Elecciones UCV Irregularidades

Lo sucedido el día 26 con las elecciones en la UCV recuerda el triste episodio del 28, el 28,  con uno de los rectores del CNE de la época que se burló no solo del comandante Chávez, que ya es bastante, sino del país. Por ello el TSJ ratificó la demanda interpuesta por la Contraloría General de la República en contra del señor Eduardo Semtei en su condición de miembro de la junta directiva de dicho órgano electoral. El acto judicial se fundamentó en la «(…) ineficacia de la gestión [de] las autoridades del CNE [lo que condujo a que] no alcanzaron la meta prevista, como era llevar a cabo los comicios el 28 de mayo del año 2000, según el cronograma fijado, (…) ocasionando un perjuicio pecuniario al patrimonio público de aproximadamente 69.822,37 millones de bolívares”.

El daño ocasionado por la Comisión Electoral en estas elecciones, además del pecuniario calculado por algunos observadores del proceso y operadores fue de 30.000 dólares. En esta oportunidad como en el caso «del 28, el 28” no se cumplió ni la meta, ni el objetivo, de encender las luces en «la casa que vence las sombras». Su ineficacia representa un atentado contra la esperanza y buena fe de quienes creyeron en los responsables de este proceso abortado por quienes tenían la responsabilidad de llevarlo a buen puerto.

Parodiando al Nobel en Literatura Gabriel García Márquez 1982, lo sucedido fue la Crónica de un fraude anunciado. El retardo en la publicación del padrón electoral; el descuido en el resguardo de las papeletas electorales -posiblemente con el fin de que se dañaran, como dicen que sucedió-, la imposibilidad de reimprimirlas con el carácter de urgencia y la exclusión de promociones como sucedió con egresados de la Escuela de Estudios Internacionales, donde se obviaron al menos dos promociones, la de 1972 (Gustavo González Eraso) y la de 1974. No es un simple error humano, ni de los duendes de la imprenta. La pregunta que vale es: ¿Hay una conspiración para desacreditar al voto manual?, con fines electorales.

El día de las elecciones la percepción de los electores entre profesores, estudiantes, personal administrativo y obreros, era la del fraude o conspiración. Nadie o casi nadie se pasearon por problemas técnicos, logísticos u organizativos, considerando que los miembros de la Comisión egresados de nuestra casa magna, eran profesionales experimentados de la mayor experiencia, lucidez y preparación en estos compromisos. Era impensable que se prestaran a los intereses políticos del CNE y el G3, para desprestigiar el voto manual.

La torpeza e ineficiencia de la Comisión Electoral ha puesto en una situación crítica la autonomía universitaria, que podría conducir a una intervención definitiva de nuestra Alma Mater. Debido a que técnicamente le sería imposible en 14 días remendar los entuertos de la Comisión y así la universidad vencer las sombras que oscurecen su digna historia desde su fundación como Universidad de Caracas, por el rey Felipe V el 22 de diciembre de 1721.

Atrapados sin salida. Dada la situación, la Comisión Electoral, en atención a un sentimiento de dignidad personal que exige a uno mismo atención y dedicación continúa en una labor denominada “pundonor” para evitarle mayores daños a la universidad, debería renunciar para que se designe una nueva Comisión y organice un nuevo proceso; pero si resulta que esta Comisión renuncia, seguramente las elecciones serían para después de 2024 y si renuncia la señora rectora le serviría la mesa al gobierno, al darle la oportunidad al Consejo Nacional de Universidades  el nombramiento de un rector interino como sucedió en la USB, un rector “pret a porter”.

 


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