Analizando los últimos acontecimientos en la región, podemos predecir que el continente atravesará una época oscura cuyo resultado es la caída de la democracia en el continente. Esta pérdida de valores democráticos, coincide con la llegada de la izquierda que ha tomado y se está apropiando de todos los países del continente, otrora democráticos. El problema es que luego se perpetúan en sus mandatos, con artificios y siguiendo directrices emanadas de la Habana. El guion de estos gobiernos ha sido elaborado por el Foro de Sāo Paulo y el Grupo de Puebla, para utilizar la fachada de gobiernos que asumieron de manera democrática pero luego se quedan indefinidamente, y para ello, se apoderan de todos los poderes, infiltrándolos y corrompiéndolos, imponiendo un neocomunismo o mejor dicho, el crimen organizado.

La crisis económica derivada de la pandemia ha sido aprovechada de manera inescrupulosa por los grupos izquierdistas que siguen a lideres mesiánicos que los endulzan con cantos de sirena pero cuando se apropian del poder, se olvidan del pueblo y de las promesas hechas con la que conquistaron su voto. Excusas como la pandemia y la guerra de Ucrania han servido para culparlas de las crisis que viven los países latinoamericanos. Pero la realidad es que son gobiernos incompetentes, donde reina la corrupción y el vandalismo estructurado.

También los grupos de izquierda han aprovechado la crisis económica, ocasionada por la pandemia, para organizar protestas y culpar a los gobiernos democráticos. Manifestaciones que empiezan como pacificas terminan como violentas porque son infiltradas por miembros de grupos radicales, para ocasionar el caos y culpar a los gobiernos que aun permanecen en democracia. Por otro lado, si el gobierno de turno es de izquierda, las manifestaciones pacíficas son infiltradas por facinerosos tarifados, para provocar desordenes, destrucción de la propiedad privada y así ese tipo de gobierno tienen la excusa perfecta para reprimir las manifestaciones violentamente y encarcelar a dirigentes políticos que adversan esas dictaduras pero que no han cometido ningún tipo de delito.

Por supuesto esta estrategia ha atornillado en el poder a las dictaduras de Cuba, Venezuela y Nicaragua, consolidando su poder y echándole la culpa de la crisis alimentaria y la escasez de gasolina, a la guerra de Ucrania con Rusia. Nada más lejos de la verdad. Esta falta de gasolina también ha provocado protestas en Ecuador, Perú, Guatemala y Panamá, que por supuesto han sido aprovechadas para en los casos de Ecuador, Guatemala y Panamá, tratar de desestabilizar los gobiernos y en el caso de Perú, utilizado para ocultar la mala gestión de Castillo.

La ruta trazada por esta izquierda que invade al continente tiene en la mira a Chile y a Brasil. Chile con el cambio de la Constitución apoyada por Boric, ya esta provocando que los inversionistas estén haciendo un stop, para esperar que va a ocurrir en el país sureño. Pero Brasil tampoco está a salvo, existe la posibilidad cada vez más grande que Lula, se convierta en presidente y que haga un giro de 360 grados, ahuyentando a los inversionistas. Acordémonos que Lula es uno de los fundadores del Foro de Sāo Paulo, y ya conocemos su agenda. Los brasileños tienen que evitar correr el mismo destino de Venezuela, porque esta vez, Lula va con todo, convirtiendo a Brasil, en la cajita chica de Cuba. Pero Colombia tampoco se salva. Ya Petro, siguiendo su formación de su antigua universidad, el M19, está abriéndole el camino al ELN, para que sean perdonados de sus atroces crímenes y dirijan desde el congreso u otros espacios públicos, a aquellos que han sido sus objetivos de guerra, incluyendo a militares y policías, muchos de ellos muertos por los ataques terroristas de esos grupos guerrilleros.

Imposible negar que Estados Unidos ha descuidado el traspatio en el continente. Pero también Europa es culpable de lo que sucede en Latinoamérica. Reconocer y fomentar relaciones con las dictaduras del continente americano, aunque no sean diplomáticas pero si comerciales u de otro tipo de intercambio, es un contrasentido porque por ejemplo Estados Unidos acepta tener intercambios comerciales con países que violan los derechos humanos, tienen al narcotráfico como fuente de ingreso y apoyan a grupos terroristas, es decir que situaciones que nunca serán aceptadas dentro del territorio estadounidense, el país del norte si las permite en países como Cuba, Venezuela y Nicaragua, sin hacer nada concreto que termine con esos gobiernos que han destruido el futuro de esos países.

Este descuido de Estados Unidos y de Europa ha fortalecido la entrada a Latinoamérica de China, Rusia y recientemente también la de Irán. Por supuesto que esta penetración, ya de intercambio militar entre Venezuela y Nicaragua con Rusia, es un problema de seguridad nacional para Estados Unidos.

En el caso de la entrada de China a Latinoamérica es culpa tanto de los gobiernos de derecha como los de izquierda. En palabras del investigador y profesor sobre América Latina, Robert Evan Ellis, hablando sobre la influencia China: “Lo que ha ayudado a los gobiernos populistas en consolidarse, más allá de los efectos destructivos de sus políticas… las empresas chinas con sede en la Republica Popular China, han proporcionado apoyo a los regímenes como lo fue el de Hugo Chávez, antes el Rafael Correa y el de Evo Morales en Bolivia”. Lo cierto es que el cambio que está generándose en el continente americano, está poniendo en peligro, no solo la seguridad de esos países, sino también la de los Estados Unidos. “La civilización democrática se salvará únicamente si hace del lenguaje de la imagen una provocación a la reflexión crítica y no una invitación a la hipnosis”. Umberto Eco.


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