He insistido hasta el cansancio que el futuro de la democracia colombiana se jugará en las próximas elecciones presidenciales. Sencillamente es una elección fundamental, no se elegirá un presidente, se elegirá un régimen político para Colombia. El pueblo colombiano está llamado a elegir entre Petro, o sea, al socialismo del siglo XXI, que significa la abolición de la democracia colombiana por un sistema de totalitarismo comunista como el cubano o venezolano, o elegir a el electo por la Coalición de la esperanza, que significará lo mismo, pero de una forma más suave y tardía. O elegir al candidato que se enfrente desde la perspectiva de la democracia liberal a ese peligro.

La cosa pareciera fácil tal como lo fue en 2018: por un lado, Petro con su modelo del socialismo del siglo XXI, por el otro Duque, defendiendo las banderas democráticas. Ambos elegidos en sendas primarias, una de la izquierda radical que eligió a Petro y otro de la democracia liberal, eligiendo a Duque.

Ahora hay dos factores que complican ese escenario: 1) la candidatura de Rafael Hernández, un eficaz empresario, pero pésimo gobernante, como lo demostró en la Alcaldía de Bucaramanga, que presentándose como un personaje folklórico y de TikTok, que hasta en pijama sale en televisión, el cual en el ambiente de desilusión y decepción imperante, ha logrado una buena favorabilidad electoral. 2) la indecisión en el grupo representativo de la democracia liberal para unirse y presentar un solo candidato para la primera vuelta.

Considero que el primer factor no es grave, la candidatura de Hernández se desinflará, como todas las candidaturas mediáticas, después de las legislativas, cuando las maquinarias partidistas con todos sus parlamentarios al frente fortalezcan sus candidaturas (Hernández no tendrá ni un parlamentario). O este como buen empresario que es, simplemente está haciendo bluf de ganador, para negociar una posición destacada en un gobierno de la centro-derecha.

Lo que si es sumamente grave es la división de la derecha. Sus precandidatos son irracionales, indolentes, llevados por un egoísmo y una limitación mental inconcebible, frente a un peligro existencial, la eliminación de la democracia en Colombia, la implantación del socialismo del siglo XXI, cuyas consecuencias las vemos en nuestras narices con la diáspora venezolana, ellos se enfrascan en rencillas de comadres, por quién será el candidato.

En noviembre pasado había advertido el problema (https://www.elnacional.com/opinion/liderazgo-irresponsable-va-a-llevar-a-colombia-al-socialismo-del-siglo-xxi/), señalaba: “Para mí es sencillamente inexplicable que el liderazgo colombiano no haya interiorizado que se está en una guerra frente al socialismo del siglo XXI y que se debe actuar en la perspectiva de una lucha existencial entre la vida y la muerte de la República y no ante una elección cualquiera”. La cosa parecía acomodarse con la conformación del Equipo por Colombia, integrado por exalcaldes de centro-derecha, el cual se fue ampliando, vislumbrando la ansiada y vital unión de los defensores de la democracia liberal.

Pero los intereses personales dominaron sobre el interés de la patria, en vez de aglutinar a todos los que enfrenten al socialismo del siglo XXI, comenzaron a aplicar criterios de selección secretos e inexplicables, ¿por qué unos sí y otros no? ¿Por qué de los evangélicos MIRA si, pero Colombia Justa y Libres no? ¿Por qué no se permite a MSN, heredero del ideario de Álvaro Gómez? Pero fundamentalmente, ¿por qué la reticencia a aceptar a Oscar Iván Zuluaga, candidato del CD?

Los dos primeros casos supongo son asunto de mecánica operativa, pero en todo caso no es fundamental. Pero el no hacer una unión de la centro-derecha que incluya al CD, es casi que una traición a la patria: divide la derecha facilitando la llegada del socialismo del siglo XXI, como dice Fernando Londoño “al paso que van va a ganar Petro en primera vuelta”. La no aceptación de Zuluaga delata un interés subalterno imperdonable, prefieren ser cabeza de ratón que cola de león, le tienen miedo a que Oscar Iván gane la primaria y prefieren ser candidatos perdedores, pero candidatos en fin a armar una coalición poderosa que impida la llegada del socialismo del siglo XXI. Prefieren ser candidato y el próximo año estar encarcelados, exiliados y en el caso de Char expropiado (él no es el único dueño del grupo Olímpica, ¿sus familiares y sobre todo su padre Fuad comparten este instinto suicida?, no lo creo).

El panorama es el siguiente: el voto por Petro estaría en un orden del 27%, ya tocó techo, Hernández lograría 20% aproximadamente y 15% el candidato de la Coalición de la Esperanza, el voto blanco/nulo estaría en un orden del 8%, queda 30% de la centro-derecha que juntos irían seguro a segunda vuelta, pero divididos se dividirían más o menos en partes iguales y quedarían en cuarto y quinto lugares ¡qué tristeza!

Todavía quedan algunos días para enmendar el camino, la patria les sabrá agradecer a los que se empeñan en no aceptar a Zuluaga que rectifiquen y conformen una coalición programática exitosa, pues la conjunción de los partidos Conservador, CD y la U más el electorado movilizado por “Fico”, Char y los evangélicos, son una opción atractiva y poderosa. o se podría recurrir a un plan b: que los que han expresado querer la unión (conservadores, el CD. “Fico” y los evangélicos) conformen una alianza, que con el peso de sus maquinarias movilizaría una porción significativa del electorado, y quedando en Equipo por Colombia candidatos sin partidos, tendrán que forzosamente aceptar la unión.

En conclusión, estamos ante una encrucijada existencial o la centro-derecha se une o le deja el campo abierto al socialismo del siglo XXI, termino con el título: ¿Asesinará el Equipo por Colombia la democracia colombiana? La esperanza es lo último que se pierde, confío que no.


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