Uno le debe miradas a los vivos: y a los muertos solo se les debe la verdad.

Voltaire

 Creo que conozco a algunos economistas prominentes. A Pedro Rosas Bravo lo conozco muchísimo, estudié cuatro de los cinco años de la carrera de Economía con él, y años después hasta fui su subordinado en la antigua dirección de investigación económica del Ministerio de Hacienda. Pedro Rosas Bravo fue el primero o segundo de la promoción que salió de la UCAB en 1974. Posteriormente él estudió su posgrado en Economía Cuantitativa en la London School of Economics, donde alcanzó su PhD.  En el segundo gobierno de Carlos Andrés Pérez fue primero director general de Cordiplan y luego ministro de Hacienda. Por lo tanto, puedo decir a carta cabal que es una de las más firmes y brillantes inteligencias que he conocido; excelente director de equipos de trabajo, y él mismo un trabajador infatigable. También conocí un poco a Miguel Rodríguez (PhD Yale University) y aunque no estoy de acuerdo con su análisis económico del primer gobierno de Carlos Andrés Pérez, escribe muy bien, y lamento que no haya escrito un libro sobre su experiencia con el segundo gobierno de Carlos Andrés Pérez, como sí lo hizo Moisés Naím, en Papers Tigers & Minotaurs, lamentablemente escrito en inglés. Moisés Naím con posgrado en MIT no es oficialmente economista, pero sabe más de economía que muchos tontos con el título. De igual forma, conocí al doctor Felipe Pazos, con quien hice una amistad a pesar de la diferencia de edad, poseía una cultura amplísima, un keynesiano de pasión y razón, por muchos años asesor de la presidencia del Banco Central de Venezuela.

Por supuesto, no hablaré aquí en estas líneas de mi propio padre Héctor Esteves Llamozas, quien a los 26 años de edad había sido director de la Escuela de Economía de la UCV.

En fin, creo que conozco algo de cómo son y cómo han sido los economistas en Venezuela, por cierto, Ricardo Hausmann, quien merecería por derecho propio estar en ese cenáculo de autoridades llamada la Academia Nacional de Ciencias Económicas, no ha sido elegido. Por cierto, Hausmann ha superado por su labores  docentes en Harvard y sus estudios e investigaciones a José Antonio Mayobre, quien por mucho tiempo fue considerado por muchos el mejor economista venezolano.

Ahora bien, hablaremos de Asdrúbal Baptista. Lo conocí poco a poco. Recuerdo que una de mis primeras entrevistas con él fue en el Country Club, ¡qué otro lugar mejor para alguien relacionado con las mejores familias de Mérida y Caracas! En esa entrevista le advertí sobre lo mal que estaba el sistema bancario venezolano. Y la posterior eclosión de la crisis bancaria durante el mal segundo gobierno de Rafael Caldera me dio la razón. Después colaboré con él ayudándole a revisar algunos materiales para la Revista del BCV porque en una ocasión en un artículo alguien escribió “señoriaje” (sic) en lugar de señoreaje, esa observación creo que le agradó a Asdrúbal Baptista.

Me he leído la gran mayoría de los artículos de Asdrúbal Baptista, unos muy buenos, otros ininteligibles, por su intenso deseo de criticar al capitalismo y a la economía de mercado sobre una base científica y qué mejor base científica que el filósofo de Treveris (Karl Marx). En cuanto a su obra magna, publicada varias veces, Bases cuantitativas de la economía venezolana, podemos explicar algunas cosas.

En primer lugar, toma siempre los datos publicados por el Banco Central de Venezuela y hace algunos cambios, el primero de los cambios es la inversión petrolera separada siempre de la inversión privada. Luego, cuando yo hice un examen de las series de tiempo del PIB nominal, noté que cambian en la edición última y sobre todo en valores que van desde años atrás 1940-1960 etc. Y la respuesta que me dio el propio AB por correo electrónico es que el ¡mismo BCV había cambiado los datos! Sé que en la comunidad de economistas venezolanos criticar al BCV es un pecado capital, pero a mí eso me tiene sin cuidado. Soy más amigo de la verdad que de Platón.

Con los datos de Asdrúbal Baptista, Bases cuantitativas de la economía venezolana (1830-2008), Caracas, Ediciones Fundación Artesanogroup, 2011, cuadro 1-4, (Producto Interno Bruto por sectores: 1920-2008), calculamos las tasas de crecimiento en dòlares per cápita del año 1950-1975 empleando los mismos datos de AB de población y tasa dólar por bolívar, y nos arrojó 4,8%, un tanto elevada de crecimiento interanual, mientras que en el cuadro de aquí arriba, empleando los datos del famoso economista Angus Maddison, nos presentó como resultado para el mismo período al precio del dólar de 1990, 1,36%  de crecimiento promedio interanual.

Si repetimos el cálculo con las propias cifras de AB, en el mismo cuadro con los mismos datos de población y de tasa de cambio, la tasa de crecimiento interanual promedio para el lapso 1975-1999 de elevados precios petroleros, nos da 2,48%; mientras que las cifras mundiales de Angus Maddison prologuista de la obra de AB le arrojan un crecimiento negativo en dólares reales a precios de 1990, de 0,96%. Total, una gran mentira el crecimiento del capitalismo rentístico que no es más que el capitalismo rentístico del Estado, como bien decía Arturo Uslar Pietri. Mientras que podemos ver aumentos del crecimiento en Chile y Uruguay, cuyos precios de materias primas no subieron tanto como los del petróleo en ese lapso.

En una ocasión, me indicó el colega Josè Marrón, Asdrúbal Baptista señaló crecimiento económico en los años correspondientes a la guerra federal. Le hice notar esta anomalía al mismo AB, pero no me dijo nada.

Por otra parte, yo fui quien le presentó a mi editor Pedro Carmona (Editorial Panapo) y hasta lo llevé en mi propio automóvil hasta la sede de Editorial Panapo. El libro Límites de la economía, consideraciones acerca de una ciencia histórica fue un fracaso comercial. No soy un genio, disto mucho de serlo, pero me da alivio que mis libros publicados por Panapo no han sido un fracaso comercial. Recientemente, le escribí por correo electrónico a AB sobre una nota en la página 89 de dicho libro citando a Graciano (al parecer creador del Derecho Canónico). Le reclamé que decía “que la pura transacción mercantil, al no ser otra cosa que comprar barato para vender caro, envuelve de suyo chicanería y engaño”, al contrastarlo yo con un autor más moderno como Israel Kitzner, que en Competencia y función empresarial (Madrid, Unión Editorial, 1975, en sus páginas 23-24) nos dice que:

Este grupo de empresarios, en nuestro mundo imaginario, captaría inmediatamente las oportunidades de beneficios que existen por la inicial ignorancia de los participantes en el mercado y que han persistido por su  incapacidad de aprender por su propia experiencia. Empezarían a comprar por precios a aquellos vendedores que no han descubierto que algunos compradores pagan precios altos. Y luego venderían esos bienes a precios altos a aquellos compradores que no han descubierto aún que algunos vendedores vendían a precios bajos.

Cuando él leyó esto, me salió con que Graciano era el creador del Derecho Canónico. Por mis adentros me dije: ¿Qué conocimiento especial es el Derecho Canónico para dictaminar la evolución de unos precios?, y me salió con un tono desconocido, después se dio cuenta de que yo era el que le había conseguido la cita para publicar su libro, y se puso más simpático por correo electrónico.

Así mismo, me acuerdo de que tuvo la cortesía de enviarme un CD preparado por él, dando unas clases sobre los grandes pensadores de la economía, y mi sorpresa fue total al decir que con Karl Marx culminaba toda la ciencia económica. De igual forma, siempre me sorprendía su inveterada admiración por Domingo Alberto Rangel, gran detractor de la libre empresa en Venezuela y gurú del pensamiento izquierdista.

En los últimos años, nos recordamos de que AB fue el asesor económico de la campaña electoral de Rafael Caldera para volver a ser presidente, y triunfó de nuevo gracias al voto del MAS y de grupúsculos de izquierda. Creo que su pronta salida del gabinete del segundo gobierno de RC se debió al rechazo profundo que AB le tenía a la apertura petrolera. RC cayó en la vorágine de la crisis bancaria, que no supo manejar bien, dio tumbos y volteretas, y al final tuvo que recurrir al programa de ajuste coyuntural del Fondo Monetario Internacional. La suerte no le acompañó y terminó siendo víctima de sus propios errores y entregándole el poder a Hugo Chávez con todas sus consecuencias.

Por último, nos extraña también la gran protección que le dio AB a Bernard Mommer extraño personaje que vino de Alemania, que hoy por hoy, el propio gobierno chavista lo ha acusado de corrupción en Pdvsa  Un perfil publicado por Diario Las Américas asevera que Mommer, a quien califica como «el ideólogo de la destrucción de Pdvsa», llegó a Venezuela junto a su esposa Dorotea Melcher huyendo de la policía alemana que los buscaba por participar en actos de terrorismo a finales de los años setenta. Su destino latinoamericano habría estado determinado por sus relaciones con los grupos de izquierda radical criollos, que lo hicieron amigo del «Comandante Fausto», como se conocía a Alí Rodríguez Araque, figura del chavismo en materia petrolera. Me acuerdo de las dedicatarias al gran Bernard Mommer que le hizo en varios libros AB. Hoy se acusa al herr profesor de daños a Pdvsa por 4.800 millones de dólares.

En una entrevista a Prodavinci, Asdrúbal declaró que lo que está sucediendo en Venezuela no es socialismo, imitando a los troskistas que siempre declaran que lo que ocurre en Cuba no es el comunismo que ellos han vendido sino un mal producto efecto de la burocracia que gobierna allá. Pues bien, estimado amigo, eres el mejor economista marxista que ha habido en Venezuela, encantador para todos y en especial para el IESA y la Fundaciòn Polar. Dios te acoja en su gran gloria que no tiene límites. 


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