su labor es meritoria y admirable desde todo punto de vista.

Insisto, monseñor Porras es un hombre respetado, querido y admirado por sus amigos, sus feligreses y tanta gente que le profesa respeto a quien hace algunos lustros no sólo asumió al sacerdocio como proyecto de vida, sino de manera particular y de la mano del primer obispo eudista de Venezuela como fue Miguel Antonio Salas, se formó y se estableció en nuestra Mérida. Monseñor Porras como lo dijo Mateo el evangelista vino a servir no a ser servido, y más allá de cualquier opinión contraría que se respeta por supuesto y lo decimos porque la iglesia y sus pastores no pueden ser mudos ni ciegos frente a tantas situaciones y eso genera asumir posiciones, posturas y roles y no pasar desapercibido. Nadie puede arrebatarle a nuestro pastor su magisterio, su vocación y servicio.

El esfuerzo sostenido a lo largo de estos años y décadas ha permitido impulsar y consolidar proyectos como el Seminario Arquidiocesano San Buena Ventura, el Museo Arquidiocesano, la capilla universitaria en La Hechicera donde estuvo su santidad Juan Pablo II (28 de enero de 1985), la formación de los sacerdotes de Mérida en Europa en diversos programas de doctorado en derecho canónigo, filosofía y letras y otros. Además de diversos programas y actividades en el seno de la conferencia episcopal venezolana en sus diversos periodos como presidente, y más recientemente, en la Arquidiócesis de Caracas desde su nombramiento como administrador apostólico sin descuidar la Arquidiócesis de Mérida.

Monseñor Porras es un prelado que no pasa inadvertido, en el buen sentido de la palabra. Es un ministro de Dios con sensibilidad, responsable, crítico y frontal con las calamidades, los excesos y los atropellos a la condición humana. Es un pastor preocupado por su iglesia, por la formación de su clero, por la calidad académica del Seminario San Buenaventura de Mérida, intelectualmente solvente e intachable, voraz lector, cronista, columnista, taurino, ciclista, respetuoso de un buen café, del tinto riojano español, una buena opera o una buena partida de domino.

La historia contemporánea de Mérida como ciudad, como estado, con sus municipios y pueblos, unido a la historia contemporánea de esta Benemérita Universidad de Los Andes (que tiene un origen indisoluble al clero), hacen referencia directa a los más de treinta años que monseñor Baltazar Enrique Porras Cardozo tiene en nuestra urbe. Mérida y su Universidad de Los Andes son parte entrañable y vital en la vida de monseñor, como igualmente no podemos divorciar a nuestra iglesia católica, diócesis, ciudad y la propia Universidad de Los Andes de la presencia, impronta e influencia de nuestro arzobispo.

En diciembre de 2017 la Universidad de los Andes le otorgó el Doctorado Honoris Causa en Filosofía a nuestro prelado, arzobispo y cardenal Baltazar Enrique Porras Cardozo, acto celebrado a casa llena en los espacios del Aula Magna de la Benemérita Universidad de Los Andes. Repetimos los méritos de nuestro flamante doctor en filosofía abundan su vasta formación en filosofía y letras en sus estudios de pregrado y postgrado, además de atesorar varios doctorados honoris causa, y un aspecto medular es ser un hombre accesible, no es un pastor acartonado ni aislado, todo lo contrario, monseñor Porras siempre está presente en diversas causas, nunca se desvincula de la gente y de su rebaño. Atesora no sólo una de las bibliotecas más completas del país sino como decimos en criollo muchas horas de vuelo, su formación, su cultura, su fe, magisterio y disciplina le permitieron después de Jose Humberto Quintero, José Alí Lebrún Moratinos, Rosalio Castillo Lara, Antonio Velazco García, Jorge Urosa Savino convertirse en el sexto Cardenal de Venezuela.

Dice la máxima que honrar honra y eso es lo que la Universidad de Los Andes y sus autoridades, tanto del equipo rectoral como de la Facultad de Humanidades y Educación obraron con sumo acierto, cuando aprobaron y otorgaron hace años dicho título honorifico, excelso reconocimiento a una persona con el calibre humano, espiritual e intelectual del cardenal Porras Cardozo. Su dilatada trayectoria lo ha hecho merecedor de este noble reconocimiento de la Universidad más antigua y de prestigio del país (después de la Universidad Central de Venezuela que atesora 300 años), con lo cual, además, se ratifica el estrecho vínculo y matrimonio que nuestra casa de estudios (fundada por el obispo Fray Juan Ramos de Lora) tiene con la iglesia católica desde hace siglos.

Muchas cosas se pueden decir de polifacética personalidad de nuestro doctor Porras Cardozo, en lo personal y de manera arbitraria sólo diré que es un pastor que jamás ha abandonado su rebaño, incluso con el nombramiento como cardenal su trabajo, labor y servicio se ha multiplicado, nuestro pastor es un hombre admirado y querido por el pueblo, por el país, por los merideños, los universitarios, la feligresía y estudiantes, por los venezolanos. Además, es un hombre que sabe muy bien que como pastor y ciudadano no puede ser indolente o neutro frente a los sufrimientos y los desmanes actuales que el país registra en muchas áreas y ámbitos.

Recuerdo con claridad el discurso del cardenal el día en que la Universidad de los Andes le confirió con acierto y merito el grado de Doctor Honoris Causa en Filosofía, no sólo estuvo cargado de citas de grandes teólogos, filósofos e intelectuales polacos, ingleses, franceses, españoles, sino además haciendo referencia al papel central que tiene la filosofía en una sociedad, y fundamentalmente destacando que la filosofía y el pensamiento social y cristiano debe remitir a la realidad, la cotidianidad y específicamente al ciudadano, los valores, la democracia, la iglesia convertida en caridad, misericordia y justicia social.

Asimismo, de manera prolija y con su verbo encendido caracterizó en su momento a la sociedad actual no sólo global que avanza en términos de progreso, desarrollo humano, calidad de vida y expectativas humanas, unido a la globalización de la democracia como tipo de régimen y forma de vida ciudadana, sino especialmente destacó la experiencia venezolana que luce a contravía y en claro retroceso y degradación en términos de menoscabo a la condición humana sobresaliendo el empobrecimiento material y espiritual de los venezolanos por las acciones, actuaciones y el modelo impuesto por el gobierno (que agregamos se traduce en el éxodo y diáspora de más de seis millones de venezolanos), situaciones cotidianas de sufrimiento y deterioro humano de los cuales la iglesia, la filosofía y la propia universidad no pueden divorciarse o hacerse la vista gorda, y por ello, la necesidad de cuestionar y al mismo tiempo preservar los valores humanos y democráticos en nuestra sociedad hoy sumergida en el oprobio.

Nuestro prelado representa un orgullo para quienes somos sus amigos. Su elección como cardenal y como Doctor Honoris Causa, distinción que le fuese otorgada por la ULA lo compromete y a su vez nos compromete más como universitarios a seguir defendiendo los valores humanos, los derechos humanos, los ideales y principios democráticos que tanto escasean en los tiempos de revolución. Auguri, cardenal Porras Cardozo.

(*) Profesor de la Universidad de Los Andes E-mail: [email protected]


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